Funeral

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Tomé la carta en mis manos y me alejé de todos. Fui a mi lugar favorito y me dejé llevar por la hermosa letra cursiva de mi abuela. Cada una de sus palabras me hicieron agonizar más de dolor.

Para: Jane.

Sí estás leyéndome tras esta hoja es porque ha llegado el momento de dejar esta tierra e ir junto a tu abuelo, a lo más alto del cielo o dónde sea que nuestras almas descansen. Mi niña, no llores, no estés triste. Verás que ya viví lo suficiente como para no merecer un buen descanso, uno que tanto necesitaba. Desde que vi tu carita por primera vez me quedé hechizada por los bellos ojos que tienes, mi Jane. No eres mi hija, pero te amé y te amaré como una. Tenerte en mis brazos desde pequeña fue lo mejor que me pasó en la vida. Yo no estaré más a tu lado, pero estaré cuidando cada uno de tus pasos y estaré acompañándote en cada triunfo que tengas en la vida. Vete, vete muy lejos de este lugar y no vuelvas. Cumple tus sueños y vive por ti, no para los demás. Ahora que te has liberado, no permitas que nadie te encierre en una jaula. Repartí lo que tanto me constó conseguir en vida de forma equitativa, sin embargo; te he dejado una cuenta y una casa solo para ti en el centro de Chicago. Ahí es donde te irás a vivir de ahora en adelante y no acepto un no como respuesta; es tuyo ahora. La productora ha pasado a ser legalmente de tus hermanos y tuyo, no dejes que otras personas les quiten lo que por derecho les pertenece. Tú padre es mi hijo, pero está demasiado viejo para hacerse cargo por su cuenta. Tus hermanos lo harán, en lo que consiguen a la persona adecuada. No voy a dejar mi legado en manos de una mujer sin corazón.

Sonríe mi niña, que tienes la sonrisa más bella y tierna en el mundo. Con ella pones el sol a brillar en un día frío y oscuro...

Te ama, tu madre...

Las lágrimas no me permiten ver con claridad. El nudo en mi garganta se expandió por todo mi estómago. Me hice un ovillo en el pasto y convulsioné hasta quedar dormida. Cada palabra escrita tocó mi alma como un puñal sin llegarme a lastimar.

Desperté en mi habitación envuelta en las sábanas. No sabía cómo había llegado hasta allí pues recuerdo haberme quedado dormida fuera de la casa. Me levanté casi por la misma necesidad de lavar mi cuerpo y que el agua hiciera su magia. Una vez terminé, me coloqué un vestido negro que Nana me había comprado para el día de mi fiesta de despedida de soltera. Dudé, pero al final terminé colocándomelo. El vestido negro y ajustado a mi carne, hasta un poco más arriba de la rodilla y un hermoso adorno en la parte de mis hombros. Peiné mi cabello en una cola alta y me dediqué una mirada al espejo.

El vestido se ajusta a mis curvas, resaltando eso que tanto temí mostrar de adolescente. Extrañamente me siento cómoda usándolo o quizás sea porque mi abuela me lo regaló. Suspiré antes de salir de la habitación y bajar a la primera planta donde una fuerte discusión llamó mi atención.

—¡Ella es una bastarda, Phillips! ¡No es más que una simple cosecha que recogiste de quién sabe dónde! — le gritó mi madre a papá quién se halla de pie junto a la escalera —. La recibí porque así me lo pediste, pero para mí no es nada. Ella nunca será mi hija...

Fruncí el ceño confundida. Están hablando de mí o de mi hermana...

—Le diste de tu seno, Luci. Me dijiste que la amabas como si fuera tuya... ella es mi niña. Mi madre podía disponer de su dinero como ella quisiera. Esa fue su decisión y no hay marcha atrás...

—Eres un bueno para nada. No sé porqué me casé contigo — subió las escaleras y se me quedó viendo con tanto desprecio y furia, que el corazón me dictó que era de mí de quién hablaban hace un momento.

—¿Qué haces ahí, mi amor? — inquirió mi padre con sus ojos azules cansados y algo tristes —. Lo has escuchado todo, ¿verdad? — asentí bajando cada escalón lentamente.

—Sí, pero eso no viene al caso ahora, papá...

—Siempre serás mi niña, mi amor. Sin importar que no lleves mi sangre — el corazón se me hundió mucho más al confirmar mis suposiciones —. Yo te amo, Jane.

—Yo también, papá...

No tengo cabeza como para indagar sobre quién soy y de dónde vengo realmente. Viví en una mentira toda mi vida. Sin duda alguna, mi madre, la verdadera, no está más conmigo. Salimos hacia el cementerio con mis hermanos y toda la familia. Algunos son tan falsos al llorar por una mujer que ni en vida fueron capaces de venir a ver. Todos están aquí por la herencia que ha dejado Nana...

Las palabras del padre son sordas para mis oídos. Me aferro a mí hermana fuerte mientras los segundos transcurren como horas. Las piernas me tiemblan al igual que todo el cuerpo. La acidez sigue plasmada en mi garganta. El dolor me consume lentamente. Sentí una mano en mi espalda y brinqué por el susto.

—Podemos hablar, Jane.

—Ahora no, Connor...

—Después de que acabe el funeral, Jane. Solo serán dos minutos.

—Está bien.

Ni fuerzas tengo para pelear. Dos horas después, adentraron a mi abuela al crematorio. Sus cenizas estarán con las de mi abuelo, como ella tanto lo queria. Cada uno empezó a irse del cementerio, pero por alguna razón mis pies seguían pegados en el suelo.

—Has cambiado mucho, flaquita — susurró Connor en mi oído, dispersando todo pensamiento que tenía de Nana —. Estás mucho más hermosa... te ha sentado vivir en la ciudad.

—Ahórrate tus falsos cumplidos, Connor. ¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?.

—Tomemos un café, ¿te parece?.

—No, dime ahora. En unas horas debo irme — lo vi a los ojos y me sonrió, hace tiempo hubiera querido que me sonriera de esa manera. Ahora su sonrisa no es más que una añadidura de su rostro —. No tengo mucho tiempo, te escucho.

—Bueno, creí que querrías recorrer el pueblo como en los viejos tiempos. Quiero contarte muchas cosas que han pasado en los últimos meses y de paso, pedirte perdón por haber sido tan imbecil. Es ahora que me doy cuenta que te amo — dio un paso al frente y reí irónica.

—Mejor ve y le echas ese cuento a las vacas que le exprimes la leche, Connor — negó y trató de agarrar mi mano —. No me toques.

—No me odies, flaquita. Tú desprecio me lastima — reí fuerte y en cuanto estaba a punto de responder un par de brazos que me hacen temblar tomaron mi cintura apegándome a él...


—¿Sucede algo, cariño? — me quedé impactada por las palabras de ese hombre tan raro ha dicho. Sus ojos verdes me observaron con un brillo que no logré descifrar. Mi corazón parece haber revivido de la sublime muerte en la que estaba. Dereck Cooper, es el hombre más extraño que haya podido conocer.

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora