Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]

¿Una familia?

Dereck

Según Karina trajo los medicamentos consigo, Jane se los tomó de mala gana. Sus celos le brotan por cada poro de su piel al verla, no creí que fuera tan celosa mi mapachita. La verdad no sé qué hacer con esa mujercita que me tiene atado a su merced. Tan bien que la estábamos pasando en la ducha, estaba calentándome con esa dulzura, sensualidad que solo ella posee. Estaba a punto de perder los estribos y el tenerla desnuda no estaba ayudándome de nada.

—Gracias por todo, Karina.

—No hay de qué. Hasta mañana — sonrió y salió de la habitación.

—¿Cómo te sientes? — pregunté quitando la sabana de su cuerpo —. Te quitaré esa prenda y te cubriré con algo más grueso, puedes agarrar un resfriado si te quedas mojada...

—Me siento mejor, gracias — desvió la mirada a la ventana mientras bajé la pequeña prenda por sus piernas —. Lamento todo lo que dije, Dereck.

—¿Por qué te disculpas? — guardé la prenda en mi bolsillo y cubrí su desnudez con la colcha —. No has hecho nada malo.

—Solo te causo problemas — rió suavemente —. Por lo menos es lo único que te sigo generando, por que es evidente que me odias.

—Mírame — tragó saliva y volteó a verme —. Yo no te odio, bueno, solo un poco. Pero no es un odio del cual sea malo, te lo puedo asegurar. Han sido días muy fuertes y me has soltado una bomba que no me esperaba, también está lo de la empresa y todo lo que has hecho desde las sombras por mí, y el detonante ha sido la confesión antes de que ese maldito desgraciado te dispara. Hace unas semanas atrás estaba seguro de no volver a verte ni a pensarte, me diste justo en el blanco ante tu maldito orgullo; diciéndome que no me amabas. ¿Quién era el supuesto hombre a quien amabas? — mordió su labio inferior —. No quiero extenderme con esta conversación, porque son muchas cosas las que tenemos que aclarar, Jane. Por ahora es mejor que descanses y ya mañana veremos qué pasa. Dejemos que todo tome su propio rumbo, ¿te parece?.

—Sé que hice muy mal en haber huido, tienes razón en llamarme cobarde — tomé sus manos entre las mías —. Soy una mujer con muchos miedos, Dereck. Aunque luzca fuerte por fuera y a veces actúe ruda ante los demás, soy un mar de miedos por dentro. Siempre me ha afectado lo que dicen de mí. Connor y Lucy destruyeron con la poca seguridad que tenia de mí, que hasta pensé que tú eras como él. Las amenazas me hicieron retroceder cuando había tomado l decisión de darte la cara, y supongo que solo me centré en no hacer más

complicada tu vida teniéndome cerca. Después de todo, ¿quién era yo en ese entonces? Una simple secretaria con la que pasaste dos noches. Estoy segura que en dos encuentros no te enamoraste de mí...

—No me enamoré de ti por llevarte a la cama, Jane — besé el dorso de sus frías manos —. Entraste en mí siendo tú, siendo esa chica que siempre debatió mis palabras con algo de cinismo y terquedad. Me gustaste al descubrir en ti una hermosa joya. Me encanta tu forma de ser, tu forma de hablar, hasta de aquella manera en la que me miras y todo se detiene a mi alrededor. Entraste lentamente, seduciéndome poco a poquito con tu ingenuidad y fuerza. Atrapaste y cautivaste mi corazón siendo Jane, la mapache revoltosa y problemática que me hincha de mal humor y de alegría a la vez. Duele que me hayas ocultado a nuestro hijo, pero ahora que sé la verdad, entiendo que lo ocultaste para protegerlo — sonreí —. Pero. ¿no se te cruzó por la mente que quizá y si hubieras contado conmigo hubiéramos solucionado todo juntos? Y en lugar de estar a punto de ponerte una venda en tu herida, debería de estar comiéndome esta piel que me está llamando a gritos. Todo hubiera sido diferente.

— Habías tardado... — rió y se dobló de dolor —. Auch, duele, no me hagas reír.

— A ti solo te queda en la mente las cochinadas que te digo — dejé un camino de besos por su brazo hasta llegar a su cuello y escuchar el suave y profundo suspiro al sentir el roce de mis dientes en su piel, antes de ponerle la venda limpia en la herida —. Descansa, princesa. Aquí estaremos a tu lado. Traeré a Dante para que durmamos juntitos como una familia,

— ¡Una familia? ¿En verdad quieres tener una familia conmigo? — susurró —. No quiero que te sientas presionado u obligado solo porque tenemos un hijo, Dereck. Un hijo no es sinónimo de unión y de felicidad...

—Por supuesto que quiero una familia de mapaches, eso sí, bien portados y atractivos — sonrió ladeado negando con la cabeza —. Imagina tener un par más...

—Por ahora disfrutemos de Dante, ¿sí?.

—Ya hablaremos de ello — besé su mejilla y

suspiró —. Ya regreso.

Jane

Una familia es de gran responsabilidad. Dereck y yo por ahora tenemos muchas cosas que resolver, supongo que poco a poco toda irá encajando en su lugar. Lo poco que hablamos me deja muy tranquila. Por lo menos sé que no me odia a como lo creía. Dereck llegó a los pocos minutos con Dante entre sus brazos y lo acostó en medio de la enorme cama.

—Pon una almohada en su lado izquierdo — sonreí al ver como lo acomodaba delicadamente —. Suele despertarse muy seguido a comer, puedes dejarme el biberón a la mano y se lo doy...

—Tu no te preocupes de nada. Me he preparado muy bien para cuando despierte en medio de la noche. ¿Quién crees que se ha hecho cargo de él? — susurró cubriendo a Dante con su manta —. Sé que te dije que no dormiría contigo, pero la ocasión lo amerita — sonrió acostándose junto a Dante.

—Se siente extraño dormir los tres — confesé soltando un suspiro —. Pero se siente muy bien. Se siente más caliente la cama.

—Te estamos dando calor, ya que estas desnuda — me cubrí hasta el cuello con el cubre cama y me quedé viendo a mis dos hombres.

Tantas noches había soñado con tenerlos a los dos a mi lado, que se me hace un sueño tener a Dereck acompañándonos mientras descansamos. La sonrisa de ese rubio me pone muy feliz y, con solo la mirada llena de ilusión que me está dando, me susurra en el silencio que después de tan larga tormenta ha llegado por fin la calma en nuestras vidas. Dante es paz y alegría. Nuestro camino hasta ahora está empezando a escribirse, y los miedos se vuelven mucho más grandes al intentar dar lo mejor de mí, sin llegar a cometer los mismos errores.