XXXVIII

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Marizza.

Y con ustedes, damas y caballeros, les presento una escena que nunca creí posible.

Pero aquí estamos, aquí estoy yo, sentada en el gran jardín del clan Bustamante, bebiendo un vaso de gaseosa con mucho hielo para quitarme el mal sabor de boca, mientras observo a la gente pasar.

Tal como lo dijeron, el domingo habría una reunion con las personas más importantes e influyentes de la ciudad.
Fui invitada, no les quedo otra opción.
El grupo de los huecos, plásticos, tarados, falsos, hipócritas también.
Hasta Tomás. Sin importar lo de ayer.
Aquí nada había pasado.

Hoy luego de desayunar todos juntos en mi casa, en una agradable conversación, vinimos a la residencia Bustamante, Tomas llegó con su familia y Victoria fue con el casi al instante. Como si todo estuviera bien entre ellos dos.

Las familias de Guido y Felicitas también habían llegado, por lo que yo era la única que quedó sola en la mesa.
Habían muchas familias importantes, reconocía algunas caras de las fiestas a las que asiste mi mamá.

Todos hablaban y reían animadamente hace horas.
Yo llevaba una hora completamente sola y era una tortura, no entendía como podía gustarles algo tan aburrido.

Sergio Bustamante y Mora Ortiz, los padres de Pablo eran los anfitriones, junto a ellos estaban tres de sus hijos.
Felipe, Santiago y Pedro.
Muy lindos por cierto, se ve que lo llevan en la sangre.

Se sus nombres gracias a la presentación que Sergio hizo, por lo que entendí dos de ellos estudian ciencias políticas en Inglaterra, y el mayor pronto será parte de su partido, durante las nuevas elecciones que serian dentro de unos pocos meses.

Me pareció extraño no ver a Pablo entre la multitud, y entre mi aburrimiento y mi curiosidad decidí ir a investigar.
No tengo nada que perder, y antes que seguir viendo a la gente pasar prefiero ver en que se encuentra Bustamante.

Entre en la enorme casa, camine con mi bebida recorriendo cada rincón, luego de un rato supuse que los cuartos estarían arriba.
Era una casa de juguete, digna de un muñequito de plástico. Todo era perfecto y armonioso. Ah y claro, también muy costoso.
Abrí las puertas una por una, hasta que al final del pasillo unos gritos me llamaron la atención.

Parecía una discusión, que terminaría muy mal.

—¡Te dije que tenias que traer a Mia!— grito su padre —¿Acaso no podes hacer nada bien? Sos un inútil—

Un golpe resonó fuertemente.

Sergio Bustamante.
Ni siquiera supe en que momento se había ido de su propia fiesta.
Es evidente que no le preste atención.

—Te expliqué que ella esta de viaje, papá— respondió su hijo con tranquilidad.

Eureka, encontré a Pablo.

Decidí espiar por la cerradura. Solo lograba ver al rubio, con la cabeza gacha, y a Sergio de espaldas.

—Sabes porque es importante que los Colucci asistan ¿y ahora? ¿Qué les voy a decir a mis socios?— grito —Pensé que eras más inteligente—

Fruncí mi ceño, no comprendía como podía ser tan cruel con su hijo.
Esta bien que el no es la persona más brillante del planeta pero tampoco debía maltratarlo así.

—Yo no puedo cancelar su viaje— contestó sin ánimos —esta planeado hace meses—

—¡PERO TENIAS QUE INTENTAR QUE SE QUEDE!— oí como un objeto cayó al suelo, seguramente fue arrojado por Sergio —Por algo sos su novio ¿no era que vos manejabas a las mujeres a tu antojo?—

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora