Guardián #3

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Espero que les guste~

Nota: MK aun no se llama MK pero me estoy acercando a eso xD

Nota-2: Siento que estoy muy fuera de personaje pero por alguna razón, me gusta como va yendo esto ^_^

El día paso rápido al decir verdad, el vampiro feliz de tener compañía y preguntando todo lo que se le viniera a la mente, con el príncipe respondiendo lo mejor posible lo que podía. El menor tenía la ventaja de no necesitar respirar, así que podía hablar a gran velocidad y sin detenerse si no quería, pero incluso si el mayor se sentía un poco abrumado por tanta charla y entusiasmo, no podía encontrar ira o molestia en sí mismo.

Nezha no puede evitar pensar que, incluso con todo lo que alguna vez leyó, el chico es sorprendentemente dulce y amable, llegando al punto de elegir consumir sangre animal en vez de cualquier otra por cuenta propia.

-Oh, ya es de noche...- el vampiro alzó la vista y sonrió al notar lo oscuridad que podía notar, levantándose de un salto. -¡Vamos Nezha, a cumplir tu misión!- tomó las manos ajenas y usando su fuerza, lo obligó a pararse.  El príncipe le permitió, siguiéndolo sin mucho problema hacia afuera, las calles iluminadas apenas por los pocos postes de luz presentes y así, empezaron a caminar, Nezha viendo con cierta curiosidad y confusión al vampiro, quien daba pequeños saltos mientras tarareaba una melodía que no podía reconocer.

Y se sentaron en lo alto de un techo, viendo hacia otra plaza que el pueblo tenía, aunque está lucia un poco menos cuidada y con poca iluminación.

-¿Aquí es donde se juntan?- Nezha frunció ligeramente el ceño, algo confundido.

-Sip~- asintió el vampiro, balanceando muy ligeramente los pies de manera distraída. -Por eso se ve así...- se refiere a su aspecto de abandono. -...la gente del pueblo les tiene miedo y se mantienen alejados...- había escuchado algunas de las conversaciones de aquellos que pasaban cerca de donde se quedaba. No era a propósito pero su buena audición a veces era difícil de manejar. -...cuando el sol cae, todos se encierran y básicamente, esperan que ellos no tengan hambre- aunque, al parecer, su presencia había disminuido los ataques para el alivio de muchos, incluso si no sabían de su existencia. -Creo que le temen a los vampiros-

-Son difíciles de enfrentar, especialmente si son fuertes- el príncipe se encogió de hombros ligeramente. El control mental que tenían los hacía un poco temible a para muchos, según lo que podía entender.

-¿Los demonios no lo son?- ladeo la cabeza, confundido.

-Depende del demonio- hizo un gesto y es entonces que los vio, frunciendo el ceño con enojo al notarios tan tranquilos y despreocupados. -Quédate aquí- ordenó y salto, el menor observando con asombro los extraños anillos que aparecieron bajo los pies ajenos, notando que parecían ayudarlo a moverse con más velocidad y altura.

Y él iba a obedecer, en serio que sí, contento de ver a alguien tan fuerte y ágil como Nezha luchar contra ese extraño par pero tenían algo, algo que al prever podía lastimar al príncipe y eso no le gustaba. El olor a sangre era fresco, dulce y tentador, pero lo que lo hizo levantarse es darse cuenta que eso venía del dios.

-¡Nezha!- ni siquiera pensó antes de saltar, aferrándose a la espalda del gran demonio y abriendo la boca con un ligero gruñido, sus colmillos pareciendo alargarse antes de clavarse en el hombro ajeno. Puede escuchar los gritos llenos de reclamo y los gruñidos de dolor del demonio a quien está mordiendo, puede sentirlo luchar e intentar alcanzarlo  por la forma en la que sus músculos se tensan pero el vampiro está más concentrado en la sangre que inunda su boca. Es fuerte y picante, algo abrumador pero no lo suficiente como para obligarlo a soltarlo.

-¡Maldita chupa sangre!- y ahí es cuando lo siente, algo afilado clavándose en su hombro y suelta al demonio por la sorpresa, recibiendo un golpe de lleno que lo manda a volar y golpear con fuerza una pared. El dolor de ahora era extraño y difícil de describir, lejano y algo sordo pero aún presente. Parpadeo, sintiéndose con el estómago cómodamente lleno y mucho más fuerte de lo usual, bajando la vista al recordar que fue apuñalado y notando la punta del arma sobresaliendo por su hombro.

-Oh...- extendió su mano, logrando agarrar el mango situado de la parte de atrás de su hombro y sacándolo con una mueca, moviendo ligeramente su brazo mientras sentía como la sensación desaparecía rápidamente y notando con sorpresa que la herida se cerró al instante. Sus habilidad de curación era buena pero era la primera vez que la veía funcionar tan rápido. Se lo pensó un poco y decidió probarse un poco. -¡Basta!- uso toda la autoridad posible en su tono de voz y se aferro a las mentes de ambos apenas tuvo la oportunidad, logrando que se detuvieran en seco, luciendo como estatuas allí parados y sin mover un solo musculo. Controlo alguna vez la mente de un demonio, fue tenso y horrible porque tuvo que esforzarse mucho para mantener el control, pero está vez es diferente, se siente fuerte y firme, aplacando fácilmente la lucha del par, y bajando apenas la guardia para prestarle atención al príncipe al notar que se acercaba. -¿Qué harás con ellos?-

-Llevarlos, esa fue la orden- alzó su mano, una flor de color rosa intenso y lo suficientemente brillante como para iluminar todo a su alrededor apareciendo bajo los demonios, los grandes pétalos cerrándose a su alrededor. El mayor cerro el puño y todo desapareció con un ligero destello, como si nada hubiera pasado.

-¿Esto también?- le extendió el arma que había sacado de su hombre. Parecía una daga muy rara, con el mango dorado y algunas piedras coloridas de aspecto caro.

-Si- frunció apenas el ceño al verla, agarrándola para hacerla desaparecer con un destello dorado y ahí es cuando recordó algo. -Tienes...- hizo un gesto hacia su propio rostro. El vampiro tardó unos segundos en entender, relamiéndose los labios de manera inconsciente y dándose cuenta entonces de la sangre que manchaba parte de su rostro.

-¡Que desastre!- chillo, avergonzado, sacando el pañuelo que siempre tenía consigo para limpiarse apresuradamente. -¡Lo siento mucho!-

-No hay problema- negó, notando como los ojos rojizos se veían más claros y brillantes, de seguro por la repentina y buena alimentación. No pudo evitar tararear, pensativo, iba a investigar algunas cosas cuando volviera a su puesto. -Vampiro...- llamó solo para que él lo mirara. -...Gracias por la ayuda- puso todo el sentimiento posible en esa simple frase.

-De nada- se animo, contento de haber podido ayudar. -Gracias a ti, por hacerme compañía~- sonrío, grande y sincero, mostrando los hoyuelos marcados en sus mejillas. Incluso con los colmillos afilados, era la sonrisa más dulce que había visto hasta el momento.

-Fue un placer- uno que le gustaría repetir, si es sincero. -Debo irme y reportarme- la sonrisa ajena se apago un poco pero asintió, comprensible. -¿Te iras pronto?- eso confundió al menor.

-No creo- negó después de pensarlo. Mientras ningún cazador llegara, no tenía apuro. -¿Por?- ladeo la cabeza.

-Tengo que dar un informe y hacer algunas cosas...- ya estaba haciendo una lista en su cabeza. -...pero volveré en cuanto termine- decidió de manera firme y seria.

-¿Vendrás a visitarme?- el vampiro casi pareció iluminarse de la emoción, su sonrisa agrandándose nuevamente.

-En cuanto pueda- se iba a esforzar por hacerlo pero primero, tenía que conseguir lo que tenía en mente, algo que iba a ayudar al chico que tenía enfrente, se iba a asegurar de ello.

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