Macaque

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Espero que les guste~

Nota: 2.005

Mk tarareo para su mismo, aunque mantuvo su atención a la nueva y repentina incorporación que tenía desde la mañana. Lo escucha, un lento pero amortiguado palpitar, y noto, a veces de reojo, que su sombra se movía por su propia cuenta. Está muy curioso y preocupado, especialmente porque parece ser que llamó la atención de un demonio que se esconde en su sombra, aunque hasta el momento no sucedió nada muy raro o sospechoso, así que supone que no está allí para hacerle daño.

No tiene muy en claro cuál es su intención pero cuando ya va por el cuarto día de estar siendo seguido, decide que va a hablar. Necesita comer y lo que menos quiere es hacerlo frente a alguien que no puede ver.

-Oye...- se agachó, sus ojos fijos en su sombra aparentemente normal. -...no sé quien eres o si tienes algún tipo de asunto secreto conmigo pero, ¿podrías salir?- debe verse como una especie de loco hablando con su sombra, una razón más para hacerlo en la seguridad de su casa. -Necesito comer y me sentiría muy incómodo si lo hago mientras aún estas allí, escondido ¿Puedo ofrecerte algo?- sin respuesta o cambios. -¿Un té? ¿Galletas? ¿Gelatina? Si quieres otra cosa, mi hermana tiene menús en la heladera, puedes pedir lo que quieras- unos minutos pasaron y nada sucedió. Justo cuando el vampiro se resignó y se enderezó para ir a buscar una bolsa de la heladera, su sombra se movió. Retrocedió un paso, más que nada por el ligero susto del repentino movimiento, viendo con sorpresa y asombro como un ser emerge de su sombra, parpadeando ligeramente. Aquel ser es un poco más alto que él, ojos dorados devolviéndole la mirada y con un aspecto de mono que lo tomó por sorpresa, un fuerte aroma a mango y a inciensos llegando a su nariz, con algo más extraño y difícil de identificar, bien escondido bajo lo otro.

-¿Cómo supiste que estaba en tu sombra?- pregunta con tono serio y el ceño fruncido, con algo de tensión en su postura pero MK ya no lo está escuchando.

-Eres...- jadeo, sin poder creerlo del todo. Según lo que le dijo Midori y lo que investigó alguna vez en el pasado, los demonios mono son raros y hasta el momento, solo existieron 2 a lo largo de toda la historia. -...¡Six Eared Macaque!- se emocionó al instante, su sonrisa grande y llena de rebosante felicidad. -¡Estas vivo!- soltó una carcajada, ignorante de cómo los ojos ajenos se abren un poco más por la sorpresa y de la expresión del mono. -¡Midori tenía razón, estas vivo!- está extasiado, no hay forma de negarlo.

-¡Hey!- Macaque se quejo cuando de repente, hay manos sujetando su rostro y apretando sus mejillas. Incluso si él otro está emocionado, su agarre aún es amable pero firme.

-¡Te vez asombroso, mucho mejor de lo que imagine!- tiene un aire de misterio a su alrededor, aunque ahora está tieso y muy sorprendido. -Y tu pelaje es tan suave~- agregó en un susurro cuando pudo enterrar sus dedos en las patillas que enmarcaban el rostro ajeno, su pelaje tan oscuro como la tinta pero esponjado y suave al mismo tiempo.

-¿Me...conoces?- Macaque agarro las muñecas del chico, mirándolo fijamente. Había esperado miedo, o incluso confusión, quizás algunos gritos pero en vez de eso, recibió felicidad y una gran sonrisa. Nunca espero que esté chico lo conociera y mucho menos que se viera tan contento por ello.

-¡Por supuesto, leí la historia!- sonrió. -Eres Six Eared Macaque, el guerrero que alguna vez lucho junto a Monkey King y el manipulador de sombras- parece tan orgulloso de reconocerlo que sólo logra aumentar la confusión ajena. -Un momento...Six Eared...6 orejas...buena audición...oh...- parpadeo, logrando conectar algunos puntos. -La falta de esto llamó tu atención, ¿no?- logró safarse del agarre del mayor para señalar su propio pecho, sabiendo que la falta de palpitar podía ser sospechoso para muchos.

-¿Qué puedo decir? Es difícil ignorar un cuerpo sin palpitar de corazón- se encogió de hombros, llevando ambas manos tras la espalda, aunque aún se veía tenso. -Pero aún no respondiste mi primera pregunta-

-Oh...pude escucharte- le gustaría mucho reírse de la expresión que el mono tenía pero decidió no hacerlo, no por el momento -Suena amortiguado, de seguro por estar en las sombras, pero aun audible para mí- jadeo al darse cuenta de un detalle. -¡Combinamos!- su sonrisa sólo se agrando, su propio glamour cayendo y dejando ver sus ojos rojos brillantes de emoción. -¡Tenemos super oído!-

-Super oído, ¿eh?- la felicidad ajena parecía extrañamente contagiosa y no pudo evitar sonreír ligeramente. -Pará mí es más un dolor de cabeza constante-

-¿Verdad que si?- rio ligeramente, al fin alguien que lo entendía. -La primera vez que me acerque a un pueblo, fue abrumador. Demasiadas voces y latidos de corazón- hizo una mueca al recordarlo. Le costó mucho adaptarse y encontrar una manera de que todo el ruido no fuera demasiado, aunque a veces, su control dudaba y le hacia doler la cabeza.

-Te entiendo, te entiendo- asintió. -Tengo audífonos para no escuchar nada cuando todo es demasiado- confesó por alguna razón y antes de poder detenerse a sí mismo pero no tuvo tiempo para arrepentirse, no cuando la sonrisa ajena parecía agrandarse de alguna manera.

-¡Yo quiero uno de esos!- brillo. -Tengo auriculares y una lista de reproducción pero a veces, los ruidos son demasiados- hizo un puchero. -Además, duermo cómo murciélago usualmente, es difícil conseguir audífonos tan pequeños- Macaque tarareo, pensativo ante eso. -Oh, necesito comer- sus colmillos se estaban alargando y su hambre le estaba reclamando. -¿Te importa si...?- hizo un gesto hacia la cocina.

-No dejes que mi presencia te detenga- bufo, luciendo divertido por alguna razón, sin querer enfrentar a un vampiro hambriento. Eso nunca terminaba bien. -¿La oferta de comida aún está en pie?- porque, por primera vez en mucho tiempo, alguien parece estar feliz y cómodo con su presencia. Quiere disfrutar de eso un poco más.

-Claro que si- no dudo en decir, haciendo un gesto para que el mayor lo siguiera a la cocina.

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