El vestido que llevo no es de ningún diseñador conocido, lo compré en unos grandes almacenes de Nueva York; es muy bonito, sexi y atrevido; de corte sirena y de color negro; exceptuando algunas partes del cuerpo en concretas, que van cubiertas con encaje y bordadas en pedrería, también en negro, el resto es completamente transparente. Lo dicho, bastante atrevido. A pesar de que en cuanto lo vi me encantó, esta es la primera vez que me lo pongo. Espero que sea del agrado del lord y si no lo es, que se fastidie. Yo me habré sentido maravillosa con él puesto. Con lo que no estoy muy convencida es con los zapatos, demasiado tacón para mi gusto, no obstante, otros no quedarían ni la mitad de bien que quedan estos. El pelo lo he recogido en una cola de caballo alta, muy alta, y me he maquillado ligeramente; eso sí, a mis labios les he dado el mismo color de esos repentinos celos que sentí ayer: rojo sangre. Contemplo la imagen que me devuelve el espejo de cuerpo entero de mi habitación y me veo fantástica. Sonrío y me coloco el antifaz. ¡Vamos allá!
Para no variar, antes de que las puertas del Lust abran, doy la vuelta de rigor por cada una de las estancias que lo componen, cerciorándome de que todo está como debe y, una vez satisfecha con lo que veo, bajo al hall a reunirme con Mila y Luis. Ambos se giran cuando escuchan el repiqueteo de mis tacones en la madera del suelo.
—¡La virgen! —exclama Mila al verme—. ¿Quieres matar a los miembros del club de un infarto o qué? —me río por su exageración.
—Gracias, tú también estás increíble—respondo agradecida. Luis silba.
—Sé de uno que como te vea esta noche se va a quedar sin palabras—dice con retintín.
—Esa es la intención, Luis... —asiente divertido y me pasa una copa de champán—. Porque esta noche sumemos un éxito más a nuestra corta trayectoria.
—¡Chin chin! —lo secundamos Mila y yo.
Pasamos al salón, donde vamos recibiendo y saludando a los miembros más madrugadores y, mientras Mila y Luis se quedan hablando con unos pocos, yo me dedico a deambular de aquí para allá, prestando atención a lo que se va cociendo en el ambiente y me gusta lo que veo. La gente se lo toma con calma: hablan entre ellos, beben una copa, bailan... Aún es temprano para verlos desaparecer escaleras arriba, pero ya se van notando en la atmósfera las intenciones de algunos. Les llevo varios años de ventaja y sé de lo que hablo, noto a la perfección quién se siente atraído por quién y me sorprendo sintiendo nostalgia de todas esas sensaciones que uno tiene cuando esperas que alguien, preferiblemente esa persona que deseas te ronde y te invite a jugar. Echo de menos la expectación, la excitación, el morbo... No, no es lo mismo llevar las riendas de un club como el Lust, que tienes que estar pendiente de muchas cosas, por lo menos hasta cierta hora, que simplemente ser miembro y disfrutar de lo que venga. Suspiro y me acerco a la barra del fondo que, al estar más en penumbra que ninguna otra, me da la opción de seguir observando sin ser vista, a no ser que estés a un par de metros de mí.
Saludo a la camarera, Laura, una chica muy mona y muy dicharachera; le pido un botellín de agua y me acomodo en un taburete en la esquina de la barra. Desde aquí veo que un hombre alto y con muy buen porte, invita a Mila a bailar. Ella acepta y, enlazando el brazo al del hombre, lo sigue hasta la pista, sonriente. Un poco más allá, no me sorprende ver a Luis con el gesto torcido e impaciente al ver lo mismo que he visto yo. No le gusta y le entiendo. Sus sentimientos por Mila, por mucho que ella diga lo contrario, no son los típicos de los follamigos, esa mirada y esos gestos indican todo lo contrario. Al igual que yo ayer, está celoso; muy celoso por la tensión que percibo en sus hombros. Ay, este cupido, que cabroncete nos resultó ser...
—Disculpe... Pocahontas, ¿verdad? —el caballero que está a mi derecha se acerca.
—La misma.
—Mi nombre es John Smith, pensé que debía presentarme puesto que mi personaje y el suyo son pareja, ya me entiende...
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Aposté por mí
RomanceJoven, guapa y sexi; impulsiva, divertida y sin pelos en la lengua; positiva, pase lo que pase, siempre ve el vaso medio lleno y no hay nada que le quite el sueño. Sus amigas, Olivia y Sheila, dicen que es una cotilla, una celestina y que se aprovec...