XXIV

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Yo estaba caminando por todo el salón, dando vueltas y observando cada detalle. Pablo seguía sentado frente al escritorio del profesor, mirando un punto fijo hace más de cinco minutos.

—Martín Andrade me las vas a pagar— dije mientras miraba mi reloj impaciente —¿quien se cree que es? ¿encerrarme a mí?—

Odiaba estar encerrada, y el saber que Martín Andrade sabría quien es mi madre me ponía los pelos de punta, él podría hacer que Sonia Rey se aparezca por la escuela, o podría nombrarla frente a la clase. Si alguno de mis compañeros descubre quién es mi madre también va a descubrir que soy la "fea" que llegó el primer día de clases y que nunca más se apareció.

—¿Qué?— preguntó Pablo saliendo de su nube

—Estoy hablando sola, idiota—

—Ok— suspiro y volvió su vista al frente

—Dijo que iba a ser rápido y pasaron... —mire mi reloj nuevamente— once minutos y treinta y cuatro segundos—

—¿Seguis hablando sola?— preguntó sin animos

—¡Ya no lo se! Llevo tanto tiempo acá que siento que voy a perder la cabeza— apreté los puños

—Ya perdiste la cabeza hace rato, Marizza—

—Si, la verdad que si— camine en silencio hacia él, mirandolo fijo

—¿Pasa algo?— elevó una ceja

—¿Sabes qué? creo que vos y yo tendríamos que sacarnos las ganas— afirmé con seguridad

—¿Eh?— soltó confundido —¿sacarnos las ganas?—

—Exactamente, es más, no se como no se me ocurrió antes— 

—Bueno... yo lo había pensado pero no se me ocurrió proponértelo, pensé que ibas a decir que no— se levantó de su asiento —Pero si, quédate tranquila, yo no voy a decir nada, queda entre nosotros dos— él había quedado frente a mí, a unos cuantos centímetros

—Menos mal, no veía la hora de hacer esto— dije aliviada, tomé impulso con mi brazo y lo dirigí precisamente a su nariz, él cayó al suelo por el golpe, poco a poco su nariz comenzó a sangrar

—¡¿Qué haces?!— exclamó con enojo

—Me sacó las ganas de pegarte— sonreí —dale párate—

—Espera, no entendí— él volvió a levantarse, yo aproveche y golpee su estomago

—Dale Bustamante ¿no dijimos que nos íbamos a sacar las ganas? pégame, dale—

—Auch, espera, enferma— llevó una mano a su nariz —pensé que estábamos hablando de otra cosa, jamás golpearía a una mujer—

—¿No golpeas mujeres pero si podes humillarlas?—

—Bueno, la humillación duele menos que un golpe—

—Como se nota que nunca nadie te lastimo— puse los ojos en blanco 

—Y como se nota que a vos nunca nadie te pegó— soltó con seriedad —Vos no sabes nada sobre mí, se que te parezco el malo de la película pero no lo soy—

—Pero es lo que das a entender— me encogí de hombros —el karma les llega a todos, Pablo... y siendo sincera, no veo la hora de que te toque a vos—

—No te preocupes, si el karma existe yo ya lo estoy pagando desde hace rato, Marizza— sonrió con amargura —Me llamaste por mi nombre... que raro—

—Si te molesta yo no tengo problema en llamarte engendro del demonio, muñequito de plástico, poco hombre... —

—Bueno, bueno, ya te entendí— me interrumpió —¿No será que te estoy empezando a caer mejor?—

The actingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora