CAPÍTULO 31 → ISAAC

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Trataba de olvidar la escenita que había montado mi hermano, de verdad lo hacía.

Estaba escuchándo música para olvidarme de todo, era lo que siempre hacía, escuchar música era mi salida para los problemas.

Escuchaba la canción Sex, Drugs, Etc. de Beach Weather, a todo volúmen. La verdad, dependiendo de mi estado de ánimo, escuchába unas canciones u otras. Por ejemplo, ahora lo que necesitaba era un viaje astral mental y escapar de la realidad, por lo que, me puse mi playlist de Spotify ─ una de las cincuenta que tenía ─, que era más calmada y me puse a dibujar.

Me encantaba dibujar, desde muy pequeño, no pintaba en lienzos, pero podría hacerlo, aunque prefería guardarme mis dibujos en hojas. 

Llevaba con el mismo dibujo ya casi tres días, se trataba de un pájaro enjaulado en unas costillas humanas, con unas cuerdas por debajo, todo estaba en blanco y negro, me encantaban los dibujos así, casi nunca les ponía color. 

Al dibujo, a pesar de estar ya terminado, sentía que le faltaba algo, era demasiado perfeccionista con ese tema, pero no sabía el qué. No era la primera vez que me pasaba, me había pasado ya antes, pero tenía la solución para eso:

Empezar un nuevo dibujo.

Y vaya que tenía varias ideas para eso.

No me lo pensé dos veces, aparté la lámina con el otro dibujo prácticamente acabado y saqué otra completamente en blanco. Me lancé a dibujar unas manos estrujando un corazón, era lo que más me apetecía dibujar en ese momento. No porque tuviera roto el mío, sino porque me gustaba dibujar cosas tétricas y macabras.

Me tomó bastante dibujarlo, unas cuatro horas, más o menos. Apenas tuve que borrar la lámina, cada trazo que hacía me salía a la perfección. A pesar de tener la música a todo volumen, de vez en cuando oía los pasos de Farah deambular por la casa. 

Era el momento del último trazo.

Suspiré y lo realicé, con el máximo cuidado.

Me quedó perfecto.

Lo firmé, miré el dibujo, miré después mis manos, después todo el escritorio, el cuarto, y finalmente, sonreí, orgulloso de mi trabajo

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Lo firmé, miré el dibujo, miré después mis manos, después todo el escritorio, el cuarto, y finalmente, sonreí, orgulloso de mi trabajo.

─ Joder, te ha quedado de puta madre ─ reconoció una voz detrás de mí. Me sobresalté de una manera inhumana.

Mi hermano, cómo no.

─ ¡Joder, Lynch! ¡Me vas a matar de un puto infarto algún día! ─ Espeté, poniendo mi mano en mi pecho, justo dónde mi corazón martilleaba fuertemente por el susto e hiperventilé un poco. Me quité los cascos.

─ ¿Seguro que vas a morir por infarto y no por sordera? ¿Cómo es que aún no estás sordo? ─ Preguntó, algo molesto ─. Ni siquiera te has enterado cuando he entrado a tu búnquer al que tú llamas «habitación», ¿cómo puedes tener la música tan alta?

El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora