Capítulo 17

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Soltar miedos.

Rebecka

—Sopla las velas mi niña — mamá acaricia mi cabello — pide un deseo.

Hago lo que me pide cerrando los ojos, antes tenía muchos deseos pero hoy, hoy no puedo pedir nada, lo tengo todo.

Hannah me abraza besando mi mejilla al igual que todos felicitándome, trece años, hoy catorce de Agosto cumplo once años.

Si alguien le hubiera dicho a esa Rebecka de cinco años que hoy estaría festejando su vida junto con su familia, si le dijeran que ella iba a tener una verdadera familia que la ama, hubiera llorado, llorado del coraje por creer que se están burlando de ella.

No ha sido fácil, desde que papá nos acogió y sacó de la basura en la que estábamos no todo mejoro, yo no mejore.

Estoy rota, ya lo acepte aunque los demás no lo hagan, tengo muchas marcas, marcas que creo jamás se borraran.

Y sobretodo tengo enojo, muchísimo enojo, si algún día llegase a encontrarme a Martha o a el asqueroso que me tocaba no se como reaccionaria, pero si se una cosa y es que el odio que siento ya no me dejaría ser la víctima, ahora seré la victimaria.

El poder tener justicia es lo único que me ayuda a no volverme loca, eso y mi familia.

Las pesadillas no se han ido, pero ya puedo hablar un poco de ellas, mi nueva terapeuta ya duro un año conmigo, lo cual si le preguntas a mi padre es un avance ya que ha pagado más de los años que justamente estoy cumpliendo en terapeutas, la doctora Sharpe me agrada.

¿Algún día mis heridas sanaran? No lo sé.


Los golpes en la puerta me hacen despertar, la luz se cuela por las ventanas quiero moverme para alcanzar mi celular pero el peso en mis costillas y piernas no me lo permiten.

Thiago me tiene sujeta a él como si temiera a qué me aparten de su lado.

—Rebecka, por Dios despierta — Hannah vuelve a tocar.

Me renuevo para pararme pero el agarre en mi cintura se afianza.

—Quédate quieta — gruñe sin abrir los ojos.

—Es Hannah, ya es tarde. Déjame levantar — trato de quitarme de su agarre en vano, ya que no lo muevo ni tantito.

—Dile que se valla — entierra su cara en mi cuello.

Suspiro resignada, este hombre no me va a soltar.

—Becka — vuelve a tocar.

—¿Qué pasa Hannah?

—Mamá me mandó a hablarles para que bajen a desayunar, iremos después a la playa.

—Ahorita bajamos, danos veinte minutos — ahogo un gemido cuando Thiago mete su mano entre mis bragas.

—No tarden.

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora