Capítulo 38

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Actos de amor.

Thiago.

—No es justo Thiago — Lisa se acerca decidida a mi hija.

—Te dije que te vallas — la rubia se interpone empujándola — deja de actuar como niña y madura.

Hago una mueca, en estos casos no se que posición tomar.

—Thiago Nicolás Edwards — me apunta furibunda, su rostro pálido siendo remplazado por uno rojo de rabia — es inaudito que permitas que ella se acerque a mis sobrinos y yo no, es estúpido. Rebecka debería..

—Mi hermana no debe hacer nada — la corta Hannah — de malas si no te gusta Lisa, Becka no se siente cómoda contigo cerca de los niños, respeta su proceso.

—No se siente cómoda con nada — tenso la mandíbula, como siga me va a cansar — no deja que mis padres vengan y no me deja verlos. Pero ustedes si pueden hacerlo, es un tanto hipócrita. Tiene que madurar, por Dios.

—Será mejor que te vallas Lisa — le digo y me ve incrédula — no voy a permitir que vengas a mi casa a insultar a mi esposa, no pretendo ser grosero contigo, eres mi hermana, así que por favor retírate.

—Eres un idiota Thiago — limpia sus lágrimas con rabia — te están manipulando.

—Cállate ya joder — elevo la voz haciéndola sobresaltar, la bebé en brazos de mi cuñada se remueve. Tomo a Lisa sacándola de la habitación — dices que mi esposa no madura y tu no eres capas de ser un poco empática.

—Yo si soy…

—No, ni tu ni mamá lo son — la corto harto de sus reclamos — no son capaces de ver que el que ellos puedan estar aquí la ayuda, que es su familia y para ella es muy duro el que le cause conflicto el tenerlos cerca. No pueden entender que Rebecka esta saliendo de una fuerte depresión, que el que ahora pueda permitir que sus hermanos y padres vengan disminuyen sus ataques de pánico.

Trago duro, estos días han sido mejores pero no tanto como quisiera.

—Yo no sabia..

—Claro que no, porque te comportas como una idiota — le grito — no te has molestado en siquiera averiguar como sigue. Pero te informo que ahora solo son pocas noches en las que se queda en vela, cuidando que por alguna razón que seguramente en su mente sería su culpa nuestros hijos mueran. Ya solo son pocas noches en las que despierta presa de los gritos y miedos, rogando que no toquen a mi hija, que no la violen.

Mi cara se empapa, trago el nudo en mi garganta. Ella me ve arrepentida con la cara empapada.

—¿Sabes lo que es que la persona a la que amas grite entre sueños que ella se entrega? — la apunto — ¿Qué se diga que es mala madre por su pasado? Pasado del que fue víctima siendo una niña, joder, una inofensiva niña.

—Lo siento Thiago — sorbe su nariz — pero me duele que esos puedan estar aquí.

—Esos que tu ahora pareces odiar, son los primeros que ayudaron, esos, respetaron su proceso y aun sin poder ver a los mellizos o a su propia hermana e hija venían y nos apoyaban, no se quejaban — le digo molesto — así que si mi mujer quiere que ellos estén aquí, pues que así sea.

—¿Y si ella no nos quieres cerca? — me pregunta dolida — ¿Vas a dejar que nos separe?

Me río lleno de cólera.

—No conoces nada a mi esposa — niego — esa mujer se la pasa disculpándose cuando no debería hacerlo. Le duele el que yo esté “alejado” de ustedes. Se siente egoísta, no hay día en el que no se disculpe. Y no, ella no me alejara de ustedes como dices, eso lo están haciendo ustedes mismos.

Pálpitos de un corazón herido [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora