14. Día de prueba

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Lina

El carraspeo de Leonardo me hace apartar la mirada que mantenía sobre Óscar, pero él no deja de analizarme con sus fríos y escrutadores ojos claros. Me volteo hacia Leo, quien nos observa atento, y me encamino con dirección a la entrada de la universidad, sin molestarme en disimular mi desconcierto debido a las duras palabras de mi guardaespaldas.

Apenas cruzo la puerta de entrada diviso a mis amigas en el patio, en cuanto me miran se desviven por saludarme y, aún más, cuando se dan cuenta de mis acompañantes.

—¡Lina! —grita Meredith acercándose a saludar y no me pasa desapercibida la manera en que se traga con la mirada a mis escoltas—. ¿Ahora son dos? —cuestiona a manera de broma—. Chica, yo quiero tu suerte.

«Si supieras que me encuentro en peligro de muerte ahora mismo, no desearías tener mi suerte» pienso.

—¡Hola, chicas! Les quiero presentar a mis escoltas, se hacen llamar el dúo "Bernáculo" —digo sonriente—. Él es Berna. —Señalo en dirección a Leonardo, quien solo saluda con la mano—. Y él es... —La mirada asesina que me dedica Óscar al saber cuál es la siguiente palabra con la que me referiré a él, me hace desistir del juego—. Él es... un amargado —completo haciendo reír a mis amigas, pero no a Óscar que me ve con fuego en sus ojos y me hace pasar saliva, no sé si de temor, o de...

—Estás loca, Lina. —Niega Meredith—. ¿Me compartes uno?

—Claro, ¿cuál te gusta?

—El grandote. —Se relame los labios y siento una punzada de molestia en el pecho al ver que el desgraciado de Óscar sonríe pícaramente—. Se ve que está bien dotado. —Continúa dándole un repaso al cuerpo de mi guardaespaldas.

—Es muy gruñón. —Me encojo de hombros desinteresadamente—. No te lo recomiendo.

—Los quieres a ambos para ti —dice juguetona—. ¿Es eso?, ¡golosa!

—Me descubriste —le digo y enredo mi brazo con el de ella mientras avanzamos hacia las aulas.

Más adelante logro ver entre el alumnado a quien hace poco menos de una semana se decía mi mejor amiga, y quien tuvo la osadía de acostarse con mi novio. ¿Quién sabe? Tal vez siempre se burlaron de mí, y yo como una tonta confié en ellos.

—Lina, amiga. —Tiene el descaro de decir cuando pasamos por su lado, pero no me detengo y continúo avanzando en busca de mi salón de clases—. Espera, nena, tenemos que hablar, en verdad estoy muy arrepentida de lo que hice —suplica—. Ya te dije, estaba muy borracha, perdóname por favor.

Me considero una buena chica, siempre trato de entender a las personas, hasta cuando me hacen daño; soy tan buena, que rayo en la línea que separa la bondad de la idiotez, pero me he dado cuenta de que no todas las personas se merecen mi perdón, ni mi entendimiento. Ya me cansé de ser la que siempre tiene que jugar el papel de tolerante, cuando alguien más solo se escuda en la típica armadura de: "Es que yo soy así, y quien me quiera me va a aguantar como soy".

Pienso que, cuando alguien te interesa lo suficiente, tratas de llegar a ese punto medio donde ambas personalidades en una relación pueden convivir, sin tener que ser uno u otro el que tenga que soportar.

Valeria está apelando a mi buena voluntad, y ¿cree que por que "estaba borracha" debo ser yo la que debe de comprenderla?, ¡Por todos los cielos! Había cientos de hombres más en esa discoteca esa noche, y ¿tenía que ser precisamente mi novio con quien mató sus ganas?

«¡Qué se joda!»

Ni siquiera tengo que pronunciar palabra, solo me limito a observar a Óscar, quien parece leerme la mente y, no sé si lo he imaginado, pero me da una sonrisa de lado que por algún motivo me hace sentir orgullosa de mí. Él se atraviesa entre Valeria y yo, justo antes de que esta me tome del brazo para detenerme.

Mentiras PiadosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora