XLIII

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Pablo.

Me senté en el suelo de la mapoteca, llevando ambas manos a mi cabeza.

Luego de que Marizza se fue mi cabeza no dejó de imaginar mil escenarios posibles. Todos eran realmente malos.

Preferí quedarme aquí, no quería ver a Mia, y mucho menos ahora que Manuel me atrapó besando a Marizza. Lo más probable es que le cuente todo lo que paso.
Nada me asegura que en este momento Mia Colucci no sepa ya toda la verdad.

Podía sentir las manos de mi padre al rededor de mi cuello, queriendo matarme por arruinar la relación con los Colucci que tanto tiempo nos costó construir.

Desde el día que papá se enteró que alguien del nivel económico de Franco Colucci, enviaría a su hija al mismo colegio que yo, decidió acercarse todo lo que pudo.
Me obligo a ser amigo de ella, y cuando noto que no era suficiente decidió que debería comenzar a salir con Mia Colucci.

Es irónico que la única novia que tuve en mi vida fue por obligación.

Sergio con la excusa de ser "un padre preocupado e involucrado" se ganó la confianza de Franco.
Y claro que yo me gane la confianza de Mía.

Desde que empezamos a ser novios nuestros padres son socios, y unos meses después papá ganó la intendencia de la ciudad.

Yo nunca pude terminar con Mia, porque eso sería terminar con el trato Bustamante - Colucci, y papá jamás me lo permitiría. Las empresas Colucci son los socios mayoritarios de la campaña de Sergio Bustamante, y claro que tienen información acerca de la intendencia fraudulenta de mi padre, más que cualquier otro.

Siempre acepte porque no me interesaba en absoluto, yo salía ganando. Estaba con la chica mas linda del colegio y mi padre no me molestaba tanto.

Además yo podia salir con las chicas que quería a escondidas de Mia, y nadie se enteraba.
Usaba a mi novia como excusa para conseguir los permisos de salida, y luego me iba con una chica distinta cada día. Nadie sospechaba nada.

Fingía quererla y hacia todo lo que me pedía, yo estaba acostumbrado a ser un títere ¿ser la marioneta de mi novia? No era problema para mí.

Nunca me molesto este tipo de vida, o por lo menos consideraba que la parte de estar con Mia era lo mejor que me podía pasar. Además, me encariñe con ella. Era el único descanso que tenía de la realidad. Una realidad que implica golpes, maltratos y órdenes.
Yo estaba bien con Mia, hasta que apareció Cielo en mi vida, y tuve que mentir delante de la rubia para no arruinar nuestra relación.

Esa fue la primera vez que sentí culpa.

Con el tiempo pensé que había superado el tema, aunque de vez en cuando pensaba en ella, pero desde que tengo a Marizza por primera vez tan cerca mío, comencé a experimentar cosas que nunca antes sentí.
La culpa, el remordimiento, que mi corazón quiera salirse de mi pecho cada vez que la veo frente a mí, que mi estómago se retuersa y mi respiración se agite.

No entendía que era lo que me estaba pasando, pero no quería sentirlo nunca más. Era horrible porque cada vez que quería volver a la normalidad, una culpa aparecía en mi.
Ya no podía salir con otras, ni mentir ni nada por el estilo.

A partir de eso, ya no quiero ser lo que soy.

Solo quería besar a Marizza hasta cansarme, pero me sentía mal por Mia cada vez que lo hacía.

Jamás me importo lo que los demás piensan de mí.
¿Quieren creer que soy malvado, falso o hipócrita? Que lo crean entonces, quizás hasta tienen razón, no me importa.
No hay nada que los demás puedan decirme que me lastime más que las cosas que yo mismo me dije. No existe nada que puedan hacer que duela más que vivir siendo un Bustamante.

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora