Lina
—¿Qué te pasó, princesa? —pregunta Leonardo con preocupación, y me obligo a prestarle atención, aunque mi vista aún se mantiene fija en la puerta por donde salió Óscar.—Y... dejé caer una jarra de vidrio en la cocina y... los vidrios debieron lastimarme —digo titubeante—. No te preocupes, no me duele, solo es una herida superficial.
«Como yo»
—Quédate aquí, iré a traer algo para curarte, ¿de acuerdo? —pide con toda la dulzura que lo caracteriza, haciéndome sentir como una basura después de haber estado tan cerca de besar a Óscar, de nuevo.
—Está bien —acepto.
Me quedo muy quieta observando a Leo salir de la sala e ir en dirección al baño. Reflexiono sobre lo que casi sucede, llegando a la conclusión de que no me puedo permitir este tipo de deslices; aunque sea un secreto, Leonardo y yo estamos juntos ahora y le debo respeto. Me gusta Leonardo, me hace sentir tan hermosa, tan especial y eleva mi autoestima de una manera en la que siento que quisiera permanecer todo el tiempo pegada a él, solo por seguir sintiendo que estoy en la cima del mundo. Entonces, ¿por qué no me puedo resistir ante el arrogante, frío y estirado de Óscar? Su cuerpo es un imán para mí, a pesar de sus desprecios, de sus palabras hirientes, no puedo dejar de temblar cuando me encuentro tan cerca como lo estuvimos hoy.
«Debo estar volviéndome loca»
—¡Princesa! —me llama alzando la voz Leonardo y volteo hacia él asustada—. Lo siento, no me escuchabas, estabas demasiado perdida en tu mente.
—P-perdón —murmuro avergonzada por mis pensamientos que me impidieron prestarle atención.
—¿Pasó algo más que deba saber? —inquiere con sospecha poniéndome nerviosa.
—N-no, ¿C-cómo qué?, no podía salir de la cocina por los vidrios y Óscar me ayudó a traerme aquí, él estaba revisando mi pie cuando tú llegaste y...
—Está bien, está bien. —Sonríe Leo interrumpiendo mi sobre explicación—. No hace falta tanta explicación, te creo.
Casi suspiro de alivio al escuchar esas palabras y me arrojo a sus brazos, aprovechando que estamos solos de nuevo. Nuestros labios se unen en un cálido y tierno beso que no sabía cuánto necesitaba; sus manos viajan a mi cintura, mi espalda... y bajan hacia la curva de mis caderas calentando mi piel necesitada de afecto.
Estos días las cosas se han intensificado entre los dos, ya no nos basta con besarnos solamente, y hemos dado rienda suelta a las caricias más íntimas que me hacen desear avanzar un escalón más en nuestra relación. Sé que es demasiado pronto, pero el cuerpo me dice que es tiempo, que él es el correcto. Mi habitación ha sido testigo de todas las veces que he necesitado desahogarme al pensar en él... y en todo lo que quiero que hagamos, solo estoy esperando el momento correcto.
Unos pasos provenientes del interior de la casa nos hacen separarnos y Leonardo disimula nuestra cercanía al revisar mi pie y curar mis heridas, cuando mi nana Carmen llega a nuestro lado, alarmada por el desorden en la cocina y mi estado.
—¡Mi niña! ¿Qué te pasó?
—Perdón por el desastre, nana —me disculpo—. Se me resbaló la jarra, yo te ayudaré a limpiar...
—De eso nada —espeta—. La cocina puede esperar, ¿tú estás bien?
—Sí, solo me lastimé con los vidrios, pero Leonardo me está ayudando —digo, señalando hacia el mencionado, quien vuelve su rostro amable hacia Carmen y saluda con su mano.
![](https://img.wattpad.com/cover/333887651-288-k666742.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mentiras Piadosas
Chick-LitCatalina Rivera es una chica que ha nacido en cuna de oro. Hija de un importante funcionario público de la ciudad de México, jamás ha tenido que esforzarse demasiado por lograr lo que se propone. Una influencer acostumbrada a ser adorada por sus fan...