Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cerraron sus ojos cuando sus frentes se tocaron, no querían alejarse del otro, era una noche fría pero ambos no lo sentían, estar en los brazos del otro se sentía tan cálido.
–Me gustas mucho, Lusu –declaró en un susurro.
El mencionado se mordió el labio inferior para reprimir una boba sonrisa y acercó sus cuerpos de tal forma que se vieron obligados a separar sus frentes, volviendo a conectar los rubíes con los marrones.
–Me encantaría darte una respuesta, Quacks... –subió su mano derecha hasta la mejilla del menor.
–Pero... –insitó a qué el mayor continuará.
–Pero no puedo... Estoy entre la espada y la pared –dijo un tanto desanimado.
–¿Por qué? –preguntó confundido.
El castaño ya no dio respuesta alguna, a cambio, comenzó a disminuir la distancia que había entre ambos rostros, Quackity dejó de respirar por un segundo para después empezar a acercarse al rostro de su amado.
Ambos habían anhelado que eso sucediera durante mucho tiempo, querían sentir la suavidad del otro de una vez por todas.
Sus respiraciones comenzaron a mezclarse, se podría decir que los labios se rozaron cuando los interrumpieron pero no fue así.
No fue un beso largo pero de verdad los rosados labios del menor habían sido atrapados por los suaves labios del chico de mirada carmín.
–¡Luzu! –llamó el chico de cabello pálido al mismo tiempo que bajaba los cortos escalones de la entrada.
Rápidamente se separaron de ese pequeño contacto pero sus cuerpos seguían pegados, Luzu tomando la cintura del mexicano, y las manos de este se encontraban sobre los brazos del castaño.
El chico de ojos rubíes frunció el ceño al mismo tiempo que escuchaba como Quackity soltaba un pequeño suspiro.
–¿Qué sucede, Rubius? –preguntó en un tono serio.
–Vege discutió con Willy –el castaño desvió su mirada hacia el chico de cabello pálido y esto extrañó demasiado al menor– Está llorando.
Luzu soltó la cintura de su chico y se apresuró a entrar a la casa, sin haber esperado que su amigo le dijera donde se encontraba su mejor amigo.
Rubius le restó importancia al castaño y prefirió mirar a su mejor amigo, quien lo miraba con el entrecejo arrugado y los brazos cruzados.
–¿Qué? ¿Por qué me miras así? –preguntó extrañado.
