El tiempo no olvida

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Un año después

Jane

—¿Tienes que ir obligatoriamente a Chicago? — inquirió Antony dejando un tierno beso en mi mejilla —. No tengo problema en que vayas ni nada de eso, pero, ¿segura que no quieres que vayamos contigo? Podrías necesitar de un hombre para defenderte de la bruja esa.

—No, lo que menos quiero es que Lucy los vea — pellizcó mi nariz y sonrió —. Además de que me eres más útil aquí que allá.

—Si no te amara tanto muy seguramente ya estuvieras muerta por eso que has dicho, nena — me encogí de hombros —. Esta bien, ve y demuéstrale a esa desgraciada de lo que estas hecha, mi amor.

Quien diaria que en un año haría todo lo que en años pretendí hacer estando en un lugar el cual no me vio nacer. Hace poco abrimos una pequeña microempresa con Antony y Paul de joyería, somos los tres mosqueteros contra todo; ellos han sido grandes amigos que me han ayudado durante este tiempo tan difícil que he tenido que atravesar. Cada mes estuvieron muy al pendiente de mí y de todos mis cuidados. El destino no tiene culpa de todo lo que debía de pasar.

—Te vamos a extrañar, ¿verdad que sí? — con lágrimas en los me despedí de lo más hermoso que tengo en la vida —. Nos hablas para saber que llegaste bien.

—Antony déjala respirar un poco — se burló Paul y sonreí, esos dos son la pareja más dispareja que he conocido —. Ni que fuera a quedarse por allá o a morir.

—¡Paul! — reí entregándole a Dante a Paul —. Que cosas dices, mi amor.

—Es la verdad, no me voy a morir — besé su redonda y rosada mejilla y una punzada se estableció en mi pecho —. ¿Acaso creen que les dejaré a Dante así como así?.

—Yo me lo quedo sin problema — Antony suspiró —. Quiero un hijo cuanto antes, Paul.

—Mejor vete o te quedarás consolando a Antony — me dejó un sonoro beso en la mejilla antes de irse con Dante.

—¿Y si lo ves le hablarás sobre su hijo? — la repentina pregunta me hizo tensar todo el cuerpo —. Sé que nunca te hemos cuestionado por nada, es tu privacidad y no somos quienes, para juzgarte, Jane. Pero si creo que el papá de Dante merece saber de su existencia.

—No lo sé, Antony. Dudo que lo vea — mordí mi labio temblando, el tiempo no me ha hecho olvidarlo y menos al ver su vivo retrato en Dante —. Le contaré todo a su debido tiempo, por ahora es mejor dejar así...

—Es tu decisión, solo espero que no te cause problemas legales. Cuídate mucho — sonreí subiendo al taxi que me llevaría al aeropuerto.

Volver a la casa para estar presente en la boda de mi hermano Miguel, me retuerce el estómago. Nadie sabe de la existencia de Dante y en dónde me he encontrado todo este tiempo. Ni mis hermanos, que han sido mi más grande apoyo saben del hijo que tuve hace unos meses atrás. Me duele dejar a mi pequeño rubiecito de ojos verdes solito por unos días. El corazón se me estruja cada que me alejo de la casa. La noticia de mi embarazo me cayó como un balde de agua fría: justamente cuando creí olvidarlo, cuando mi carrera estaba comenzando y en el momento que Dereck le estaba yendo muy mal.

Me juré ser su fantasma desde que lo vi tan mal en una de las entrevistas que dio días después para un canal de televisión muy famoso. Esa chispa en su mirada ya no estaba por ningún lado, solo vi a un hombre completamente destruido. Hice de tripas corazón para no ir con él, aunque a veces me culpo por no haberlo hecho, quizás y todo sería diferente. El miedo me ganó y tomé la tonta decisión de estar alejada de él. En algún momento se va a enterar, y sé que no va a reaccionar bien que digamos, pues le he ocultado algo muy importante.

Catorce horas de vuelo y en el aeropuerto de Saint Louis esta mi hermana con mi sobrino esperando por mí, mi gordito me ha hecho mucha fala.

—¡Oh, mi Dios! — Maggie me dio una mirada lenta y completa con la boca abierta —. ¿Qué has hecho con mi flaca? ¿Dónde esta mi hermana? Claramente no eres ella, aunque el lunar me dice que si — reí abrazándola fuerte —. Dios mío, Jane, hasta te has cambiado el color de tu cabello... un cambio extremo te has hecho.

—Que haya cambiado el color de mi cabello y que ahora me vista como mujer, no quiere decir que no sea yo — alcé a Mathias en mis brazos —. Los he extrañado mucho.

—Nosotros también, hermanita. Vamos a casa, todos se van a morir cuando te vean...

—¿Jane? — giré mi rostro hacia el hombre que me llamó. Tragué saliva y mi cuerpo quedó estático al ver a Elián frente a mí, pues mi cabeza se hizo miles de suposiciones —. Sí, eres Jane Wilson, tu rostro jamás lo olvidaría, preciosa.

—Joven Elián... — sonrió ladeado y mi corazón se detuvo, cada día se parece a su hermano —. Es un gusto volver a verlo, y disculpe que solo le salude de paso, pero llevo algo de prisa...

—Yo no soy Dereck, Jane. De mi no debes huir — enarcó una ceja e hice presión con los labios fuerte —. Sin embargo, es mi deber como hermano decirle que te he encontrado por aquí casualmente, aunque puede que ya no le interese mucho tu presencia.

—Pues mejor, ¿no? — reí nerviosa —. Digo, si no soy importante, para que decirle que estoy aquí.

—Vamos, Jane. Llegaremos tarde a la iglesia — suspiré aliviada.

—Jane — se me quedó viendo con una sonrisa en los labios —, Aunque Dereck no sepa que has estado ayudándolo desde lejos, yo sí. Y sé que la única razón por la que lo estas haciendo es porque quizás y aun sientes algo por él. Inclusive muchas veces me he preguntado porque lo haces anónimamente, si bien pudiste haberle dado la espalda — palidecí en una fracción de segundo —. Por supuesto, claro, se me olvidaba que te escondiste solamente para evitarle la gran sorpresa de un bebé. Sabes que todo fue un montaje de esa mujer, sabes que nunca estuvo en embarazo y obviamente la boda de ellos fue totalmente falsa, nunca hubo tal matrimonio — borró la sonrisa de los labios y tragué saliva —. Tal vez sea el hombre menos romántico a la hora de hablar, pero se abrió contigo y confesó lo que sentía por ti, ¿por qué no le correspondiste así fuese falsamente? Aunque te admiro, has tenido la suficiente valentía de donar tu dinero para salvar su trasero, así que, si planeas irte de nuevo, te sugiero que lo hagas ya, porque estoy a segundos de llamarle y decirle que me he encontrado con el mapache travieso que ronda por su cabeza cada maldito segundo del día. Disfruta de la boda. Adiós, preciosa — me tiro un guiño y se marchó con una sonrisa dejándome con el corazón en la mano.

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora