9. El show debe continuar

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Lina

Salgo de mi habitación encontrando a Óscar ya listo para ir a la fiesta. Luce muy apuesto con su traje negro y esa camisa que da un aire misterioso a sus ojos.

Él escudriña mi vestido por más tiempo del necesario, cosa que me hace sentir un extraño cosquilleo en el vientre bajo. Me gusta que me vean, y me esmero en llamar la atención, pero Óscar no solo mira mi físico; su mirada devela cada uno de mis secretos. Me hace sentir desnuda, expuesta y.... deseada como nunca antes.

«Es completamente excitante»

Después del incómodo intercambio de halagos, caminamos juntos hasta salir de casa y emprendemos el viaje hasta el lujoso salón del hotel más prestigiado de la ciudad, donde se llevará a cabo la dichosa fiesta de Katia.

Apenas salimos del auto, los flashes de las cámaras nos reciben en la entrada del hotel, adornada por la enorme alfombra roja que cubre el piso.

«Típico de Lorena»

La humildad no está en su vocabulario y lo demuestra en cada ocasión posible.

Caminamos despacio, gracias a las decenas de celebridades que se detienen a responder entrevistas de los reporteros encargados de las mejores revistas de espectáculos de la ciudad y, de igual forma, atiendo a algunos de ellos que halagan mi atuendo y hacen preguntas sobre mi trabajo y mis proyectos a futuro.

—¡Lina! —llama mi atención una reportera—. De la revista Celebrity, cuéntanos: hay rumores de que terminaste tu relación con Mike Fuentes ¿Puedes hablarnos al respecto?

Me quedo congelada sin saber que responder. Sabía que en algún momento tendría que hablar de eso, pero no creí que sería tan pronto y aquí, frente a todas las personas que me observan a la expectativa de una respuesta.

La sonrisa triunfante de la periodista me dice que ha conseguido su cometido; me ha puesto en jaque frente a todos los medios de comunicación, quienes ahora desvían su atención hacia mí.

Estoy por salir corriendo del lugar, cuando siento una mano cálida en mi espalda que me saca de mi pasmo. Volteo hacia la persona que me ha rescatado del escrutinio de las revistas de chismes, y encuentro a Óscar, quien, con su otra mano, me indica el camino hacia el interior del hotel.

—No es seguro quedarse aquí. —Hace un gesto hacia adelante—. Por favor avance.

Me da un suave empujón que me incentiva a seguir mi camino, y me despido de los medios restantes, mientras entramos juntos al hotel.

—Gracias —mascullo en cuanto estamos de nuevo solos.

—No sé de qué hablas —responde sin soltarme de la cintura, protegiéndome con su cuerpo cuando entramos a la multitud de personas que se sitúan en el gran salón del Hard Rock Hotel.

—Sabes bien de qué hablo, gracias por...

—Por nada, muñeca —interrumpe, usando ese tonto apodo con el que se refiere a mí.

En cuanto me ve, Katia se aproxima a nosotros con ese porte elegante y demasiado aburrido para una chica que recién cumple dieciocho años.

Me abraza y deja dos besos en mis mejillas, antes de inspeccionar minuciosamente a mi guardaespaldas, a quien se come con la mirada.

—¡Feliz cumpleaños, querida! —Finjo mi mejor sonrisa—. Hermosa fiesta, es muy... tú.

El gran salón es un deleite de elegancia y lujo. Celebridades de todos los ámbitos se encuentran reunidas aquí: desde modelos, cantantes, actores y demás personalidades, todas representadas por la misma mujer con quien estúpidamente firme un contrato hace casi tres años, cuando cumplí mi mayoría de edad, y me pareció una gran idea entregarle mi alma al diablo vestido de Gucci que se acerca contoneando sus caderas delicadamente.

Mentiras PiadosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora