18. Falsa

43 4 0
                                        


Lina

El arrepentimiento llega a mí en cuanto termino de contarle a Óscar sobre este lugar y lo que hago para ayudar a estas mujeres y sus hijos a subsistir. Aún no estoy cien por ciento segura de poder confiar en él, pero algo en mí interior me impulsó a hablar abiertamente sobre esta faceta de mi vida que nadie más conoce, ni siquiera mis amigas.

Hay algo en él que me hace ser como en realidad soy, sin máscaras, sin velos, sin apariencias.

Óscar tiene el poder de develar uno a uno mis más ocultos secretos y, eso me asusta; me aterra mostrarme tal cual soy, y descubrir al final que no ha valido la pena, que solo se trata de otra persona pasajera en mi vida y que un día se irá de mi lado llevándose todo de mí.

Es que... es tan difícil, tan duro de roer, que me desespera. Logra sacar el peor lado de mi personalidad, ese que es tan real, y que no le muestro a la gente por temor a su rechazo.

Por otro lado, está Leonardo... estos últimos días nos hemos acercado bastante, más que eso; aún no puedo creer que nos hayamos besado. Sus labios suaves y cálidos se amoldaron a la perfección a los míos, y mi corazón se aceleró de una manera en la que jamás lo había hecho. Quería más, mucho más. No sé qué hubiera pasado si no hubiese llegado Óscar en ese momento; aunque es muy pronto para decir que siento algo por él, tanto como para atreverme a entregarle lo que con tanto recelo he cuidado, casi puedo estar segura de que si no nos hubieran interrumpido...

«¡Dios!, hace calor aquí»

Deshecho esos pensamientos cuando una pequeña manita se apodera de la mía y me hala hacia el patio de la casa hogar, donde aún estamos mi guardaespaldas y yo. Después de entregar los regalos que traje, dimos un recorrido donde Luisa, la encargada del lugar, me mostró los últimos trabajos de remodelación que se hicieron a la casa. Adoro la decoración de las paredes con esas manitas de colores que le dan tanta vida al lugar, y no puedo evitar pensar en la manera tan triste y descuidada en la que encontramos la propiedad cuando la compré. El pago por mi primer trabajo grande en el mundo del modelaje lo destiné en su totalidad a esta causa, y jamás me he arrepentido de ello; estos niños y sus madres, dan a mi vida una paz interna que sé, no encontraré en ningún otro lado. Como ahora que me dejo llevar por Susy al área de juegos, y me contagio por su risa al subir a los pequeños columpios de colores que pintamos la última vez que vine a visitarlos.

Nadie lo sabe, incluso Óscar que conoce una parte de la verdad, cree que solo sirvo como donante voluntaria en esta casa hogar, sin embargo, este es mi más preciado secreto, mi proyecto, mi bebé...

Mi manera de agradecer a la vida lo afortunada que he sido al nacer en una familia sin carencias económicas, y el refugio donde he encontrado todo el amor que he necesitado en mi vida desde que mi madre murió, y que ha llenado en gran medida el vacío que su ausencia ha dejado en mi pecho.

—¡Más alto! —grita la pequeña Susy cuando le doy el impulso que el columpio necesita para hacerla subir y bajar por los aires—. ¡más rápido, nina! —repite, pronunciando mal mi nombre como de costumbre, lo cual me hace reír.

—Soy Lina —la corrijo sonriendo—. Li-na.

—A mí me gusta más nina —pronuncia con diversión—. Ahora vas tú.

—No, yo no. —Me opongo a subir al juego—. Es muy pequeño para mí.

—¡Siéntate! yo te empujo —dice decidida, y no puedo decir que no a esos bracitos que se cruzan sobre su pecho, ni a esa carita que se frunce en un adorable puchero y que termina por convencerme.

Mentiras PiadosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora