LII

404 33 16
                                    

Narrado por Marizza.

—Y entonces... ¿a alguno más le gusta el pan?— preguntó Pablo con incomodidad.

Frío e incómodo silencio.

 Nadie fue capaz de contestar la idiotez que el rubio acababa de preguntar. Desde que se sentó junto a nosotros que todo se convirtió en incomodidad. Pablo trataba de sacar charla de cualquier forma, aunque era como remar en dulce de leche; complicado, por no decir imposible. Sabía que tratar de incluirlo era una mala idea, pero tampoco podía dejarlo de lado, no quería regresar a esa rivalidad.

—A mi me gusta el que viene con semillas y esas cosas raras, pero es muy difícil de encontrar— continuó hablando con nerviosismo —también hay uno que es anaranjado, no lo sé, es delicioso, una vez intente cocinarlo pero soy muy malo cocinando, solo se comerlos... ¿a vos cual te gusta, Manuel?—

Nuevamente, silencio, seriedad.

—Soy celiaco, detesto el pan— contestó con molestia

Yo sabía que eso era mentira, en más de una ocasión lo vi comer harinas, por lo tanto, eso solo podía significar una cosa, Manuel quería discutir hasta lo indiscutible, y por lo poco que conozco de él, se que esta aguantándose las infinitas ganas de levantarse de la mesa para golpearlo.

Mia observaba el suelo, sin poder hablar. Supongo que tener al lado al chico que te engañó, junto a su amante en una misma mesa no debe ser fácil. Sabía que su relación con Bustamante era difícil, pero aún así, ella trataba de no irse.

Supuse que Pablo entendió que no encajaba en ese grupo.
Por más que se esfuerce, nadie le perdonaría lo que hizo. Solo yo trataba de hacerlo encajar, pero no parecía suficiente. Pude notar en su mirada que estaba a punto de retirarse de la mesa, por lo que pensé en decir cualquier tontería para que no se vaya, pero antes de que pueda abrir mi boca, alguien se me adelanto. 

—Yo soy bueno cocinando— dijo Manuel, aún serio —muy bueno, en realidad—

—¿En serio? A mi me encantaría cocinar pero me sale muy mal, no se ni siquiera hacer un arroz, siempre me queda una masa viscosa— dijo la rubia —Es super triste, porque yo le pongo todo mi amor y aún así siempre me sale mal— rió

—¡Yo igual!— respondí —y con los fideos hago lo mismo, siempre me quedan asquerosos— 

—Bueno, veo que ahora tenemos dos cosas en común— aseguró Mia —Jamás nos vamos a juntar a cocinar—

—Increíble que encuentren cosas en común ¿verdad?— sonrió Manuel —Tal vez si se odiaban tanto, era porque en el fondo eran parecidas—

—Hay algo que los cuatro tenemos en común— aseguró Pablo —Y ninguno se percató de eso—

—¿Qué todos somos muy mentirosos?— preguntó el mexicano

—¿Qué somos los mas odiados?— cuestionó Mia

—No, ustedes siempre piensan en lo peor— rió — ¿Recuerdan la vez que cantamos juntos? Eso fue bueno, creo que nunca disfrute tanto de la música como esa noche— 

—¿Cómo olvidarlo? Esa noche Marizza terminó nuestra falsa relación— bufo Manuel —Ah, y golpee a Marcos—

—Y esa noche Tomas me descubrió— dije yo rodando los ojos —Maldito Tomás—

—Y yo al otro día me fui de viaje, obligada por mi papá— respondió Mia cruzada de brazos

—Bueno, veo que solo para mi eso de la banda fue lo más importante de la noche...— sonrió

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora