Capítulo 24

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Ahora te protejo yo.

Camila.


Horas antes.


Siempre me queje por todas las medidas que tomaban mi hermana y padre, odiaba entrenar, las armas y clases de defensa personal, odio la violencia y sobretodo recordar el porque tengo que saber hacer todo eso.

A mis 10 años cuando se supone que debía estar emocionada por la última Barbie que salía a la venta, yo aprendía a luchar cuerpo a cuerpo, a los 12 a cómo manejar dagas y armas blancas, en lugar de fiesta de 15 años tuve mi graduación por usar armas de fuego, todo siempre acompañada de mi otra mitad, mi hermano, a él todo eso le fascina, yo por el contrario me abrumo.

Pero justo ahora agradezco que mi hermana me haya obligado a aprender todo eso, porque no siento miedo, o al menos no lo siento por mi.

Mi hermana.

Desde que tengo memoria mi hermana ha sido mi heroína, nos tocó vivir una vida de mierda gracias a mi madre, pero Rebecka siempre hizo que todo fuera más sencillo, ella se sacrificó.

Sí, mi hermana dio todo por nosotros, ella siempre ha sido nuestro escudo y soporte, pero hoy no estuvo para protegerme, mi hermana hoy no pudo hacer nada para evitar esto.

Sin embargo hasta en esto sigue siendo mi escudo porque ella no está, pero sí está lo que me enseñó.

—Ya deja de llorar, que ya me tienes hasta la madre con tus pinches berrinchitos pendejos — me habla en español.

No le contesto, me da muchísimo miedo, pero no temo en realidad por mi, si no porque se que Becka se pondrá en bandeja de plata con tal de que yo esté bien.

—Vamos a llamar a la puta de tu hermanita — me encaja los dejos en la mandíbula y me le zafo bruscamente ganándome un golpe — quietecita pendeja , más te vale portarte bien, por qué si no, tú y yo vamos a jugar un juego que me gusta mucho.

Lo veo con rabia y asco, le escupo la cara ganándome su furia, vuelve a golpearme y a jalarme del cabello haciéndome gritar.

—Ahora a callar.

Saca mi celular y llama poniendo el altavoz.

—¿Qué quieres?, Dime qué mierda quieres para que me la entregues — la voz llena de rabia de mi hermana me hace intentar forcejear cuando el asqueroso hombre se ríe.

—Oh mi pequeñita puta, ¿Esos son los modales con los que debes hablarle a papi?

Odio que le diga así.

No estoy para tus juegos enfermos, dime de una buena vez que es lo que quieres y deja a mí hermana.

—A ti — se me eriza la piel y me terminó de dañar las muñecas en vano porque no puedo liberarme — Así de simple, tú por ella, aunque debo admitir que Camilita se puso bastante bien.

Lo veo presa de la rabia y solo sonríe lánguidamente.

Déjame hablar con ella — exige.

—Cinco minutos.

Me toma del mentón con fuerza haciéndome quejar.

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora