CAPÍTULO 5

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A las nueve y media, harta de haber estado en la habitación dando vueltas como una peonza, salgo del ascensor con mi trolley traqueteando tras de mí y me dirijo a la recepción a saldar mi deuda y la de Luis que, evidentemente, corren a cargo de la empresa. Éste, con cara de no haber pegado ojo en toda la noche, igual que yo, aparece cuando la chica encargada de cobrarme me está devolviendo la tarjeta de crédito. Pido un taxi y me giro.

-Buenos días-me saluda con una sonrisa, enigmática-. Me alegra ver que hoy no tengo que aporrear tu puerta para levantarte de la cama.

-Hombre de poca Fe, ya te dije que no me dormiría.

-¿Una noche movidita? -pregunta alzando las cejas.

-Seguro que no tanto como la tuya.

-Ya, claro. Conociendo la fama de Lord James, seguro que has dormido poco esta noche, así que no mientas.

Lo miro sin comprender a qué viene nombrar al viejo verde y, cuando estoy a punto de preguntar a qué se refiere con lo que acaba de decir, la chica de la recepción me interrumpe.

-Disculpe, señorita Hamilton, su taxi la está esperando en la puerta.

-Gracias. Ya has oído-le digo a Luis-. Andando.

Éste, como todo un caballero, se encarga de llevar ambas maletas, la mía y la suya y, cuando llegamos a la puerta, el hombre uniformado que hay en ésta nos la abre y se hace a un lado para que pasemos. Le doy las gracias y caminamos hacia el taxi que nos espera. Una vez dentro, y después de indicarle al taxista adónde nos dirigimos, miro a mi mano derecha.

-¿Qué? -indaga.

-¿A que ha venido lo de antes? Ya sabes a qué me refiero-digo al ver el gesto de su cara.

-No sé de qué me hablas...

-¿Has insinuado que he pasado la noche con Lord James, o han sido imaginaciones mías?

-Bueno, ayer salió detrás de ti del Libertine Green Clover y al encontrármelo esta madrugada saliendo del ascensor, ya sabes... dos más dos...

-No sé por quién me tomas, Luis, me gusta el sexo, sí, pero no con vejestorios. Lo siento, pero tus matemáticas te han fallado. Si el Lord ha pasado la noche en el hotel, te aseguro que no ha sido conmigo. Todavía no he tenido el placer de conocerlo-concluyo tajante.

-Pero ayer me dijiste que... Él no es...

-¿Por qué me miras así? -inquiero molesta por su mirada.

-Por nada, es igual-hace un gesto con la mano-. Si no has pasado la noche con él, ¿entonces con quién?

-Theodore se presentó en mi puerta y...

-Así que Theo, ¿eh? -me interrumpe-. Vaya, vaya, interesante.

-¿Qué tal tú con la pelirroja? -le pregunto cambiando de tema radicalmente.

-Tenías razón, en cuanto te fuiste, me llevo a un cuarto muy original y me cogió por lo huevos, y no precisamente con las manos. Luego...

-Para, para, no me interesan los detalles, gracias. Con que me digas que te lo pasaste bien, me basta y me sobra.

-Ah, bueno, tú te lo pierdes...-suelto una carcajada-. ¿Y bien? ¿Qué es lo primero que quieres hacer en cuanto lleguemos a Ibiza? -no lo pienso y respondo rotunda.

-Quiero ir al Lust.

Llegamos con tiempo de sobra al aeropuerto y, lo primero que hacemos, es dirigirnos al mostrador, donde la cola es inmensa, para hacer el check-In. Mientras esperamos a que nos toque el turno, miro mi correo en el móvil y contesto un par de emails. Una vez que tenemos en la mano la tarjeta de embarque, nos acercamos a una de las cafeterías a tomar un café, y, en mi caso, a comer algo porque, por el trajín de la noche anterior, estoy muerta de hambre.

Aposté por míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora