Robo

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Espero que les guste~

Fue una noche movida y relativamente normal, con muchos pedidos y mucho movimiento, aunque con muchas propinas también pero al fin, llego el momento del término de su turno.

Pigsy esta agotado, una razón por la que decide no quedarse más allá de la madrugada y cerrar un poco más temprano, a lo que se ofrece a ayudar para ayudarlo a cerrar más rápido.

-Gracias, chico- le sonrió antes de adentrarse a cocina. MK se encarga de poner el letrero de "cerrado", para luego limpiar las mesas y alzar las sillas, agarrando la escoba para barrer, tarareando una melodía mientras lo hace.

-¡Listo, señor Pigsy!- anuncio cuando terminó de barrer, riendo ligeramente al escuchar al cocinero quejarse desde la cocina. -¿Necesita algo más?- tiro la basura en el basurero detrás del mostrado, dejando la escoba a un lado.

-No, creo que es todo por esta noche- el cerdo sale de la cocina, pasando una de sus manos por su cansado rostro y bostezando ampliamente antes de poder detenerse. -Gracias chico, puedes irte- MK abrió la boca, dispuesto a despedirse y obedecer, pero la puerta siendo abierta de golpe lo diantre y no le queda otra más que retroceder par observar lo que sucede.

-Si me obedecen, nadie saldrá herido- es un hombre que no siquiera se molesta en tener la cara cubierta y el vampiro se esfuerza en no hacer una mueca ante el fuerte aroma a bebida alcohólica que esta impregnado en el desconocido. -Quiero todo el dinero que tengas, cerdo- gruñó, aunque la forma en la que arrastra las apalabras haciendo que fuera difícil de entender, levantando un arma que apenas nota que tiene y con la mirada fija en el dueño del lugar.

-Vete al diablo- esta tenso y tiene el ceño fruncido, muy quieto en su lugar, MK pudiendo oler el miedo en el ambiente.

-¡Dije que me dieras el dinero!- repite y su dedo rosa el gatillo, ahí es cuando reacciona. No quiere que su jefe, su amigo, pudiera salir herido cuando él puede ayudarlo.

-¡Hey!- pone toda la autoridad que puede en su tono y sabe que tiene el efecto deseado al ver al ladrón enderezarse como si fuera un soldado y con la mirada en blanco perdida en la nada, sin mirar nada en particular. Pigsy jadeo silenciosamente al notar como los ojos de su empleado se tornar de un rojo brillante. -Baja el arma...- el desconocido no le queda otra más que obedecer, bajando el brazo que había tenido levantando. -...y ve a la estación de policía para confesar lo que hiciste- fue lo mejor que se le ocurrió y pronto, el hombre se da media vuelta, alejándose en silencio para obseder y con el cuerpo tan tieso que parece un robot. Solo cuando desaparece de sus vistas y puede cerrar nuevamente la puerta, se permite relajarse ligeramente, solo para voltearse y tensarse nuevamente ante la mirada fija de su jefe.

-¿Qué...fue...eso?- Pigsy se ve asombrado, como si no pudiera creer del todo lo que acaba de presenciar.

-Yo...- dudo y si aun estuviera vivo, estaría sudando por los nervios. -Es complicado- sonrió temblorosamente pero esa frase no era una salida y aunque era tarde, fue arrastrado hacia el departamento ajeno, obligado a sentarse y contar algo de su historia.

-Sabía que los vampiros existían pero...- Pigsy se ve mucho más cansado ahora y MK esta aliviado de que no estuviera molesto y ofendido. -...no pensé que hubiera alguno en la ciudad, mucho menos uno que pudiera caminar bajo el sol como si nada-

-No vi a nadie más, así que creo que soy el único...- se encogió de hombros. En los años que llevaba viviendo allí, no había visto ni escuchado algo sobre ningún vampiro, había estado atento a ello. -...y lo otro es...técnicamente un secreto, así que...- mientras menos sepan de la piedra lunar, era mejor.

-Lo entiendo- asintió el cerdo, tomando un largo sorbo de su café. El vampiro se preguntaba cómo iba a dormir con tanta cafeína en su sistema. -¿Cuántos años tienes en realidad?- parecía curioso y cauteloso, como si temiera la respuesta.

-En año nuevo tendré 72- hay algo tan gracioso en la expresión del demonio que lucha por no reírse, sin sentir que fuera adecuado para la situación.

-¿Naciste en año nuevo?- enarco una ceja.

-Me mataron en año nuevo- siendo sincero, no recordaba su fecha de nacimiento, apenas y podía recordar el rostro de sus padres, aunque borroso y sin muchos detalles.

-Rayos...- se tenso, sin haber esperado esa respuesta.

-Esta bien, paso...hace un tiempo...- aun dolía el recuerdo de su muerte pero no tanto como en el principio. -Entiendo si quiere despedirme después de esto, yo...- no quiere perder su trabajo, le agrada y le tiene cariño al demonio, pero le da la opción por si las dudas.

-No pienso despedirte- lo interrumpió bruscamente. -Te despediré si me robas o algo así, no por algo que no pudiste evitar- agregó ante la mirada llena de asombro.

-Señor Pigsy...- sollozo, levantándose para acercarse y abrazar al demonio, agradecido y conmovido por aquello. El chef solo puede tararear, acariciando su espalda y dejándolo tomar todo el cariño que necesitará, sin tener el corazón para apartarlo mientras lo escuchaba susurrar agradecimientos contra su hombro.

Ahora tenía un empelado vampiro, su vida se estaba volviendo muy rara.

VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora