CAPÍTULO 34 → FARAH

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No me daba buena espina.

No porque fuese una fiesta con alcohol y libertad pura, eso me daba un poco igual, de todos modos, estaría con mis amigas ─ y con Silvia y Uxue nadie se nos acercaría, lo tenía más que asumido ─, y en cualquier caso, podría gastar batería llamando al inútil de Isaac. Sólo en un caso urgente.

No me daba buena espina porque había demasiada gente, y yo me agobiaba con tanta gente. Fenna, Silvia y Uxue me prometieron que estaríamos en sitios dónde no hubiera mucha gente, para no agobiarme, así que, no suponía mucho problema, al fin y al cabo, yo solo quería divertirme. 

Las cicatrices de mis piernas se veían con el vestido. Llevaba unas semanas tratando de no avergonzarme de ellas y lo estaba logrando, porque esa noche no me sentía nada acomplejada ni de ellas, ni de mí misma.

─ ¿Cuánta... gente hay? ─ Me atreví a decir. El aire nocturno me abrazó la piel.

─ Mucha ─ afirmó Isaac ─. Unas cien, aproximando.

─ ¿Acaso tu amiguito es Harry Styles o qué? ─ Pregunté. Normalmente, en una comida familiar, nueve personas ya me parecían demasiadas, cien me parecían una locura.

─ No, pero es... muy sociable ─ «Todo lo contrario a ti.», quise decir. Pero preferí callarme, mi vestido estaba en juego. Es decir; podría tirarme al suelo sucio, no por otra cosa.

─ ¿Fenna, Silvia y Uxue le conocen? ─  Enarqué una ceja, la verdad, no me extrañaría, vivíamos en un lugar de Ámsterdam un tanto pequeño.

─ Silvia le conoce, fue su compañero de hombro por varios meses en sexto de primaria, eran amigos ─ reconoció con necedad ─. Fenna sabe quién es porque Silvia le ha hablado de él. Urgía no lo sé, imagino que no.

Farah, no le pegues un bofetón si quieres mantener tu vestido a salvo.

La verdad, me sorprendió que Isaac hubiera podido argumentar algo «coherente» con más de cinco palabras, normalmente solo decía palabras sueltas, quejidos y groserías. Aunque su tono irónico lo mantuvo, cómo no, era Isaac, para él, su tono irónico era cómo el respirar de los humanos. Él no era un humano, él era un pegote molesto que sólo escuchába música y se quejaba de todo.

─ ¿De qué conoces a Fenna? 

─ Vivimos en Monnickendam, es fácil conocer a la mayoría de personas ─ se encogió de hombros. En su voz ronca, suave y masculina, se notaba un poco el acento suizo. Me derretí por dentro ─. Aunque la conozco porque de pequeña se dedicaba a tirar tomates a la ventana de mi habitación, sólo porque hubo un día que no acompañé a su queridísima hermanastra Silvia a la cafetería. Aún le guardo algo de rencor.

¿Isaac amable? ¿Debía tomarle la temperatura? ¿Llevarle al hospital? ¿Estaba bien?

Solté una carcajada.

─ Te mereces esos tomates ─ admití entre risas. Entonces, él también rió un poco. Mierda, su sonrisa era preciosa ─. Fenna es un amor, podría caerte bien.

─ Fenna es cómo Lynch ─ me miró de arriba a abajo. ¿Cuándo tenía pensado dejar de hacer eso de una vez? ─. Da por culo, pero es simpática.

Maravillosa descripción gráfica.

─ Esa es más Uxue ─ dije, para mí misma. Le conocía de apenas cinco días y ya había descubierto su lado «déjame en paz, trozo de mierda» y su lado «soy amable contigo, pero creo que intuyes por mi forma de ser que me están obligando a serlo y lo estoy disimulando» ─. ¿Por qué estás siendo amable conmigo?

¿Por qué lo pregunté? Porque era idiota.

─ Porque me he obligado a mí mismo a ser amable contigo esta noche ─ admitió, en una especie de gruñido.

El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora