Apenas había dormido, entre que tenía insomnio y los recuerdos de aquellos días rondándome la cabeza sólo me dejaron dormir tres horas y media.
Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo...
Isaac sabía que escribía, eso era lo peor de todo. Isaac lo sabía, a partir de ahora sabría lo que hacía si escribía en el portátil, a partir de ahora, siempre que viera el cuaderno se acordaría de eso, Isaac lo sabía.
Llamé a Uxue para contárselo todo. Marqué su número, tardó un tiempo en responder hasta que por fin respondió.
─ ¿Farah? ¿Qué ocurre? ─ Era Silvia ─. Uxue ha ido a comprar agua, que la que sale del grifo sabe a mierda, y se ha dejado el móvil, ¿pasa algo?
─ Sí ─ dije con un tono más bajo por si me escuchaba alguien ─. Osea, no, pero sí.
─¿Código? ─ ¿Ah? ¡Ah! ¡Ya lo había entendido! Se refería a si era grave o no.
─ Igual para vosotras o para tí es código verdísimo, pero para mí es código rojo.
─ ¿Qué pasa? ¿Puedes venir? Estamos Fenna y yo, en lo que viene Uxue vienes tú ─ amaba lo comprensiva que era Silvia ─. Seguramente nos lo cuentes mejor aquí, ya está el desayuno preparado.
─ Voy a preguntar, dame un minuto.
─ Aquí te espero, tranquila que te ayudaré en lo que necesites ─ otra vez las ganas de llorar.
─ Gracias ─ puse en «espera» la llamada y bajé al salón: nadie. No se oía ni un mísero ruido, sólo mi respiración y una desenfrenada, cómo si fuera de un perro, proveniente del cuarto de Isaac. ¿Acaso no había nadie?
Me dí la vuelta, escaleras arriba y llamé a la puerta del cuarto de mi única esperanza: Isaac.
Lo mismo estaba sola en casa con él...
─ ¿Qué necesitas? ─ Abrió la puerta, su imagen era más atractiva, tenía el cabello revuelto y le encontraba mucho más atractivo.
Alejé todos esos pensamientos de mi cabeza cuándo un perro pequeño, blanco que parecía una bola se me tiró encima entre ladridos y lametazos. Me daban miedo los perros.
─ Clyde, baja de ahí ─ esperé que lo dijera con un tono más alto, pero no lo hizo, tomó al perro en brazos, separándolo de mi torso. Entonces fue cuándo uno de sus dedos rozó mi cicatriz. No piel con piel, pero rozó una parte de mi sudadera negra de cremallera, justo la del lado de la cicatriz ─. Lo siento, ¿qué necesitas?
─ ¿Hay alguien en casa? ─ Empecé a sentir que estorbaba, su mirada oscureció un poco.
─ No, aparte de mi perro, tú y yo, no ─ me dio un repaso de los suyos para luego mirar mis ojos con delicadeza ─. ¿Qué necesitas?
─ Quiero saber si puedo ir a casa de Uxue, me ha surgido algo importante y debo ir a su casa ─ supliqué mentalmente para que no me preguntara el motivo ─. Será rápido.
─ Ve, no tengo problema ─ se encogió de hombros, sólo le faltó decir «si te atropella un coche no es mi problema» ─. Diviértete. ¿Algo más?
─ No ─ le eché un vistazo rápido a su habitación, entonces ví en una estantería un boceto de un dibujo que hice que metí en el cuaderno en una hoja arrancada de otra libreta, paralelo a las historias, pero era un boceto de un brazo extendido, con cortes y de estos brotaban preciosas flores. Mierda, necesitaba de vuelta el dibujo, ¿y si se daba cuenta? La verdadera pregunta era: ¿por qué lo tenía ahí? La respuesta más lógica era que lo había visto en el cuaderno y lo había guardado. Ahora tendría que entrar a su habitación en secreto y cogerlo.
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El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]
Romance¡ESTE LIBRO ESTÁ EN PROCESO DE CORRECCIÓN! Farah; una chica, en el primer año de Universidad, se va de intercambio a Ámsterdam. Su ilusión y orgullo por cumplir sus sueños y nostalgia por su obsesión quinceañera con ese lugar la llenan plenamente de...