XLIX

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—¿Marizza no me piensas contestar?— preguntó mi madre cruzada de brazos

No sabia ni por donde empezar, nunca antes había estado en una situación así.
Mamá jamás me había visto con un chico, y por más que Pablo y yo no estábamos haciendo nada, absolutamente nada, no pude evitar sentirme incómoda.

—Mamá...—

—¿Quién es este muchacho?—

—Él... Él es...— quería contestar pero no podía terminar de formular una frase

—Yo soy Pablo Bustamante— extendió su mano para saludar, pero Sonia lo ignoro —Soy el mejor amigo de Marizza—

Yo frunci el ceño y Mamá también, creo que  a ninguna de las dos nos convenció la respuesta.

—El mejor amigo de Marizza siempre fue Marcos— aseguró

—Marcos y yo estamos peleados Mamá— puse los ojos en blanco  —El es que te hablo por teléfono ¿te acordas?—

—Si, lo recuerdo— dijo mirándolo con desconfianza

—Es un placer conocerla, señora— sonrió el, intentando agradar

—¡¿Señora?!— dijo casi en un grito — mira que a penas tengo unos poquitos años más que ustedes, no hay ninguna señora aqui—

—Lo siento, yo no...—

—Los muchachos de ahora son cada vez más irrespetuosos, y es que en mis tiempos todo era mejor... ¿Tengo cara de señora yo?—

—Sonia, cállate— ordene muerta de vergüenza. 

Hace mucho tiempo que perdí la cuenta de la cantidad de hombres que Sonia trajo a casa, y ninguno era "un amigo".
Ella trajo cientos de novios, y yo siempre lo tuve que soportar. Jamás se lo heche en cara aunque me molestaba, y jamás había maltratado a alguno de sus novios.
Esta es la primera vez que conoce a un amigo mio (además de Marcos) y ella ni siquiera es capaz de tratarlo bien.
Comenzó con sus dramas y sus exageraciones.

—Disculpe, señora Spirito, es que no quería faltarle el respeto llamandola por su nombre—

Cerré los ojos con fuerza, el gritó que pego mi madre seguro se escuchó hasta en la china. Ya hasta sentía pena por Pablo, mientras más educado quería parecer, peor era. Supongo que estaba acostumbrado a tratar con los adultos gracias al idiota de su padre que lo hace hablar con sus socios, pero mi madre no era un adulto normal.

—¿Me dijo señora Spirito?— preguntó incredula

—Pablo, decile Sonia— ordené —Mamá, no molestes, Pablo me trajo a Bobby, y desde ya te informo que el perrito no se va a ir de esta casa— aseguré 

—Mi ciela, pero...—

—Nada de peros, Sonia— la interrumpí —Vamos a ir a mi cuarto, no me molestes—

Con una mano tomé a Bobby, el perrito, y con mi otra mano tomé la de Pablo, obligandolo a subir las escaleras conmigo. En seguida recorde que mi habitación era un desastre, por lo que dejé a Pablo y a Bobby en el pasillo unos minutos y yo rápidamente ordené todo. 

Nunca había limpiado tan velozmente, me esforcé demasiado, de todos modos la mayoría de las cosas que estaban en el suelo ahora se encontraba debajo de la cama. 

—Igual no me molestaba el desorden— dijo sentandose en la punta de la cama, dejando al perro entre nosotros, recostado también en mi cama —Una vez soñé con esta habitación— aseguró observando cada detalle

—¿En serio?— sonreí —Por las dudas no quiero saber que es lo que pasa por esa mente sucia— reí

—No fue nada de eso, lo juro— se sumo a mis risas —Soñé que era la habitación de Cielo... al final mi cabeza no se equivoco—

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora