II

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Marizza

Y así fue como en un abrir y cerrar de ojos toda mi vida había cambiado completamente, ya no estaba en España, tampoco en Venezuela, ahora me encontraba en Argentina, mamá había decidido meterme pupila en una escuela para chetos. Supuso que una chica de quince años debe tener amigos y un lugar estable, algo que ella y su agobiante vida jamás podrían darme. Te acordaste tarde Sonia Rey.

¿Por qué me hacía esto? yo no necesito amigos, la gente de mi edad es inmadura, puedo asegurar que no valen la pena. El único chico que logro caerme bien estoy segura de que es más grande que yo, un chico de quince o dieciséis años jamás se acercaría a mí, nunca logro ser lo que buscan.

Sentía que no encajaba, todos se veían bien y en cambió yo llevaba unos leggings rosas, una camiseta celeste y una chaqueta de mezclilla ¿en que momento creí que este oufit era una buena idea? Esta es una de las razones por las que me odio.

—Mi ciela me duele en el alma tener que separarme de ti, pero esto es por tu bien ¿lo sabes?— dijo mi dramática madre con su raro acento, mitad argentino, mitad venezolano.

—Si realmente es por mi bien andate Sonia, si me ven con vos me muero— supliqué

Luego de una pequeña discusión logre que se vaya. Lo peor que me podía pasar era que todos sepan que soy la hija de una vedette -la hija fea de una vedette- me paso toda la vida y no pienso volver a pasar por lo mismo también acá. Quiero empezar de cero, quiero poder encajar realmente.

Comencé a recorrer el colegio yo sola, no sabía donde iba a dormir, donde estaban los salones, la cafetería. No sabía absolutamente nada ¿En que me metiste Sonia Rey? como me gustaría tener padres normales, daría lo que fuera por cambiarlos. Decidí buscar con la mirada a alguien que me pueda ayudar, yo sola no iba a poder ubicarme en este enorme establecimiento.

Cuando volvimos a Venezuela le comenté a mi madre que quizás me gustaría volver a intentar ir a un colegio con chicos de mi edad -esta idea era aporte de Bobby- pero jamás creí que mamá me iba a mandar a un colegio pupilo en Argentina, el director era amigo de ella hace años y a demás esta temporada tenía shows en este país y en Brasil, era la excusa perfecta según ella.

Yo me arrepentí desde el primer momento.

Un grupo de chicas entro por la puerta principal llamando mi atención, delante de todas iba una chica rubia de ojos azules, era posiblemente la chica más linda que había visto en mi vida, su cabello, su manera de vestir, su actitud al caminar, todo en ella era increíble. Detrás de la rubia venían tres chicas más, una era morocha y tenía el cabello corto, otra tenía el cabello más largo y mas oscuro también, junto a unos ojos celestes preciosos, y por último, una chica más callada que las demás, su cabello era castaño y estaba sujeto en una coleta algo despeinada.

Decidí acercarme a ellas, un poco de ayuda no me vendría mal. Me pare frente a ellas y me decidí a hablarles.

—Hola, soy nueva y no se donde estan las piezas— dije nerviosa —¿Me podrían ayudar?— a penas solté esas palabras ya me sentía una idiota, era muy notoria mi falta de interacción con los humanos.

—¿Piezas?— preguntó la rubia con cierto asco —Se dice cuartos, mi amor, o habitaciones— río

—Si, a eso me refería— reí incómoda

—Estan arriba nenita— me respondió de mala gana la chica del pelo corto —¿Vos sos de primerito no?—

—Acabo de entrar a cuarto año— ¿por qué creí que esto era una buena idea? estas chicas eran insoportables

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora