CAPÍTULO 59 → ISAAC

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Mientras me limpiaba una lágrima, ayudaba a Farah a recoger sus cosas.

Se iba esa misma tarde.

Le quedaban menos de dos horas conmigo.

Comprobé el reloj que había en la mesilla de noche.

Una hora y veintiocho minutos.

Es sorprendente cómo pasa el tiempo. Hacía nada estábamos dedicándonos miradas de odio todo el rato. Y ahora estaba destrozado porque la persona a la que más había amado sin duda se iba.

Sollocé al no poder contenerme más y ella se acercó a mí y me acarició la espalda.

─ No quiero decirte adiós ─ susurré, roto en millones de pedazos ─. Porque quizá ese sea para siempre.

Tragó saliva, me senté en la cama y Farah me imitó, apoyando su mejilla en mi cuello.

─ Siempre serás tú ─ murmuré ─. Siempre será la escritora pelirroja y odiosa a la que acogimos cuando se fue de intercambio. Y que no me pude sacar de la cabeza desde que cruzamos miradas.

─ Tú también serás siempre tú ─ susurró, muy bajito ─. Siempre será el lector amargado que consiguió salvarme, aunque también consiguiera sacarme de mis casillas. Y que tampoco me pude sacar de la cabeza desde que cruzamos miradas.

Farah se rio, pero esa risa terminó en llanto. Y yo lloré junto a ella, en silencio. Ver su habitación vacía, como si nunca nadie hubiera estado ahí cuando en realidad había estado el amor de mi vida era doloroso. Mucho.

─ Solo me queda una hora a tu lado... ─ susurré, y dejé un beso en su boca.

─ Espero que la espera para volver a vernos valga la pena ─ rio sobre mis labios ─. Creo que deberíamos ir bajando. Quiero despedirme de todos. Ayer lo hice con Fenna y Silvia. Hoy toca despedirme de tu familia.

─ Tú ya eres parte de esta familia. No te haces una idea de lo mucho que te queremos aquí.

─ Venga, ayúdame con las maletas.



Diez.

Diez minutos le quedaban.

Farah había pasado sus últimas horas en esta casa con toda la familia.

─ ¡Llámame seguido! ─ gimió mi madre, limpiándose una lágrima con los dedos cuidadosamente ─. Te he hecho galletas. Cómetelas por el camino. Lo necesitas, estás algo pálida.

─ Déjala, Aina ─ se quejó mi padre, arrebatándole a Farah de sus mortales abrazos y estrechándola en un abrazo más suave y vital ─. Vamos a echarte mucho de menos.

─ Siempre serás nuestra pelirroja favorita ─ dijo Lynch, dándome un codazo ─. ¿Verdad, Isaac?

Sonreí y agaché la cabeza.

─ Sí. Siempre lo serás.

Joder, solo quiero volver al día que nos conocimos.

─ Intentaremos visitarte, cielo

Llamaron al timbre y me tensé por completo.

─ Debe ser Uxue. Tengo que irme ─ se levantó del sofá, mientras decía esas palabras que me dolieron como un puñal en el pecho.

─ Te acompañamos a la puerta ─ sonrió mi madre y nos levantamos todos, detrás de ella ─. Así puedo achucharte un poco más.

─ ¿Podríais abrirle la puerta a Uxue? Ahora voy yo, creo que me he dejado algo arriba ─ Farah volvió el rostro a mí y añadió ─: ¿Te importaría ayudarme, Isaac?

El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora