XIX

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Desperté.

Desperté y con el peor dolor de cabeza del mundo.

Miré la hora en mi reloj, siete y treinta de la mañana, no sabía cuanto tiempo había dormido pero estaba segura que había sido casi nada y para colmo a las ocho comenzaban las clases. No era capaz de entender donde estaba pero ya estaba segura de que se me hacía tarde.

Aún no entiendo como se les ocurrió hacer una fiesta un jueves, hoy teníamos clases y yo sentía que mi cabeza no funcionaba. Por lo menos era día de vestimenta libre, era lo único que me alegraba. Tenía pensado mi look desde el miércoles aproximadamente.

—¿Cómo llegué a mi cama?— le pregunté a mis amigas, pero luego noté que ya ninguna estaba. Malditas, se habían despertado antes y no fueron capaces de levantarme.

Salí de la cama con rapidez, dispuesta a cambiarme para ir al salón de clases pero me detuve cuando vi algo que me llamó la atención: llevaba puesta una camisa negra, dos veces más grande que yo, me llegaba por debajo de los muslos y tenía un aroma varonil impregnado en ella. Aroma a perfume y distintos tipos de licores, de toda clase al parecer.

—No puede ser ¿otra vez, Marizza?— me dije a mi misma con enojo

La última vez (y también la única) que estuve vestida con una camisa de hombre fue porque decidí quitarme la remera en plena clase de ética y Manuel me ofreció la suya ¿y ahora por que fue? ¿qué paso ayer?

Ni siquiera tenía indicios de quien podría ser esta camisa, Manuel llevaba una blanca, Nicolás no llevaba una camisa, usaba una camiseta verde, Tomás llevaba una musculosa roja... no recordaba que llevaba puesto Guido, pero él jamás haría nada por mí delante de sus amigos ¿podría ser de un chico de quinto? ¿o de sexto?

Decidí dejar de pensar tanto y simplemente revisar los bolsillos de la camisa. Tal vez el chico que decidió darme su ropa haya dejado algo en ella.

Aún no podía entender como volví a caer en lo mismo, por lo menos llevaba mi sostén debajo ¿pero y mi falda? y entiendo aún menos como acabe bebiendo alcohol, siempre me prometí a mi misma no beber. Tengo recuerdos borrosos de cuando comencé a hacerlo, creo que era cerveza o algo de ese estilo lo que estaba bebiendo mientras jugaba "verdad o reto" pero luego nada más, todo queda en negro.

¿Y lo peor de esto? estaba jugando verdad o reto con los plásticos, Pablo, Mia y su séquito.

Al revisar los bolsillos lo primero que encontré fue una billetera de cuero marrón, no me parecía familiar, es más, nunca antes la había visto. Pero al controlarla detalladamente me encontré con una cantidad considerable de dinero (y hasta pensaba en lo fácil que sería quedarme con todo ya que seguramente el dueño no debe recordar que yo la tengo) también habían dos tipos de tarjeta de crédito, una de color azul y otra negra, por último un documento. El documento era de nada más y nada menos que Pablo Bustamante.

Otra vez él donde sea, siempre estaba él.

Lo que más me enojo fue que hasta en su foto del documento parecía un modelo, creí que todos salíamos feos hasta que lo vi a él. Una razón más para ganarse todo mi odio.

Pero ahora la pregunta era ¿por qué tengo yo la camisa de Pablo? ¿Qué tuvo que pasar para estar usando su camisa y no la de mi novio falso? Mi plan era molestar al muñequito de plástico con la excusa de que "estoy con Manuel", no se en que momento terminé vestida con la ropa de ese desperdicio humano. No entiendo como todo se me fue de las manos. No se ni siquiera en que momento paso.

Luego de las primeras preguntas del juego ya no recordaba nada.
Jugamos verdad o reto, pero no recuerdo nada de lo que me tocó a mi, tal vez mi ausencia de ropa sea un indicio de algún desafío. Quizás trate de molestarlos como la primera vez, quizás manché mi ropa y me robé la ropa de Pablo sin que él lo sepa...

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora