CAPÍTULO 16
Las puertas del Lust se abren, oficialmente, a las ocho y media de la tarde, hora en la que prácticamente empiezan a llegar los miembros del club ataviados con sus mejores galas y las caras cubiertas de bonitas máscaras los caballeros, y preciosos antifaces, con todo tipo de adornos, las señoras. Estoy emocionada, y los nervios que sentía se han disipado gracias a la presencia de mi familia. Que mi hermano esté aquí, junto a mí, recibiendo a la gente, me da mucha seguridad y tranquilidad, la verdad. Muchos de ellos, a la vez que nos saludan, nos van diciendo sus seudónimos; hay de todo: Ariel, El Rey león, Elsa, Bestia, Bella, que me hace acordarme de la bruja de mi excuñada, Gastón, Mulán, Eric, Maléfica, «pero esta no es como mi Asturiana», me susurra mi hermano en cuanto ella se aleja hacia el salón, yo sonrío; como mi querida cuñada hay muy pocas, por no decir ninguna; casi estoy por asegurar que ella es única.
Una vez todos, o casi todos, calculo más o menos que seremos unas cien personas en este momento en el salón, y con una copa de champán en las manos, Oliver dice unas palabras que me emocionan, más si cabe, y que me hacen soltar alguna lagrimilla que otra. Aplaudimos, reímos y, a partir de ahí, la gente empieza a conocerse, a disfrutar y a divertirse. No sabía que echaba tanto de menos el Lust hasta este momento en el que, rodeada de gente con la cara prácticamente cubierta, la música sonando y las conversaciones, esa sensación de excitación y expectación, que siempre siento en el club, bulle en mi interior. Suspiro. Sí, lo echaba de menos y ahora ya me siento como en casa.
Todo va según lo planeado y me encanta ver a la gente tan animada y comunicativa, tan dispuesta a pasárselo bien. Mi hermano y Daniel, hace rato que se dedican a saludar a los miembros; Luis y Mila, al igual que yo, están pendientes de que nada falte y de que el catering contratado vaya sacando los aperitivos de la cocina improvisada; y mi cuñada y Olivia, por lo que veo, mantienen una conversación animada con un grupo de mujeres. Cuando veo que se quedan solas, me acerco a ellas.
—Os parecerá extraño lo que voy a decir—comenta Oli—, pero tengo la sensación de no haber salido de Nueva York.
—Yo siento lo mismo—digo—. Lo sentí el día que crucé esa puerta por primera vez.
—Estoy totalmente de acuerdo con vosotras—mi cuñada llama a un camarero y nos va entregando una copa a cada una—. Es el momento de brindar, ¿no os parece? —asentimos y la miramos expectantes—. Porque el nuevo Lust, de la mano de nuestra pequeña Rebeca, sea todo un éxito—exclama levantando su copa—, y porque pongas a ese cretino en su sitio y lo hagas sufrir—suelta una carcajada y nos guiña el ojo—. Por cierto, ¿crees que está por aquí? —indaga paseando la vista por el atestado salón.
—Pues si te soy sincera, no había pensado en él hasta ahora que tú lo has mencionado y, no, no creo que esté aquí ya que tiene un club propio del que encargarse.
—Es una lástima porque me hubiera encantado conocerle y fulminarlo con mi mirada láser—Olivia y yo reímos al ver esa mirada.
—Pues la verdad, cielo, yo siento curiosidad por saber cómo es...
—Es alto, con un cuerpo de escándalo, pelo oscuro, mirada profunda, boca pecaminosa, folla de miedo...—suspiro hondo—. Arrogante, prepotente, vanidoso, estúpido y un gilipollas integral—finalizo.
—Vaya, por un momento pensé que tendría que limpiarte las babas...
—¡Ja! ¡Ja!, muy graciosa.
—Pues con esa descripción, sigo pensando que es una lástima no conocerlo.
—Tranquila, Oli, la próxima vez que le vea, le hago una foto y te la envío.
—Serás capaz...
—Por supuesto que lo soy, ¿lo dudas?
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Aposté por mí
RomanceJoven, guapa y sexi; impulsiva, divertida y sin pelos en la lengua; positiva, pase lo que pase, siempre ve el vaso medio lleno y no hay nada que le quite el sueño. Sus amigas, Olivia y Sheila, dicen que es una cotilla, una celestina y que se aprovec...