Sangre Dragón

430 75 34
                                    

Espero que les guste~

Nota: ¡Maldita sea, como que costo este capítulo!

Idea de: LaSpiderPoetta

Cuando Midori tenía insomnio y MK no tenía ganas de mantenerse dentro de la casa en plena noche, ambos salían juntos y recorrían la ciudad, sin importar cuan cansada podía terminar ella al día siguiente, era una especie de tradición entre ambos.

-Ufff, que rica es la comida a esta hora- tarareo al terminar. La ciudad era ruidosa y mayormente despierta, con locales abiertos incluso más allá de media noche y que se mantenían así hasta las mañana.

-¿A dónde va tanta comida?- bufo con diversión, sin entender el apetito que su hermana tenía.

-¿A dónde va toda esa sangre?- enarco una ceja, a lo que él bufo y levantó las manos en señal de rendición. Era una buena noche, con una ligera y refrescante brisa, sin estar realmente frío pero tampoco caluroso, aunque eso no evitó que Midori andará por allí con un buzo con capucha.

Estaba pasando cerca de la casa dragón, brillante y majestuosa incluso de noche, cuando un grito resonó y los sobresalto.

-¡Suéltame, maldito!- alzaron la vista, justo a tiempo para ver a la dueña de la voz que se quejaba y peleaba, vestida mayormente de verde y de cabello negro corto, siendo cargada y llevada por un ser de piel pálida que se salto del muro con facilidad, corriendo para alejarse a un ritmo rápido.

-¿Esa era...?- MK ladeo ligeramente la cabeza, sorprendido por lo que había visto.

-¿...y con un...?- se miraron entre ellos, sus cerebros tardando unos vergonzosos a segundos en comprender la situación por completo, ambos abriendo los ojos con alarma al darse cuenta.

-¡Vamos!- él hizo un gesto y ella no dudo en subirse a su espalda, el vampiro moviéndose velozmente para poder alcanzar a su amiga y a su secuestrador. Llegaron al parque, vacío por la hora pero bien iluminado, mirando a su alrededor con un poco de pánico. -¿Dónde está? ¿Dónde está?-

-Al fin te encontré, caminante del sol- se tensaron y MK fue rápido en voltearse, frunciendo el ceño al encontrarse con unos ojos brillantes y de un intenso tono rojizo. No había visto a otro vampiro en un tiempo si debía ser sincero. -Eres un ser difícil de localizar, te daré eso, pero no puedes estar oculto por siempre-

-Felicidades, me encontraste- su hermana se bajó lentamente de su espalda, luciendo tan tensa como él se sentía. -Ahora, suéltala. Ella no tiene nada que ver en esto-

-¿No lo sabes?- enarco una ceja, su sonrisa grande y macabra. -La sangre de dragón es una exquisitez rara y poderosa- Mei hizo una mueca, gruñendo algo que sonó como "asqueroso pervertido". -Vine a buscarte y te encontré junto a una mina de poder...- tarareo, soltando una ligera carcajada, orgulloso de si mismo. -...que suerte la mía~- apretó su agarre en la chica, quien se quejo, sabiendo que tendría moretones después de todo. -Ahora, dame el secreto y quizás tenga algo de piedad-

-Te arrancare los malditos dientes, bastardo- Midori gruñó, la tierra a su alrededor temblando ligeramente ante sus poderes.

-Si se mueven, ella muere- tarareo el desconocido, su brazo rodeando el cuello de la chica, quien luchaba y maldecía en un intento de soltarse pero al parecer, su fuerza no era rival para el de un vampiro bien alimentado.

-No debemos movernos- bufo casi con burla.

-¡Mei, quémalo!- hizo un gesto y ella no dudo en obedecer cerrando los ojos con fuerza en concentración, llamas verdosas cubriendo su cuerpo con una ligera explosión. El vampiro grito ante la quemazón, teniendo que soltarla cuando la mayor parte de su piel se desintegró y retrocediendo con un quejido entre dientes, maldiciendo. Mei no alcanzo a siquiera intentar levantarse cuando algo parecido a lianas la rodearon, levantándola con facilidad y dejándola junto a la demonio de piel verdosa.

-¿Estás bien, cariño?- Midori la miro con preocupación.

