The acting

XXXIX

—¿Qué es lo que te hizo cambiar tanto?— preguntó Pablo, a escasos centímetros de distancia.

Trague saliva con fuerza, como si se hubiera formado un nudo en mi garganta.
Podía sentir mis propios latidos, resonando en la habitación.
Eso, y nuestras respiraciones. Cercana una a la otra.

Hable de más.
Dije el nombre de mi madre. Dije que es venezolana.
¿Porque demonios tuve que hablar tanto?

Bobby sabe que Sky vivió en Venezuela.
Y ahora Pablo sabe que Marizza tiene una madre venezolana.

Esto no podría ser peor. Si Pablo Bustamante tiene un gramo de inteligencia en su interior, notará la coincidencia muy rápido, sabra quien soy.

—¿A que te referís?— pregunté nerviosa.

Esperaba que sea tan idiota como siempre lo creí.
Que no se avive, que no piense, que su neurona esté dormida.
Por nada en el mundo deseaba que se entere la verdad.

—A lo que dijo tu mamá ¿en serio cambiaste tanto?— frunció el ceño.

Volví a respirar.

—Bastante— suspiré más tranquila

—¿Y se puede saber por qué?— tomó un mechón de mi cabello y lo coloco detrás de mi oreja. Estaba siendo tan lindo conmigo.

—¿Qué razones puedo tener?— reí con amargura —Me rompieron el corazón, de la forma más cruel y despiadada—

—¿Tanto te lastimaron?— dijo con preocupación...
¿Desde cuando se preocupa por mi?

—Me humillaron, se rieron de mí... y lo peor es que yo se los permití— baje la mirada

—¿Vos? Me resulta difícil pensar que alguien realmente pueda humillarte, sos una chica difícil de molestar—

—Pero lo hicieron, Pablo— respondí cortante —y dicen que no hay nada más peligroso que una mujer despechada ¿no?—

—¿Te vengaste de él?— preguntó confundido

—Algo asi— dije —No puedo entender como alguien puede lastimar tanto a una persona—

—Todos tenemos nuestras razones— respondió apenado —Lamento mucho que hayas sufrido tanto, Marizza, pero valió la pena si eso logro que hoy seas esta mujer tan fuerte y valiente— me sonrió

—¿Crees que el sufrimiento me hace mejor persona?—

—Creo que te obliga a crear herramientas para defenderte— explicó —Hay personas que transforman el dolor en algo maravilloso, y luego estamos los que convivimos con ese dolor, y hacemos todo por taparlo—

—De todos modos nada arregla lo que siento aca— coloque una mano sobre mi corazón —Lo veo sufrir a él, creí que eso me haría feliz pero aun asi mi corazón no se cura—

—Es que el sufrimiento ajeno jamás arregla nada, solo destruye lo poco que queda—

Me quedé en silencio, observándolo. Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios.

—¿Pablo?—

—¿Si?— elevó una ceja

—¿Por qué no podes ser así siempre?—

—A veces me pregunto lo mismo— suspiró

—Siento que en el fondo sos muy listo, y hasta podría decir que muy muy muy en el fondo sos un buen chico— sonreí.

Amaba esta versión de él, sin barreras, sin caretas.

—Vos tampoco sos así siempre, al parecer los dos somos un personaje— sonrió —somos una mentira—