Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
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Vlogs miraba a un chiquillo mexicano desde aquella ventana donde se encontraba, miraba el como los ojos del azabache se achinaban siempre que sonreía, las carcajadas del chico estaban grabadas en la cabeza de Luzu desde las primeras veces que lo escuchó reír.
Era espectador de la curiosa cercanía que Quackity tenía con Rubén a sólo días de conocerse, se sentía celoso e invidioso, porque por más que quisiera acercarse a él, no podía.
Lo tenía prohibido, por el bien de aquel ángel, lo tenía prohibido.
Quackity era un ángel.
Todos pensaban eso y sólo las personas envidiosas pensaban lo contrario.
Alexis llenaba de alegría cualquier lugar donde se encontrará, contagiaba sus risas y su buen humor a cualquiera que lo rodeara.
Era un chico feliz... Y no quería ser el villano que le quitara eso, por eso por más que aquel chico le gustara tanto, por más que quisiera tenerlo entre sus brazos, besarle y decirle un sin fin de palabras bonitas.
No podía.
Tenía que olvidarse de Alex, tenía que superar esos sentimientos que sentía por el mexicano, tenía que dejar de imaginar tantos escenarios con el azabache, por más inocentes e inofensivos que fueran, tenía que dejar de hacer eso, porque no sucedería.
Siempre que veía a Quackity coquetear con Rubius, se tenía que morder la parte interna de su mejilla y seguir con su camino.
Siempre que veía a Quackity abrazar a cualquiera de sus amigos o pretendientes, tenía que forzar una sonrisa y continuar con su camino.
Las veces que escuchó al azabache coqueteando con el ahora subdirector de Karmaland, se tenía que tragar sus celos y alejar su mano del pomo de la puerta, darse media vuelta para seguir con su camino, alejándose de aquel salón vacío donde había olvidado algo o su padre le había pedido decirle algo al profesor Sapo Peta.
Tenía que quedarse callado siempre que su padre le pedía una explicación de porqué no le dio su recado al profesor de rastas, tenía que inventar algo o solo pedir una disculpa por su error.
Pero no podía decirle a su padre.
"Quackity y Sapo Peta se comen la boca después de clases."
No podía, incluso, a él le dolía saber que era verdad.
Que cualquiera tenía una oportunidad con el azabache menos él.
Y él no tenía una oportunidad con Quackity porque era un idiota que lo reconocia, sin importar cuántas veces haya pedido perdón, de cuantas veces se haya sentido culpable, no cambiará...