-Bien, bien- ella se veía un poco sacudida, de seguro algo asustada por lo que pudo haber sucedido, y aunque había un ligero temblor en sus manos, se paro con firmeza.

-No pienso rendirme tan fácilmente- era horrible verlo moverse, luciendo quemaduras graves y con los bordes ennegrecidos pero podían notar como se curaba lentamente, su sonrisa haciéndose más amplia mientras estiraba su brazos y alcanzaba algo en su espalda.

-¿De donde saco una espada?- Midori enarco una ceja ante el arma de aspecto afilado y empuñadura verdosa, algo que de seguro estaba muy lejos de su presupuesto.

-Es de la colección de mi padre- Mei hizo una mueca, ya imaginando lo enojado que estaría su padre en cuanto se diera cuenta de que alguien se atrevió a tocar y robar una de sus armas preciadas.

-¡Atentas!- MK se lanzó frente a ambas al ver al otro vampiro moverse de repente, gritando cuando la espada bajo de repente y lo corto, una mano pálida cayendo al suelo ante la atenta mirada del par. -Mi mano de dibujo...- sollozo al ver que ahora le faltaba la mano derecha, haciendo un puchero, sangre ligeramente espesa y más oscura de lo normal cayendo de su ahora muñón. Le dolió.

-Dibujas con las dos manos- ella bufo mientras hacía un gesto brusco con la mano, creando una especie de látigo de planta que salió del suelo con un fuerte sonido y atravesó el pecho del desconocido, quien gruñó mientras era levantado y tirado lejos de ellos. Se sintió mal ante la mirada de horror puro en el rostro de la chica. Tanto por un secreto.

-Soy mejor con la mano derecha- le saco la lengua, inclinándose para agarrar su mano caída y colocarla en donde debía. Ante el asombro de Mei, vio claramente como los músculos se unían y luego la piel, sin dejar siquiera evidencia de que había sido cortado, los dedos ajenos moviéndose luego de un sonido ligero que sonaba como si algo se hubiera acomodado.

-¡Quiero el secreto!- reclamo con los dientes apretados apenas pudo ponerse de piel, agitando ligeramente la espada que se había robado y sin lucir dispuesto a rendirse.

-No te daré nada- porque vampiros hambrientos ya era malo pero si podían caminar bajo el sol sin quemarse, eso era algo que podía salir terriblemente mal y no iba a permitirlo. El desconocido gruñó, furioso, dando un paso adelante solo para que algo verdoso y rápidos atravesará limpiamente su cabeza. Su expresión era de sorpresa mientras caía, soltando el arma al fin, y quedando quiero por el momento.

-Que asco- Midori hizo una mueca al verlo, sintiéndose un poco mal por haber tenido que usar sus poderes de esa manera. -Eso nos dará unos minutos al menos- podían ver que se estaba curando, así que quizás tenían menos tiempo.

-Aun faltan horas para que el sol salga y...- noto algo que llamo su atención. -¿Macaque?- observaron la sombra retorcerse unos segundos antes de simplemente hundir el cuerpo en la oscuridad, sin dejar rastro de él además de los machones de sangre oscura y la espada abandonada.

-Eso soluciona algunas cosas- bufo, divertida, a veces olvidaba que el mono tenía un gran sentido de la audición y le gustaba estar mayormente atento, incluso de noche.

-¡Mei!- voces se escucharon y cuando la menor se volteo, sintió una ola de alivio inundarla al ver a sus padres corriendo hacia ella, alguno de sus guardaespaldas siguiéndolos de cerca.

-¡Estoy aquí!- llamo y cuando se volvió para mirar a sus amigos, solo se encontró con Midori, quien la miro con tristeza y le mostró una ligera sonrisa. -¿Dónde está...?- busco con la mirada a su amigo, sin sabes que este estaba oculto el el bolsillo delantero del buzo de la demonio, avergonzado y nervioso.

-Hablaremos de eso en otro momento, dulzura- tomo su mano y Mei se aferro, aun temblando por todo lo que vio. Apenas pudo abrazarla antes de ser arrastrada a los brazos de sus padres, siendo interrogada y examinada con preocupación, solo para ser llevada a su casa cuando se dieron cuenta que no tenía más heridas que moretones.

Había tantas dudas en su cabeza que no durmió nada esa noche.

VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora