Regalos

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Espero que les guste~

Nota: Me da la sensación de que, para alguien que no recibió cariño durante muchos años, sería difícil resistirse a aquellos que te dan cariño genuino y sin pedir nada a cambio

Nota-2: Tenía ganas de darle algo de cariño a Red Son

Red Son estaba agradecido por toda la ayuda que el par de hermanos le dieron en su último año. Eran amables, ninguno se molestaba por sus arranques de ira y ni siquiera le gritaban por quemar algo en el proceso, siempre mostrándole una suave sonrisa ante sus llegadas repentina y sin aviso previo, ofreciéndole hasta una cama para dormir cuando no tenía ganas de volver a su casa.

Eran agradables, eran dulces, eran tan buenos que sentía que estaba abusando de su amabilidad pero ambos se encargaban de recordarle que era bienvenido cuando quisiera, sin pedir nada a cambio.

Lo querían, eso fue lo que más lo sorprendió. Y él los quería a ellos.

Así que quiso hacerles un regalo para intentar demostrar su agradecimiento sin necesidad de decirlo en palabras.

-¡Hola, antorcha!- Midori sonrió al verlo, luciendo pijama porque era fin de semana. -¡Justo a tiempo! MK consiguió algunas películas, puedes escoger la primera- se le acercó y él fue rápido en dejar todo lo que tenía en la mano, ignorando la voz en su interior que le decía que se veía como todo un necesitado, abriendo los brazos para recibir y aceptar el abrazo que ella empezó. Nunca había recibido tanto afecto físico como el año en el que los conoció.

-Hola, Mido- murmuró contra su hombro, permitiéndose sonreír suavemente. -¿Dónde esta el niño murciélago?- enarco una ceja al separarse y no ver al chico.

-En la cocina, le pedí que ordenará comida- ante eso, MK salió, dejando el teléfono de ella en la superficie más cercana.

-¡Red Son!- se animo al verlo y se lanzó a abrazarlo. También está vestido de pijama.

-Tengo algo para ti- anuncio antes de ceder a sus nervios, inclinándose para rebuscar en su bolso y extender el objeto hacia el chico, quien parpadeo con sorpresa.

-¿Para mi?- lo tomo con manos cuidadosas para mirarlo de cerca. Era como el del árcade, con tapa y sorbete incluido, este último siendo negro. Un vaso de plástico algo duro y de color sólido, siendo de un bonito color amarillo, con figuritas pegadas por todos lados. Había girasoles rodeando la parte inferior, unicornio blanco y colorido para con orgullo y con un arcoíris justo atrás suyo, aunque no puede negar que lo que más llamó su atención fue el rostro sonriente y de colores vivos con una corona, con un parecido pero de colores oscuros y un ligero ceño fruncido del lado contrario. Eran logros, uno de Monkey King y el otro de Macaque. -¡Es perfecto! ¡Tiene todo lo que me gusta! ¡Incluso tiene el logo de Monkey King y de Macaque!- jadeo con puro asombro infantil, pasando sus dedos por las imágenes. -...no sabía que Macaque tenía un logo...- sonrió, enorme y lleno de felicidad, sus ojos rojizos mirando a su amigo. -¡Muchas gracias, Red Son!- se lanzó para abrazarlo con fuerza, un rápido y entusiasta apretón, antes de soltarlo. -¡Lo voy a estrenar!- y corrió a la cocina, de seguro para llenarlo de sangre.

-Ese...era solo una parte de su regalo- bufo, aunque estaba más divertido que molesto.

-MK es fácil de complacer, le gusta lo que sea mientras haya cariño de por medio- rio ligeramente.

-¡Es asombroso!- MK volvió, sosteniendo su vaso lleno entre sus manos, luciendo complacido.

-¿Qué opinas de esto?- el demonio sacó algo del bolsillo de su bolso, mostrando un teléfono de tono rojos y dorados.

-¿Pudiste arreglar mi teléfono?- se animo. Su pobre teléfono sufrió una fea caída en uno de sus últimos trabajos temporales, quedando mayormente roto y sin prender.

-Lo mejore- infló el pecho con orgullo, entregándolo al su dueño. Se emocionó, lo admitió, y lo mejoró mucho más de lo que necesitaba.

-Wow- sus ojos brillaron, su teléfono se veía completamente diferente y como si viniera del futuro, táctil y con muchos juegos. Estaba hipnotizado por todos los colores y el demonio tarareo, sonriendo con diversión.

-También...- dudo, llamando la atención de la demonio. -...pude arreglar tu auto- la miro. Casi había rogado para que ella lo dejara arreglar su auto y, aunque ella le dijo que no necesitaba hacerlo, él insistió.

-¿Lo pudiste arreglar?- Midori no pudo negar que estaba aliviada. El pobre ya no siquiera arrancaba la última vez que lo intentó y su mecánico le dijo que no tenía solución alguna, que sólo servía como chatarra. El muy maldito.

-Lo hice- se levantó y la guio hacia afuera para mostrarle, lo estacionó enfrente. Estaba ansioso, una bola de nervios retorciéndose en su interior.

-Mi auto...- jadeo con asombro. Su auto se veía como nuevo, como si los años nunca le hubieran pasado por encima, con el color verde brillante y hermoso. Eso era mucho más de lo que esperaba. Red Son se sintió satisfecha al verla, aunque se sorprendió cuando de repente había manos suaves acunando sus mejillas, las cuales se calentaron y se sonrojaron cuando ella se inclino para dejar un suave beso contra su frente. -Muchas gracias, antorcha invasora~- susurro con tanto cariño que él no pudo evitar derretirse ante su toque, decidido a ignorar como la punta de su cabello era fuego por la repentina calidez en su interior.

En serio que los quería, mucho.

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