Ciudad

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Espero que les guste~

Nota: Estoy intentando ver en que año va a conocer a Pigsy y los demás 🤔

Estar en la ciudad es tan abrumador como había esperado. Hay mucho ruido, tanto de autos como de charlas y negocios, con mucho movimiento de todo tipo y a un ritmo tan rápido que es difícil seguirle el ritmo pero está emocionado, así que eso lo ayuda a no sentirse muy mal.

Tardan unas semanas pero Midori logra conseguir un lugar en la zona de mercado de demonios, donde no tarda mucho en instalar su negocio. Su carpa parece tan mediana como todas a su alrededor pero es mas grande por dentro gracias a un poco de ayuda de algunos demonios amables y esta protegida para evitar el intento de robo. Y aunque tardan un poco más, consiguen un departamento, porque son muy consientes de que si toda la situación es permanente, deben tener un hogar.

Es relativamente pequeño, con un baño y dos cuartos, uno reservado para la mamá de ella cuando logrará traerla y el otro para ambos. Del lado derecho, una cama para Midori, con las sábanas verdes y las almohadas más esponjadas que pudo conseguir. Del lado izquierdo, una cama para MK, con las sábanas naranjas pero con la madera extendida hacia arriba, firmes y con con ganchos para colgar una una hamaca, con demasiados almohadones y una manta amarilla. Su sala está vacía por el momento pero tienen una cocina y una heladera usada que lograron conseguir a buen precio por ambos pero aún no tienen hoyas ni nada por el estilo.

-¿Vivirás con la comida rápida?- enarco una ceja.

-Cocinar es para débiles...- bufo, aunque él sabe la verdad y es que ella odia cocinar. -...¡Viva los restaurantes y las entregas a domicilio!- su sonrisa es enorme mientras agarra su teléfono, mirando los múltiples menú que había estado juntando en las últimas semanas y pidiendo comida, el vampiro suspirando con resignación.

Se instalan rápidamente, los poderes de Midori haciendo que fuera solicitada para arreglos florales para fiestas y jardines, dejando mayormente que él manejará su pequeño negocio de vender de todo un poco pero cuando no está ahí, busca pequeños trabajos, lo que sea que pudiera hacer en el lugar que estuviera dispuesto a aceptarlo pero aun no encuentra nada dura mucho.

Incluso si le gusta explorar y ver cosas nuevas, tiene que admitir que es cómodo poder tener su propio lugar, un alivio repentino invadiéndolo cuando se da cuenta de que ya no tendrá que empacar e irse en cualquier momento.

Y entonces, un día, ella viene con algo nuevo.

-Wow- está sorprendido de verla. Su largo cabello que llegaba hasta más haya de su cintura ahora está corto, pasando apenas por sus hombros. -Te quedo super bonito- sonrió, encantado. Ella se ve más cómoda de esa manera.

-Gracias- sonrió, halagada, pasando sus dedos por sus cortos mechones. -Es un alivio cortarlo, esto es más cómodo- suspiro, encantada. -Oh, encontré a alguien que está dispuesta a arreglar este nido tuyo...- hizo un gesto al cabello ajeno. -...sin importarle la falta de reflejo-

-¿Mi cabello?- no puede evitar pasar una mano por su cabello. No le había hecho nada más luego de cortarlo, sus mechones cortos despeinado y sin control, caídos, de seguro lucia como un chico desastroso y triste. Una razón más por la que usa capuchas. -Esta muy corto, no creo que pueda hacer mucho con eso-

-Tengo la solución~- va a su cuarto y vuelve rápidamente una pequeña botella que había dejado en la mesa al lado de su cama, acercándose mientras le saca la tapa. Él se queda muy quieto, curioso pero confiado, viendo como ella se concentra en dejar caer solo un par de gotas sobre su cabeza. Chilla, de la pura sorpresa, cuando su cabello de repente crece, lo suficientemente largo como para que caiga sobre sus hombre y llegue a su pecho. -¡Ja! Esto le haría crecer cabello hasta a una piedra- sonrió con orgullo mientras tapaba la botellas.

-¿Por qué tienes una poción así?- enarco una ceja, pasando suavemente sus dedos entre sus largo cabello. Es extraño pero de una buena manera.

-Se la vendí a unas peluquerías- aclaró y él no pudo evitar reír ligeramente, sin poder estar del todo sorprendido. Ella siempre hacía de todo.

Pero resulta que hacerse un peinado es difícil, especialmente cuando no puedes ver tu propio reflejo.

Se siente extraño estar sentado allí, con una sabana blanca a su alrededor para proteger su ropa y con una amable demonio esperando pacientemente por su decisión, dejando todo lo que necesita en la mesa más cercana.

-¿Estas bien, querido?- la demonio que esta ahí para ayudarlo lo mira con curiosidad y preocupación, amable incluso cuando vio sus ojos rojos brillantes.

-Estoy bien, yo solo...- miro la revista que ella trajo, llena de diferentes peinado, todos extraños y maravillosos por igual pero ninguno termina de convencerlo del todo. -...no lo sé- se siente mal por no poder tomar una decisión. Midori lo mira con tristeza pero la peluquera se le adelanta.

-Tengo una idea- sonrió, inclinándose para hablar con el vampiro. -¿Me dejarías? Si no te gusta, podemos probar otra cosa-

-Esta bien- decide dejar que ella hiciera lo que se le ocurriera. Ella asintió y muy pronto, se puso a trabajar, MK distraído en hablar con Midori, sintiéndose extraño de dejarse cortar el pelo por primera ven en décadas.

-¡Listo!- declaró ella después de quien sabe cuántos mutuos. MK está un poco triste de no poder verse pero aún así, no se desanima, alzando las manos para rozar su cabello. El cabello de la parte de atrás de su cabeza ahora está corto, con sólo los mechones de la parte superior ligeramente largos, los cuales están caídos. Esta más corto que cuando se lo corto por si mismo. -Y un toque final- se quedó muy quieto, sintiendo como algo rodea su cabeza y es atado en la parte de atrás, parpadeando y bajando la vista para ver parte de la cinta roja cayendo por su hombro. Toca tentativamente su cabello, la cinta que ahora tiene mantiene los mechones arriba y con uno particularmente largo cayendo por enfrente, a su vista.

-...tengo una bandana...- jadeo con asombro. -¡Tengo una bandana!- como alguno de esos héroes que vio en historietas y videojuegos. -¿Cómo me veo?- se paro para ver a las demonios. Se siente cómodo y ligero, con la parte de atrás de su cuello libre por primera vez en mucho tiempo y las orejas visibles.

-Como todo un superhéroe- asintieron ambas, como pudieran leerle la mente, y él no puede evitar reír alegremente.

Las cosas mejoran.

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