Corte

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Espero que les guste~

Midori tiene que adaptarse a tener una nueva presencia seguida en su casa y lo hace con bastante éxito de lo que esperaba pero no puede negar que esta agotada.

Mei es...joven, la más joven entre ellos sin saberlo, y aunque parece tener grandes restricciones, aprovecha estar bajo su techo para volverse alocada y actuar de su edad. Es muy habladora e inteligente, siempre divagando de algún videojuego que quiere jugar o de la moto que sueña con armar, un poco demasiado activa y ruidosa pero dulce al mismo tiempo.

-¿Crees que puedas cortarme el pelo?- también, parecía tener la costumbre de hacer preguntas repentinas, tratándola como si la demonio tuviera alguna autoridad sobre ella.

-¿Disculpa?- enarco una ceja.

-Cortarme el pelo- hace un gesto hacia su cabello largo.

-¿Quieres cortarlo?- el cabello ajeno es hermoso, visiblemente bien cuidado y con tratamientos caros encima de seguro pero es largo y al parecer, para la dueña, molesto por encima de todo. -¿Y quieres que tus padres me demanden?- agregó cuando la menor asintió.

-¿Eso es un "no"?- hizo un puchero.

-¡Es un "por supuesto que no"!- bufo, aunque se sintió un poco mal al ver como ella se desinflaba en su lugar. -Escucha, eres menor de edad y yo no soy tu tutor...- la menor no parece muy feliz con eso. -...además, tu familia es rica y si me demandan por ir en contra de sus deseos, me quedaré sin nada- se siente mal ante la tristeza que la chica muestra y se permite respirar profundo. -¿Por qué no les preguntas?- enarco una ceja.

-A mamá le gusta mi cabello largo, así que no me dejara cortarlo- acaricia uno de los largos y suaves mechones de su cabello.

-Bueno...- hizo una mueca, ella se veía tan decepcionada y podía entenderla un poco. Su propio cabello, alguna vez largo, había sido molesto en ocasiones y cortarlo había sido un alivio. -...puedo intentar hablar con ellos- se ofreció antes de poder detenerse.

-¡¿En serio?!- se animo al instante, su sonrisa grande y llena de emoción, haciendo que fuera difícil poder retractarse. Así que se deja arrastrar hasta aquella mansión ostentosa y llamativa, tomando fuerzas para enfrentar a los dueños del lugar.

Midori no podía evitar que esa gente no le agradará. Tenían apariencia de gente estirada, del tipo que te veía desde la cima y como si no fueran nada, luciendo demasiado elegantes y arreglados como para estar en la casa. Hablar con ellos es difícil, porque ninguno quiere dar el brazo a torcer y dejar que su hija eligiera su propio peinado, pero de alguna manera, logra convencerlos, sintiéndose agotada mientras se aleja de ellos a pasos rápidos y antes de que pudieran cambiar de opinión.

-Vamos...- salió de aquel salón, haciéndole un gesto a la chica para que la siguiera. -...conozco una buena peluquera- la niña celebra, su voz resonando un poco por el amplio pasillo pero demasiado feliz como para recordar las reglas de la casa.

El arreglo no fue algo demasiado llamativo, ahora corto hasta apenas rozar sus hombros y con dos mechones largos a cada lado de su rostro. Era bonito y por la sonrisa que ella tenía al verse en el espejo, estaba satisfecha y muy contenta.

Una vez terminado eso, pudieron volver a su departamento.

Mientras Mei presume su nuevo corte con orgullo y emoción, Midori no puede evitar notar que hay algo raro con su hermano. MK suele dejar caer el glamour cuando están dentro de su departamento y alimentarse sin vergüenza en su vaso favorito pero ahora mismo, su disfraz aun esta presente y abraza su vaso como si intentara ocultarlo.

-Red Son, cariño, ¿Puedo pedirte un favor?- llamo, sonriendo cuando el mencionado se voltear para verla con curiosidad. -¿Puedes ir a la tienda por mi?-

-¿Tienes una lista?- se levantó y se le acercó, siempre dispuesto a hacer lo que pudiera por quienes lo ayudan y lo cuidan.

-Claro, claro- fue rápida en sacar la lista de su bolsillo y se la extiende junto al dinero. -Si queda cambio, no dudes en traer postre- hace un ligero gesto hacia la chica, con una súplica silenciosa en sus ojos. -Sabes lo que me gusta~-

-Si, si- asintió sin lucho problema, -Vienes conmigo, niña dragón- la agarro del borde de la campera y básicamente la arrastra hacia la salida, ignorando sus quejas y reclamos. El departamento queda en momentáneo silencio cuando la puerta se cierra, dejándolos solos.

-¿Una moneda por tus pensamientos?- saco una moneda y se le extendió con una sonrisa, contenta de verlo sonreír, era ligero y pequeño pero igual, se conformaba. -¿Algo te molesta?-

-¿Esta mal que no quiera que Mei sepa lo que soy?- preguntó después de unos segundos de silencio, tomando la moneda para jugar con ella, luciendo pensativo y algo triste.

-Es tu secreto, tienes el derecho de elegir quienes pueden saberlo y quienes no- algo gracioso teniendo en cuenta que él nunca había tomado ese tipo de decisión. -¿Es porque es humana?- supo que había dado en el clavo al verlo desviar la vista y no podo evitar suspirar. Tenía sentido, el único humano que había sabido lo que era fue un amable carnicero al que había ayudado y quien lo había alimentado en sus primeros años pero luego de eso, los humanos que se había enterado de su situación, lo había atacado en un intento de matarlo de manera permanente. -Bien, le diré a Red Son...- tomo la mano ajena, mostrando una suave y amable sonrisa. -...ella no tiene que saber hasta que te sientas listo-

-Gracias- estaba aliviado y agradecido por ellos.

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