The acting

L

Sin mentir ni exagerar, llevaba veinte minutos en la puerta del elite way, con miedo a entrar.
Odiaba tener que estar pasando por esto, pero yo sólita me lo busque. Ahora tendría que enfrentarlo.

Como había decidido dejar de ser un personaje, use mi uniforme común. Sin cambios pequeños como subirme la remera ni doblar las mangas.
Tampoco usaba una falda levantada ni dos tallas más chica que yo.

Ni mucho menos me maquille como antes, solo me puse rimel y me tape las ojeras, por más que mis gafas tapaban un poco mi maquillaje, a mi me gustaba.
Deje mi cabello al natural.

Por primera vez estaba cómoda.

Y como nunca nada puede ser normal en mi vida, una vez que me anime a pasar por la puerta, dos voces agudas y chillonas gritaban mi nombre a lo lejos.

—¡Marizza! Por fin apareces— me dijo Felicitas, junto a ella estaba Vico —Tenes que arreglar todo lo que paso, el colegio es un desastre—

—¡Mia ya no nos habla! Nuestros novios nos dejaron y Pablo es un idiota— aseguró Victoria con desesperación

—¿Ustedes no me odiaban?— frunci el ceño

—Gracias a Mia nosotras dejamos de ser dos perdedoras y nos convertimos en las más populares— dijo Feli —Pero gracias a vos, empezamos a vestirnos y actuar como realmente somos, no podemos odiarte... pero ahora estamos solas—

—Ya nadie nos quiere, y hasta la idiota de Fernanda se ríe de nosotras—

—Chicas, les voy a decir algo que yo aprendí hace poco— suspiré —No importa cuanto se esfuercen en agradarle a los demás, si no son ustedes mismas, entonces no son nada—

—Empezamos a ser nosotras ¿y que ganamos? Que los demás nos odien— aseguró Felicitas

—Eso se lo ganaron con mentiras, traiciones y maltratos... igual que yo— aseguré— todos estamos pagando por lo que hicimos ¿entienden?—

—Necesitamos que nos ayudes— suplicó Vico —queremos volver a la normalidad, no nos gusta esa vida—

No sabía como diablos decir que no, ambas chicas estaban desesperadas por recuperar lo que alguna vez fue su vida.
Pasaron de ser reinas a ser odiadas.

Yo las entiendo.

—Ella no va a ayudar a nadie— dijo una voz detrás mío —Déjenla en paz, la espera un día largo—

Pablo paso su brazo al rededor de mis hombros y ellas nos miraron asombradas, se fueron en silencio, impactadas de vernos juntos.

—Hola— dije nerviosa —Me salvaste—

—Y vos me sorprendiste, no creí que ibas a venir—

—Tengo que enfrentar las consecuencias— suspiré

—O podemos ir a la mapoteca y olvidarnos del resto...— dijo seductor

—¡Pablo!— lo empuje lejos mío —No empieces— reí

—¿Cómo te sentis?—

—Estoy muerta de miedo— aseguré —Siento que en cualquier momento alguien me va a golpear—

—Yo no pienso dejar que te toquen un pelo— me aseguro

Me acerque a él y plante un beso en su mejilla, sintiendo mucha ternura por sus palabras.

—Al final resultaste ser un buen amigo— le guiñe un ojo

Él no me respondió, solo sonrió. Caminamos juntos hasta el pasillo de los cuartos, y como no puede pasar al sector de las mujeres por obvias razones, nos separamos. Volví a mi habitación, todo seguía tal como lo dejé.