XL

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Marizza.

Entre los secretos del fin de semana, los besos con Pablo y sus mensajitos anónimos llegue a la escuela el lunes más feliz que nunca. No podía negar que esto me estaba gustando cada vez más.

Estaba perdiendo el control pero eso me encantaba.

El rubio me había estado mandando mensajes diciendo que no iba a revelar su identidad, pero que quería conocerme. Idiota, yo ya sabía quien era, no podía ser otro.

Entonces conoceme, cielo.

¿Cielo?

Es un apodo, nada más.
¿Cómo estas?

En el mejor de los mundos
¿Necesitas algo?

Necesito saber como estas.
Quiero que me conozcas un poco antes de decirte quien soy.

Estas loco.

Si, loco por vos.

No le conteste ni tampoco el volvió a escribir luego de eso.
Pero no era necesario, gracias a Tomas se que Pablo sacó este número de su celular hace un par de semanas.
Se que es el quien dice ser mi admirador secreto. Lo que no entiendo es porque lo hace.

Solo quiero ver hasta donde llega.

Mientras que por el otro lado tengo a mi madre nuevamente instalada en Argentina ¿esta vez? Por tiempo indefinido.

Piensa en todas las cosas que vamos a poder hacer juntas mi ciela, te iré a visitar al colegio, almorzaremos juntas y conoceré a todos tus amigos— había dicho ayer por la noche

Claro que era la peor noticia que podría darme.
Además de eso, ahora haría shows en Argentina todas las noches. Suspendió su trabajo en Brasil por tiempo indefinido luego de que la madre de Marcos le cuente que no me veía bien. Que sentía que yo estaba extraña.

Le pedí que si realmente me quiere, que por favor jamás ponga un pie sobre el colegio.
Sonia no lo entendió al principio, pero luego de suplicarle una y mil veces lo comprendió. O eso espero.

Ahora se que no puedo hacer tantos bardos, porque ya no llamarían por teléfono a mi mamá, ahora serian reuniones cara a cara.

Volviendo al lunes, comencé de la mejor manera. De muy buen humor a pesar de todo.
Es entendible, si cada cinco minutos mi cerebro repite las imágenes del sábado por la noche en la cocina de mi casa junto a Pablo, y no puedo evitar sonreír de inmediato.
No importa cuantas veces lo recuerde, siempre causa el mismo efecto en mi.

Llegue al elite way, tuvimos una clase con el profesor Mansilla (a la cual no le preste atención, estaba ocupada pensando en unos ojos celestes, observándome a mitad de la noche... maldita sea, esto si que me habia afectado) lo bueno es que después nos dieron hora libre.

—Marizza te traje tu café— dijo Felicitas caminando detrás mío

Yo estaba yendo hacia los casilleros a guardar unas carpetas. Ni un segundo tranquila puedo estar. No tenía ganas de estar cerca de ellas hoy.

—Yo te traje uno mejor— hablo Victoria.

No me detuve a mirarlas, ni ellas se frenaron, solo me perseguían. No me interesaba.

—¿Por qué?— les pregunte, elevando una ceja

—No fuiste al bar hoy, te estuvimos esperando— explicó Felicitas

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora