Lina
Cierro los ojos y me dejó caer en el pavimento. Soy consciente de lo que está por suceder, y no me queda más remedio que cooperar con los tipos que se acercan como perros tras un hueso.
La lluvia de disparos que sale detrás de mí me hace cubrir mi cabeza de manera instintiva. Mis agresores, se escudan tras los pocos autos que hay aparcados en la acera y contraatacan con sus propias armas al desconocido que me levanta por el brazo y me cubre con su cuerpo, mientras me arrastra hacia un sedán color plata que, supongo, es suyo.
—¿Quién eres? —pregunto, alterada por la situación—. ¡Suéltame! —tiro de mi brazo aterrada.
—Tal vez quisiste decir "gracias" —pronuncia, al tiempo que abre la puerta del copiloto y me empuja hacia el interior del auto.
—¿Eres de los malos? —inquiero sollozando, una vez se encuentra dentro.
—Eso depende de a quién le preguntes.
Arranca el vehículo y sale derrapando sobre la desolada calle.
La camioneta negra nos sigue sin dar tregua, los disparos impactan en la carrocería y los cristales, haciéndome gritar con terror.
El tráfico a las 2:00 a.m. no es concurrido, pero los escasos autos que transcurren nos ayudan a escabullirnos y crear distancia entre nuestros atacantes.
Varios minutos después, me doy cuenta, los hemos perdido.
—A-alfredo... ¿Mu-murió? —hablo por primera vez, tartamudeando con nerviosismo.
—No lo sé —responde secamente el hombre —¿A dónde te llevo?
—Lomas Virreyes —digo perdiendo la mirada en la ventanilla.
Suelta un silbido de admiración y dice:
—Ahora entiendo el alboroto que provocaste allá atrás.
Suspiro con cansancio y cierro los ojos tratando de olvidar lo sucedido, pero el resultado es lo contrario; solo logro revivir una y otra vez el momento en que Alfredo cayó abatido al piso.
Busco mi celular en la pequeña bolsa que, afortunadamente, sigue conmigo. Abro mi cuenta de Instagram, me miro en el espejo del auto, arreglo un poco mi cabello, y doy en la opción de transmitir.
Espero un poco a que se unan más personas al live, y comienzo a hablar cuando creo que son suficientes:
—Hola mis queridos Lina-Lovers —saludo a mis seguidores—. Gracias infinitas por estar al pendiente de mi vida, quiero que sepan que acabo de ser casi-secuestrada —digo con pesar, mientras noto como el hombre a mi lado rueda los ojos.
» Si no fuera por este amable sujeto, que se enfrentó valientemente a mis agresores... —Sollozo de nuevo—. Yo... quizás estaría ahora mismo de camino a un burdel clandestino.
—O, muerta —agrega mi acompañante.
Volteo hacia él tan rápido, que casi me da tortícolis. Abro mis ojos sopesando su respuesta, dándome cuenta de que tiene razón; tal vez ahora estaría muerta y, puede que Alfredo lo esté.
Los mensajes en el chat se llenan de oraciones y agradecimientos a mi hombre misterioso por haberme rescatado; respondo algunos de ellos, y me despido cuando veo que nos acercamos a mi domicilio.
—Bueno, corazones, espero no haber interrumpido su sueño —digo más tranquila—. Recuerden dormir sus 8 horas y hacer su rutina de limpieza facial por la mañana, los quiero un montón. ¡Bye!
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Mentiras Piadosas
ChickLitCatalina Rivera es una chica que ha nacido en cuna de oro. Hija de un importante funcionario público de la ciudad de México, jamás ha tenido que esforzarse demasiado por lograr lo que se propone. Una influencer acostumbrada a ser adorada por sus fan...