Capítulo 37

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Miedo, culpa y tormentos.

Rebecka

Los observo mientras lloro en silencio.

No los merezco…

Pude perderlos y sería completamente mi culpa, y aun con todo eso fui lo suficientemente egoísta para decidir traerlos a este mundo. Uno en el que yo más que nadie se que la maldad está hasta en quienes menos lo esperamos.

¿Y si soy tan mala madre como Martha?

Suspiro sintiendo mi pecho doler, cada noche es lo mismo, duermo tan solo unos minutos y la angustia acompañada de pesadillas me hace venir a su recámara y observarlos.

—Muñeca — me aferro a la baranda de las cunas dejando salir más lágrimas — están bien, están a salvo.

—Lo sé, yo…

—¿Quieres que llame a Hellen? — niego — dijo que estaría disponible…

—No quiero — lo corto — de cualquier modo la veré esta tarde.

No oculto la molestia, no es que me caiga mal, simplemente no me gusta sentirme así.

—Ve a dormir, yo me quedaré con ellos.

Dejo que me abrace, mis ojos pesan y mi cabeza punza, no he dormido nada bien.

—No..

—Ve, te prometo no moverme de aquí — asiento, es al único a quien le confío a mis hijos con los ojos cerrados — te amo muñeca, no lo olvides.

No digo nada, no se si merezca su amor.

Entro a nuestra habitación y me recuesto tratando de conciliar el sueño, cosa que no pasa ya que permanezco despierta hasta que el sol sale y al igual que todos los días el timbre suena.

Me pongo de pie y lavo mis dientes antes de salir a la habitación de mis hijos.

—Iré a abrir — se gira Thiago, tal como lo dijo, no se movió de donde lo dejé — trata de ser amable Rebecka, ellos te aman.

No contesto y sale soltando un suspiro, cierro los ojos.

Tal y como lo pienso es Orson quien cruza la puerta esta vez, durante estos casi cuatro meses no han parado de venir.

Los amo, pero no puedo evitar sentirme una mierda de persona al reaccionar mal cuando ellos se acercan a los bebés.

—Hola momu — lo observo, el brillo peculiar en sus ojos se ha apagado.

—Hola — no oculta la sorpresa, es la primera vez que le hablo en un tiempo.

—¿Cómo estas?, ¿Cómo están mis sobrinos? — me tenso cuando se acerca a la cuna, respiro profundo.

Es mi hermano, mi hijo, él no hará nada para lastimar a mis bebés, me repito una y otra vez.

—Orson — se detiene observándome — ¿Puedes alejarte un poco?

Asiente rápidamente y se aleja parpadeando.

Me acerco a uno de los sofás sentándome ahí y él hace lo mismo en el que queda libre.

Thiago nos observa desde el umbral de la puerta y me sonríe antes de irse dejándonos.

Siento mis ojos humedecerse y centro mi vista en las cunas mientras en silencio dejó salir las lágrimas gruesas que me empapan la cara.

Lo siento observándome, muerdo mis labios queriendo contener los sollozos.

—Becka — la voz se le corta haciéndome sentir miserable — te voy a contar algo.

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora