CAPÍTULO 24 → FARAH

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Llevaba en mi cuarto menos de tres minutos cuándo la voz de Aina resonó a través de las paredes de mi habitación.

─ ¡Ya estamos en casa! 

No hizo falta pegar ninguna voz para que yo saliera, con un mensaje de WhatsApp de Isaac diciendo «Baja.» fue suficiente.

Cuando bajé me encontré a Isaac y a un chico un tanto parecido a él, aunque un pelín más bajo, deshaciendo un abrazo al cuál llegué tarde para ver.

─ ¡Farah! ─ Dijo Aina, feliz según me vio ─. Él es Lynch, mi hijo menor. Es el hermano de Isaac, se llevan un año, es de tu misma edad, seguro que os lleváis bien.

Genial, no me bastaba con tener que socializar con uno que ahora tenía que hacerlo con dos.

─ Encantado ─ a primera vista, era un chico amable y con quién me podría llevar. Si fuera una persona normal y pudiera socializar sin problemas. Hasta me recordaba un poco a Kurt.

─ Encantada ─ me estrechó la mano ─, soy Farah.

─ Lynch ─ me recibió con una sonrisa, genial, ahora tenía que socializar con otro más.

─ ¡Espero que os llevéis bien! ─ Aina estaba tan contenta que parecía una niña pequeña.

─ Sí ─ solté una risa nerviosa.

─ Lynch, tú tienes que ir a coger la plaza a la Universidad de nuevo, tenemos que hacerlo lo más pronto posible.

─ Hemos pasado al lado de la Universidad con el coche, literalmente.

─ Me da igual, tienes que venir ─ no tenía ni un poco de lógica eso. Aina se volvió a Isaac y a mí ─. Vuelvo en una hora más o menos, ya podéis salir si queréis.

─ Val... 

─ ¿Sois novios? ─ Interrumpió Lynch a Isaac con su preguntita.

Sentí mis mejillas picar por eso.

─ ¡Lynch! ─ Regañó Aina ─. ¡No preguntes eso! Son amigos, ¿verdad?

Ja. Ja. Precisamente amigos, con lo bien que me cae su hijo.

Isaac me miró y reprimió una risa, aunque no para que yo la siguiera, sino para él, entonces no supe si se reía de la situación o de mí. Espero que de la situación.

─ Sí... ─ dijo Isaac con obvia ironía.

─ Bueno, os dejamos aquí, ahora venimos ─ apostaría lo que fuera a que si Uxue estuviera allí, estaría dos semanas enteras haciéndome caritas pícaras, juguetonas y burlonas por sus palabras ─, vamos, Lynch.

Ellos se fueron, Isaac sin mediar palabra se encerró de nuevo en el salón supongo que a leer, yo me metí en mi cuarto, porque se me había ocurrido una gran idea para el libro, pero también porque estaba muriéndome de calor y tenía la ventana abierta en la habitación. También quitarme la sudadera porque estaba muriéndome de calor y ponerme las pulseras, ya que ya empezaba a haber menos dolor y más costra. No podía quitarme la sudadera frente a ellos.

Según me encerré, pude sentir la refrescante brisa golpear mi rostro y mis piernas descubiertas por mis pantalones cortos. Sí, me había atrevido a usar pantalones cortos.

Me quité la sudadera y la lancé a la cama, mi brazo ardió por el aire que le golpeó. Suspiré y caminé hacia el cajón y coger el ordenador, hacía tanto calor ese día...

Lo malo era que en el tocador que había en la habitación hubiera un espejo, en el que fue inevitable mirarme. Con ese top que llevaba se me veía la cicatriz de la clavícula.

El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora