CAPÍTULO 39 → FARAH

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NOTA DE LA AUTORA:

¡Hola! 

Vengo a disculparme de antemano, pues últimamente tengo muchos quehaceres que me mandan del instituto y no puedo estar a todo. El capítulo anterior ha sido bastante flojo y este seguramente también lo sea, pero estoy algo bloqueada (no es nada alarmante, a todo/a escritor/a le pasa). Tengo una buenísima idea para unos capítulos más adelante, pero para ahora tengo pocas ideas, así que me disculpo por lo «débil» que va a ser este capítulo, lo compensaré.

Y, otra cosa que creo que se me ha olvidado mencionar: Farah no está yendo a la universidad (Uxue tampoco) porque están de vacaciones (así como Semana Santa, pero no es Semana Santa, son unas pequeñas vacaciones), espero haberme explicado.

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Habían pasado dos días desde que tuvimos ese accidente, a mí no me dieron puntos de milagro, a Isaac le tuvieron casi un día ingresado, tratando su herida y Lynch no sufrió daños.

Aunque, desde ese día, había algo que me inquietaba bastante.

Los médicos habían visto los cortes y las cicatrices.

Y me apostaba lo que fuese a que los padres de Isaac también lo sabían.

Ahora estaba en mi habitación, mi móvil no paraba de sonar, no sabía quién me llamaba, pero no podía atenderlo sabiendo que en mi mente solo había una nube negra de pensamientos.

Pasé mis manos por mi rostro y cabello, frustrada y resoplé. Mi mente seguía desordenada, pero el ruido de la llamada comenzaba a inquietarme. Cogí el teléfono y miré quién era.

Era Fenna.

Me había olvidado de ellas por completo, no había tenido el tiempo suficiente para pensar en ellas.

Atendí la llamada, llevaba llamándome casi diez minutos enteros.

─ ¿Sí?

─ ¡Farah! ─ Su tono preocupado hizo que diera un respingo ─. ¿¡Estás bien!? ¿¡Estás enfadada con nosotras!? ¡Te prometo que lo de la fiesta tiene una explicación y te la vamos a dar! ¡Hemos estado llamándote estos días, pero no con...

─ Tranquila, no estoy enfadada ─ me resultaba imposible enfadarme con ellas, mis únicas amigas. Sabía que el pánico les había dominado, porque ellas jamás me harían algo así ─, no pasa nada. Estoy bien, no fue nada grave. Siento no haber atendido las llamadas, ni siquiera cargué el móvil.

─ Te entiendo, estarán siendo días duros ─ compadeció. Y tanto que lo estaban siendo ─. ¿Puedes venir a nuestra casa? Si no quieres, no pasa nada, podemos ir nosotras, pero queremos darte una explicación. Entiendo si no quieres vernos o...

─ Tranquilas, no estoy paralítica ─ bromeé ─. Iré a vuestra casa, estoy de camino.

─ Genial, gracias. Te queremos muchísimo.

No dijo nada más, simplemente colgó la llamada. Me entraron ganas de llorar, tenía un grave problema, y era que no tenía el valor suficiente para creerme los «te quiero» a la primera, me tomaba un tiempo creérmelo. Nunca recibí cariño ni ningún «te quiero» por parte de otra persona que no fuesen mi hermano o mis escasos amigos, por lo que me resultaba complicado aceptarlos.

Salí de mi habitación después de dos días y el contraste de luz era totalmente distinto. La puerta del cuarto de Isaac estaba cerrada y la luz de la tarde se colaba entre las ventanas. Bajé las escaleras, como si fuese la primera vez que las bajaba y me encontré a Aina en el salón, tomando café. Como si me hubiera leído la mente, volvió su mirada a mí.

El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora