XXXVII

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Pablo volvió a acercarse hacia mí para besarme nuevamente, anhelaba volver a sentir el contacto de sus labios sobre los míos lo antes posible, cuando de repente un grito resonó a lo lejos, logrando alejarnos lo mas rápido posible.

Mi corazón se acelero demasiado. El me sonrió y guiñó su ojo, parecía tan sobresaltado como yo. Mi labial estaba esparcido por su boca y su respiración era agitada.

Eso me gustó. Maldita adrenalina.

—¡Marizza!— grito Victoria entre sollozos —Marizza ¿Estás acá?—

Su voz quebradiza y su actitud  desesperada solo me hicieron pensar lo peor.
Olvide por completo el beso de hace instantes.

—¡Vico!— grite desde el sillón, haciendo señas con mis manos, sin importar que me viera junto a Pablo.

Al verme comenzó a correr hacia mi, yo me levante del sillón y por instinto me acerque a ella lo mas rapido posible.

—Marizza por fin te encuentro— me abrazo con fuerza, sollozando en mi hombro y mojandolo con sus lagrimas —nos tenemos que ir, por favor—

—Vico ¿que te paso?— pregunté realmente preocupada —¿te hicieron algo? ¿Alguien te lastimo?—

Victoria no podía dejar de llorar mientras se aferraba cada vez más a mí. Tenia un olor a alcohol que se sentía hasta la china. Tambien arrastraba sus palabras o se trababa al hablar, señal de ebriedad.
Pablo se acercó a nosotras, algo preocupado también.

—Tomas— dijo entre sollozos —Estaba con... con otra mujer—

Suspiré un poco más aliviada, y volvi a envolverla entre mis brazos, no era algo grave. O por lo menos, de esto no iba a morir.
Podría ser peor. Yo esperaba algo peor.

—Es un idiota— susurré mientras acariciaba su cabello.

—Tomas me engaño— lloro aun con más intensidad — Es- estaba con o-otra en el baño— tartamudeo

—¿Y Felicitas?— pregunté confundida —¿No estaba con vos?—

—Ella fue a buscarte también, tuvo la suerte de que Guido no esté con nadie— suspiró —Jamás lo había atrapado con otra, es la primera vez—

—¿Queres que nos vayamos afuera?— pregunté al notar que las personas nos observaban y que era difícil poder hablar con la música tan alta.

—Si, por favor— suplicó —Marizza no lo invites a tu casa, no quiero verlo esta noche— sollozo

—Pero quedamos en que iban a venir todos a casa, Vico— dije incómoda, sabía que sin Tomas ni Pablo ni Guido irían... y sinceramente muero por estar con Pablo en mi casa esta noche.

—¡Pero Tomas no!— chilló —Me rompió el corazón ¿entendes?—

Claro, yo más que nadie sabía lo que es un corazón roto, el chico a mi lado fue quien me lastimó más que nadie, y gracias a eso llevaba meses buscando venganza.
Yo podía entender a Vico, más que nadie en el mundo.

—Esta bien, vayamos con Feli afuera, pedimos un taxi y nos vamos las tres a mi casa— dije mientras continuaba acariciando su cabello.

—Voy a tu casa con Guido más tarde— me dijo Pablo con una sonrisa pícara en su rostro —Primero voy a avisarle a Tomas que nos vamos—

—Entonces te veo más tarde— lo miré de arriba a abajo y mordí mi labio inferior.

El asintió y me guiñó un ojo.
Dios santo, no se si fue el alcohol en mi sangre o la adrenalina del beso, pero ese chico estaba volviéndome loca. Esta noche Pablo me hizo perder la cabeza por completo.
No me había ido y ya estaba pensando en volver a vernos. Diablos.

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora