Capítulo 7

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Thiago

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Thiago

Soy una persona de creyente y de fe.

Si hoy alguien me preguntara si creo en el destino o casualidades, la respuesta sería; sí.  Porque justo eso es lo que me trajo aquí, todo el universo conspiró para que yo estuviera aquí, desde mi cita fallida hasta el toparme a Hannah en casa.

El ambiente está tenso, Rebecka no ha dicho absolutamente nada desde que subió al auto.

Apenas llegaba a casa cuando Hannah recibió la llamada de la terapeuta para que viniera por su hermana, pero Chris  y ella tenían una cena con los padres de mi amigo, así que se me hizo fácil ofrecerme.

Jamás creí encontrar a Rebecka en este estado, es como si no fuera ella y solo sea un cuerpo sin vida.

Ni siquiera ha hablado para reclamar por qué estoy aquí, solo mi nombre salió de sus labios en un débil susurro.

Por el rabillo del ojo la veo, tiene los ojos rojos e hinchados, la nariz y mejillas también las tiene rojas y a cada nada suelta suspiros como si hubiera llorado durante mucho tiempo, no me ve, solo mantiene la vista fija en sus manos que tuerce y juega como si estuviera ansiosa.

La pierna izquierda comienza a temblarle y al ver que sus labios forman un puchero sin pensarlo coloco mi mano sobre su rodilla.

— ¿Qué haces? — respinga al sentirme.

No respondo, ni yo sé lo que estoy haciendo.

No debería estar aquí, ni siquiera sé porque me ofrecí.

Ella dejó claro que no quería volver a verme, después de todo, aunque de su boca no salieron esas palabras esta semana en la que me evadió lo dejo claro.

Al ver que no pienso contestar simplemente deja caer sus manos en su regazo y recarga la cabeza en el respaldo luciendo afligida.

No tengo idea de que es lo que la tiene de esta manera, pero el verla así, tan vulnerable, me genera impotencia.

Estacionó la Jeep junto a los demás autos en el estacionamiento subterráneo del edificio en el que vive.

Es preocupante el que ni siquiera determine que llegamos, ni cuando apagó el motor y tampoco cuando abro si puerta y la tomo en brazos bajándola.

Se aferra a mis hombros dejándome llevarla hasta el ascensor que nos dirige al Pent-house, al entrar no hay ruido por lo que supongo que nos encontramos solos así que simplemente camino hasta su habitación.

Me siento en la orilla de la cama con ella en mis piernas, quito los mechones de cabello que caen por su rostro.

— Muñeca — los labios le tiemblan y se niega a abrir los ojos — Rebecka háblame.

Niega y se aferra aún más a mi chaqueta, la estrecho contra mi pecho cuando comienza a sollozar.

Un nudo se forma en mi garganta al sentir el dolor con el que ella está lidiando, quisiera poder quitarle todo lo que la tenga así.

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora