Pálpitos de un corazón herido [+18]

Capítulo 23

El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado. (William Faulkner)

Huye del monstruo.

Rebecka

Terapia…

Sí, la terapia era algo a lo que me negaba rotundamente por años.

Años en los que me sentía más perdida que nunca, aún lo estoy pero he encontrado pedazos de mi en el camino.

Ahora se que yo no fui culpable de nada, que soy una mujer valiente y valiosa.

La terapia me ha enseñado mucho, sobretodo a perdonarme.

Perdonarme por creer que yo era culpable, por no amarme y sobretodo por reprocharme el porque tarde tanto en hablar.

Todo tiene su proceso y cada persona es distinta, ahora abrazo a la Rebecka de seis años que no era consiente del peso que cargaba sobre sus hombros.

Abrazo a esa niña que deseo morir tantas veces, a esa adolescente que incluso lo intento y a la mujer que ahora se despide de su zona de confort, su familia. De esa mujer que ahora por fin cierra un ciclo diciendo diciéndole adiós a la ciudad que le trae los peores y mejores momentos de su vida.

Me despido una vez más de mamá quien llora, no la juzgo, ella está diciéndole adiós a sus bebés.

—Mami vamos a estar bien, llamaremos, promesa.

Ella asiente limpiando sus lágrimas.

—Hanny sabes que estoy a una llamada, aliméntate bien y duerme tus horas completas.

—Mamá te amo.

Sonrió antes de acercarme a mis pares, ambos me ven con lagrimas en los ojos, los míos están por empezar a soltar la tormenta que apenas retienen.

Jamás me he separado de ellos.

Ellos estarán bien, están a salvo, llevan años estándolo.

—Vengan aquí y denme amor.

Ambos se estrellan contra mi pecho y ahí empieza la verdadera tortura.

Lágrimas, sollozos y muchos “te extrañaré”

—Solo estoy a una horas y una llamada — acaricio sus mejillas — me los llevare en vacaciones y días libres, va a funcionar.

Orson limpia su rostro mostrándome una sonrisa débil.

—Momu ya no te atormentes, toda tu vida nos la has dado, disfruta de esta aventura — levanta el mentón — ahora yo cuidare de ustedes.

Tan solo tienen trece años y ya me hacen sentir completamente orgullosa de ellos.

—Lo sé Mi Angelo, son lo mejor en mi vida y voy a esforzarme mucho para lograr cumplir nuestros sueños.