Capítulo 31

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Cultivando momentos.

Thiago

Alguna vez llegue a escuchar o incluso ver en alguna serie de televisión como los personajes se quejaban de sus parejas embarazadas, siempre creí que lo hacían para vender.

Pues no, es real.

O al menos en mi caso lo es, Rebecka es una montaña rusa de emociones con todas las hormonas golpeándola a cada nada.

De repente puede estar muy enfadada o triste y llorando por todo o justo como ahora que no para de reír.

—Respira.

Voltea a verme y vuelve a reír.

—No — se toma el pecho tratando de calmarse — no puedo.

Termino riéndome junto con ella cuando vuelve a leer ese capítulo de su libro en el que uno de los personajes se desnuda en un escenario de strippers y termina besando a una anciana.

—Ay — se queja tomándose el vientre — me duele mi pancita.

Sonrió con ternura y me acerco a dejar un beso en su muy abultado vientre, llevamos aquí casi un mes y ellos no paran de crecer haciéndola ver preciosa.

—También me duele mi boquita…

Me río incorporándome para besarla, esta es la Rebecka amorosa.

—¿Cuándo des a luz dejaras de ser tan mimada? — pregunto contra sus labios y frunce el ceño.

—Me conociste siendo así ¿Ya no te gusto? — sus labios forman un puchero.

—Muñeca, eres una caprichosa, pero te amo más que a nada y me encanta que seas así.

—Que bueno, porque no pensaba cambiar — se ríe y la veo mal — Oye no puedes culparme, mi padre mandó a cerrar Disney solo porque aún le tenía demasiada ansiedad a las multitudes.

La veo incrédulo esperando a que me diga que bromea.

—¿Es en serio? — asiente y sonríe como si lo estuviera recordando.

—Imagina lo felices que fuimos cinco niños en un parque con todos los personajes para nosotros — se ríe y me quedo atrapado en el brillo de sus ojos — hicimos que los personajes se subieran con nosotros, creo que ese día fue como un descanso para ellos.

Me acerco a besarla y sonrió contra su boca.

—Te amo preciosa.

—Te amo más chulito — vuelve a besarme — tenemos hambre.

Vuelvo a reír en cuanto se sonroja, con esta sería la tercer vez que pide de comer y a penas son las dos de la tarde.

—¿Qué se te antoja?

Se muerde el labio y frunce el ceño para después darme una gran sonrisa.

—Quiero mole con pollito y arroz.

La veo con sorpresa.

—Muñeca ¿De dónde te voy a sacar comida mexicana?

Me alarmó en cuanto sus labios comienzan a temblar y los ojos se le cristalizan.

—No, no llores, le diré a la señora Laura que prepare algo.

La mala cara no la quita y simplemente se recuesta en el sofá.

Suspiro y me encamino a la cocina en dónde la señora Laura se encuentra picando fruta.

—Joven Thiago, ¿Necesita algo?

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora