CAPITULO ESPECIAL PT2

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  Desde ese momento Jimin no pudo dejar de pensar en el padre de la iglesia. Fantaseaba con él y anhelaba saber su nombre, ver su rostro y ser ultrajado.

  No tenía a nadie a quien decírselo y vivía con la constate incertidumbre de ser descubierto.

  Mientras los días seguían pasando, el rubio deseaba volver a la iglesia pero no sabía como reaccionaría él.

Una madrugada no aguantó y tomó el primer taxi que pasó para dirigirse al templo.

  La puerta, como siempre estaba abierta y no había nadie a esas horas.

  Entró en la cabina y respiró profundo.

— Pensé que no volverías — Joder. Con una sola frase logró disparar su pulso.

— Tenía miedo...

— No temas. Recuerda que yo no te juzgaré, nunca.

— Padre...

— ¿Te has sentido mejor?

— No... Incluso ahora me siento más agobiado.

— ¿Qué es lo que te agobia?

— Mis deseos... Mis deseos por ser usado.

— ¿No has encontrado aún con quién hacerlo?

— No — la verdad es que Jimin solo quería hacerlo con él y no sabía cómo decirlo. Miró al agujero donde anteriormente había visto salir aquél miembro con el que tanto soñaba y se lamió los labios inconscientemente.

— ¿Lo hablaste con alguien?

— ¿Qué?

— Lo que pasó aquí.

— ¡No!, Jamás le diría a nadie.

— Lo agradezco.

  Jimin bajó por completo su pantalón y subió cada planta de sus pies en la banca — Señor... — gimió metiendo dos dedos en su interior y sobando con la otra mano su extensión endurecida — necesito su ayuda nuevamente.

— Nárrame lo que estás haciendo — pidió.

— E-estoy con las piernas flexionadas sobre la silla... Quité mi pantalón por completo y- y estoy mmgh, estoy metiendo dos dedos dentro de mí...

— ¿Cómo se siente eso?

— Estoy muy caliente. Mi culo fabrica su propio lubricante y la punta de mi polla escurre líquido en abundancia... Estoy mojado por todos lados, padre. Se siente delicioso.

— ¿Y qué es lo que te pone así?

— U-usted — confesó.

— ¿Yo?, Dime el porqué.

— Su voz... Tan varonil y grave, la forma en la que habla y el no saber su nombre o conocer su rostro. Logran encender en mí, muchas emociones nuevas. Perdóneme.

— ¿Puede hacer algo por mí?

— Lo que me pida.

— Acerca tu entrada al hoyo en la pared.

  Jimin se levantó con piernas temblorosas y se puso de espaldas frente al agujero, centrando su separación en el punto.

  Una fuerte y gran mano lo cruzó yendo directo a su entrada. Tanteó la zona dándose cuenta de que estaba terriblemente húmedo — Es cierto — dijo ronco — estás muy mojado.

  Él solo tacto de esos dedos sobre su ano le tenía los vellos de punta. Atrapó su pene y comenzó a masturbarlo — Padre... Por favor — rogó más siendo complacido. Dos largos dígitos se fueron incrustando de a poco para luego comenzar a entrar y salir — ¡Mmgh!, Oh mi Dios... Esto es tan d-diferente.

París - Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora