Lina
—Tú no eres Óscar —digo al joven que sonríe amablemente en mi dirección.
Su físico me ha impresionado y me ha dejado sin habla por un momento: es más alto que yo, aunque no demasiado, sin duda no es tan alto como Óscar; de piel clara, cabello rubio, ojos tan azules como el cielo, nariz recta y unos labios carnosos y perfectos que se antoja morderlos.
«No se ve mucho mayor que yo»
—No, no lo soy —dice sonriente—. Mi nombre es Leonardo Huerta, y seré su nuevo guardaespaldas. —Me extiende su mano y la estrecho, sintiendo una corriente eléctrica recorrer mi piel y una extraña sensación revolotea en mi estómago.
Un sentimiento agridulce se instala en mi pecho al escuchar esas palabras, pues, aunque es un chico de apariencia hermosa y actitud mucho más fresca y amable que la de Guerrero, mi cabeza da vueltas pensando en ¿qué habrá pasado con Óscar?, ¿renunció?, si apenas anoche la pasamos tan bien, de verdad tenía la esperanza de que las cosas cambiaran entre nosotros y pudiera surgir mínimamente una relación cordial entre ambos.
«¿A quién trato de engañar? Mi mente viajó mucho más allá de una simple relación laboral entre nosotros» pero eso nadie debía saberlo ¿cierto?
—P-pero... ¿Qué pasó con Óscar? —indago temiendo la respuesta que ronda en mi cabeza.
—¿Me extrañaste tan pronto? —pregunta la voz ya conocida que da un vuelco a mi estómago al saberlo aquí.
Óscar llega a mi lado y mi confusión solo va en aumento al verlo entregar unos papeles a Leonardo con mi nombre en ellos.
—Esta es toda la información sobre Catalina que necesitas saber. —Se dirige al susodicho, entregándole los documentos.
«Le está cediendo su puesto»
Mi semblante decae al darme cuenta de que, una vez más, otra persona a la que empezaba a acostumbrarme decide alejarse de mi lado. Pienso que debe de haber algo muy malo en mí, para provocar siempre la misma reacción en los demás. Reconozco que puedo ser una mimada a veces, y que mi comportamiento inmaduro puede llegar a cansar a las personas, pero ¡por dios! Solo estuvo a mi lado ¿cuánto?, ¿tres días? Bravo, es mi nuevo récord. Debería escribir un libro de "Cómo perder a un guardaespaldas en menos de una semana", quizás me podría hacer millonaria y sin duda dejaría de posar semidesnuda para las marcas más famosas de lencería.
—¿En qué piensas con tanta concentración? —La voz de Óscar irrumpe en mis locos pensamientos y volteo hacia él rápidamente sacudiendo mi cabeza—. Está saliendo humo de tu cabeza.
—Oh, en... en nada —respondo distraídamente—. ¿Te vas? —Me atrevo a preguntar—. ¿Renuncias tan rápido?, ¿Dónde quedó todo eso de "mientras estés conmigo nada te pasará" ?, dijiste que jamás te rendías —reclamo sin detenerme a pensar. Le regreso todas las palabras que alguna vez me dijo y que ahora no valen nada, pero su ceño fruncido y confundido me advierten de que algo no anda precisamente como yo lo he armado en mi cabeza, y lo confirmo cuando responde a la sarta de preguntas que he lanzado como lluvia de proyectiles:
—¿De qué estás hablando?, yo no renuncio, y lo sostengo. —Se posa frente a mí, y de pronto me siento tan pequeña, y tan tonta, que me encojo en mi lugar bajando la mirada a mis zapatos.
—P-pero, ¿Leonardo...?
—Veo que ya se han presentado —dice cruzando los brazos sobre su pecho—. Huerta será mi apoyo a partir de ahora. Él pasará más tiempo contigo, mientras que yo solo los acompañaré cuando sea necesario.

ESTÁS LEYENDO
Mentiras Piadosas
ChickLitCatalina Rivera es una chica que ha nacido en cuna de oro. Hija de un importante funcionario público de la ciudad de México, jamás ha tenido que esforzarse demasiado por lograr lo que se propone. Una influencer acostumbrada a ser adorada por sus fan...