The acting

XXXV

Maraton 1/2

El martes resultó ser bastante aburrido para mi gusto, luego del desayuno ninguno soltó ni un solo dato más, por desgracia tuve que tolerar palabras absurdas de las chicas, las acotaciones y malos chistes de Guido, los silencios de Tomas y las miradas confusas de Pablo.
Pero poco a poco me adaptaba a esto.

Hoy era miércoles, nuevo día, nueva chance.

—¿Podes esperar a que me vaya para tirarte perfume? Tenes olor a prostituta— me dijo Lujan mientras se peinaba.

Yo estaba escribiendo mi diario luego de haber terminado de arreglarme para las clases. Ya tenía todo listo y hasta me había sobrado tiempo.

—Gracias— sonreí falsamente—Me encanta—

—Me dan nauseas—

—¿Hasta cuando van a seguir así, chicas?— nos preguntó Luna, fingiendo estar preocupada —Son amigas ustedes—

Yo deje mi diario debajo de mi almohada, como siempre y observe a Luna.

¿Desde cuando se preocupa por nosotras? Si jamás le importamos. Ella es la más falsa de todas.

—Nadie pidió tu opinión, mejor cállate, mosquita muerta— di media vuelta y me fui, sin escuchar sus palabras.

Camine hasta la cafetería y en minutos después me di cuenta de lo que había dicho.
Insulte a Luna Fernández... y se sintió bien. Muy bien.

Supongo que en el fondo nunca le perdone haber sido parte del grupo que arruino mi cabello el primer día de clases.

No le termino de creer su papel de buena, de víctima.

Tome un par de cosas de mi casillero, decidí saltearme el desayuno. No tenía ganas de comer.
En realidad no tenía ganas de nada hoy.

Fui a caminar por el patio del colegio, necesitaba un poco del aire fresco de la mañana. Despejar mis ideas, calmar mi ansiedad.
Cuando vi que se hacia la hora de entrar al salón comencé a caminar hacia allá.

Abrí la puerta del aula y me tropecé con Fernanda, quien estaba allí parada, ocupando todo el espacio del pasillo.

—¿Sos ciega o que?— pregunté con enojo —Si yo entro, vos te vas ¿entendes?—

—No te vi, Marizza— puso los ojos en blanco

—Anda al oculista entonces, pero no te me vuelvas a acercar—

—Fue sin querer—

—La próxima vez que "sin querer" me hagas tropezar, yo "sin querer" voy a hacer una exposición de tu ropa interior en el pasillo—

Pase por al lado de ella, golpeando su hombro al empujarla.
Me senté junto a Felicitas, apretando mis puños y mis dientes con mucha fuerza,  pero a la vez, con una gran sonrisa falsa en mi rostro.

Los nervios y la ira estaban apoderándose de mi, sentía que en cualquier momento explotaría ante todos.

—Me encanta que le hayas puesto los puntos— dijo ella al verme

Yo sonreí aún más.

Tal vez ser una chica pesada no era tan malo.
Si a mi me habían tratado así ¿Por qué yo no podría hacer lo mismo? Al fin y al cabo se lo merecían.

—Tendrías que hacer lo mismo con Luján, te mira con un super odio— dijo Vico detrás nuestro —Se nota que te tiene envidia—

Tal vez tenía razón.

—En algún momento Lujan fue mi amiga— dije inconscientemente

A pesar de todo, Lujan siempre será la primera chica que me recibió bien el primer día de clases. La que me defendió. Ella guardo todos mis secretos, y hasta incluso me ayudo a ser quien soy hoy. No podría pelear con ella, no me atrevería. Siempre tendrá un lugar especial en mi corazón,  por más que ya no seamos amigas.