Quemado

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Jane

Sus palabras son como un encendido automático para todo mi cuerpo. Temo a esa mirada tan cargada que me hace sentir pequeña ante sus ojos verdes. Está igual de agitado que yo, y la posición tan incomoda en la que estamos no me permite mover un solo músculo de mi cuerpo, pues si me llego a mover, siento que eso que tiene entre las piernas me atravesará la ropa y la carne en cualquier momento. Su grande mano masajea y aprieta suavemente mi seno izquierdo; provocándome una corriente por la espina dorsal. Su mano es tan caliente, que aun y encima de la blusa puedo percibir esa calidez. Temblé al percibir sus labios muy cerca de mi cuello. Su aliento chocó directamente en mi piel haciéndome estremecer. Cerré los ojos con fuerza y apreté todos los músculos, cuando su lengua hizo contacto en mi cuello. Mordí mi labio inferior con fuerza, casi con esa misma con la que acaricia mi piel con su boca.

—Deténgase... — supliqué, mi voz salió muy extraña —. Por favor, Sr. Cooper.

—No puedo detenerme, Jane — su voz se escucha igual que la mía, agitada, distorsionada, pesada —. Créame que ya no puedo... por más que quiera, simplemente no puedo y no quiero.

Mordió ligeramente mi piel al tiempo que su cuerpo se presionó contra el mío. Mi estomago percibe su pene muy duro moviéndose contra mí. Trazó un camino fino y húmedo con su lengua en mi cuello, hasta que llegó al primer botón de mi blusa. Esto está mal, muy mal. Él no debería estar haciéndome esto; es mi jefe. Se echó hacia atrás y me observó un momento. Sonrió, y con ambas manos empezó a desabotonar mi blusa. Los temblores de mi cuerpo no son como ese fuego tan grande que siento por dentro. Mi cuerpo se siente caliente y el ser tocado de esta manera, me hace sentir muy bien, no lo voy a negar.

—Su piel es muy suave — acarició el medio de mis senos una vez abrió mi blusa —, tierna y sabe muy bien.

Apreté las piernas a más no poder. Agachó la cabeza y dejó un beso húmedo en mis senos. Besó, acarició y mordió mi piel con tal suavidad que me está haciendo perder la cordura. Sus dedos delinearon el contorno del brasier, una vez llegó a mis pezones liberó mi seno y mordió su labio observándome como una bestia. Nunca me habían tocado ni mirado de esa forma como lo hace Dereck Cooper. De lo más profundo de mi garganta, salió un gemido ahogado, cuando sus labios apresaron mi pezón hinchado. Arqueé la espalda y mordió tan dolorosamente cruel para mis pobres nervios vírgenes.

—Maldición — gruñó, estirando mi pezón con sus dientes —. Han estado en mi mente que hasta creí conocer su sabor...

Trazó círculos con su lengua al redor de mi pezón. Su aliento caliente me genera ciertos estragos en mi piel. La humedad de su lengua no es desagradable, todo lo contrario, quiero más de esa sensación que me está brindando.

—Esto no está bien, Sr. Cooper... usted es mi jefe — gesticulé, cerrando los ojos y permitiéndome sentir esto que deseaba de mi primer amor.

—Sé que también lo quiere, Jane.

Se alternó ambos senos, llevándome y llenándome de una experiencia única, una que traspasa corrientes directas a mi parte baja con las mordidas o los besos que deja en mis pezones duros y lastimados. Me dejé llevar por todo lo que me estaba haciendo sentir que olvidé el lugar en el que nos encontrábamos. Solté sonidos que nunca antes había soltado mi boca a causa de sus besos húmedos. Levantó la cabeza y me permitió tomar aire. Relamió sus labios y sonrió mirándome fijamente. No me dejó decirle nada, pues volvió a besarme, pero esta vez en la boca. Inconsciente o no, seguí el ritmo de sus labios y lengua. Me aferré fuerte de los costados de mi falda y el cosquilleo en mi vientre aumentó con la intensidad de su apasionado beso. La cabeza me explotó en miles de sentires que me llevaron a un lugar desconocido. Siento mis piernas húmedas a causa del enorme calor que hay allí abajo.

—Sr. Cooper... — susurré, sus dedos empezaron a escalar mi falda hacia arriba y los nervios empezaron a hacerse presentes en mí —. Espere... no estamos en un lugar adecuado...

Sonrió contra mis labios y casi me asesino a mí misma por lo que acabo de decir.

—Muy cerca de acá hay unas casas de paso. Entiendo si no quiere hacerlo en el auto — tragué saliva y dejó un beso en mis labios al tiempo que sus dedos tocaron mis piernas —. Acá será más excitante, Wilson. Solo déjese...

Tensé todo el cuerpo al sentir sus dedos pasearse de arriba y hacia abajo sobre la tela que cubre lo sagrado. Dejé de respirar, y entonces volví a la realidad. Las imágenes de Connor con aquella mujer en su oficina, la manera en que ella apresaba las caderas con sus piernas y el movimiento brusco de sus cuerpos mientras gritaban y gemían en la oficina, me llegó quebrando toda buena sensación. De momento me vi en la misma situación. Estoy convirtiéndome en una cualquiera y así no soy yo. Estoy siendo participe para romper el corazón de alguien más, justo como me lo rompieron a mí. Lo empujé con todas las fuerzas y se me quedó viendo sorprendido.

—No, esto no debió pasar entre usted y yo, Dereck — abotoné torpemente los botones de mi blusa aun con él encima de mis piernas —. Iré al maldito infierno y usted vendrá conmigo por ser infiel. ¿No siente remordimiento alguno por lo que acaba de hacer y yo permití?.

—No, porque lo estoy disfrutando tanto como usted — presionó mis hombros contra el asiento dejándome inmóvil —. No me va a dejar así, Wilson. No ahora que estoy a punto.

—No sé qué quiere decir con eso, pero yo no voy a ir más lejos de esto. Ya hizo lo que quiso conmigo. Busque a otra o mejor a su novia, ¿la recuerda? —levantó una ceja y ejerció más fuerza frotándose contra mis muslos.

—Lo va a recibir, porque así se lo ordeno — fruncí el ceño y levanté la pierna dando justo en sus bolas. Cayó encima de mí y lo golpeé en la espalda —. ¿Qué ha hecho, maldición?.

Se levantó y volvió a su silla tomándose con ambas manos sus bolas. Mi teléfono sonó dándome la excusa perfecta para salir del auto y contestar a mi hermana. Tiré de la falda hacia abajo y respiré antes de agarrar la llamada.

—Maggie...

—Flaca, te tengo que decir algo que ocurrió — su voz tembló al otro lado de la línea cosa que me hizo preocupar instantáneamente.

—¿Qué sucedió? — hizo silencio y sorbió por la nariz.


—Es... es Nana, Jane — mi corazón se detuvo al tiempo que negué con la cabeza varias veces, pensando en lo peor —. Murió...

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora