Dereck
—Sr. Cooper, no cometa una locura. Usted es un hombre muy importante que no merece manchar su vida con una persona que no vale nada como yo — fruncí el ceño ante las palabras de Jane —. Recapacite, piense antes de actuar. La rabia no trae nada bueno. El asesinato le dañaría su impecable carrera, Sr. Cooper. Si ese es le caso, yo renuncio.
¿De qué carajo está hablando?.
—Sé que me odia, que soy un desastre de secretaria; y además de ser fea y no darle estética a su oficina. Pero, matar a una persona por tener defectos, no está bien hecho. No sé qué le hice de malo como para que llegue a ese excesivo punto de odio...
Una risa fuerte y ronca salió de lo más profundo de mí. Esta mujer o no conoce de malicia o simplemente es virgen... Bueno, aunque con ese traje de mapache que antes se cargaba dudo mucho que haya tenido novio. Mis pensamientos perversos fueron irrumpidos por los de una mujer la cual luce asustada. Supongo que el hecho de ver como tiembla o ver como sus lagrimas amenazan con salir, o tal vez esa mirada de confusión que hay en su rostro; me excita. Mi mano no es suficiente para agarrar ese molde, pues necesita cuanto antes ser encajado en esa chiquilla.
—¿Cree que la quiero matar, Wilson? Para hacer eso simplemente me la llevo a un lugar lejos, oscuro y que nadie sepa que está conmigo — las ganas de reír no me permiten hablar —. Aunque no sería mala idea mancharme las manos con un poco o quizás mucho de usted, depende de lo que explote su cuerpo — mordí mi labio mirándola de reojo, sus ojos quieren salir de sus cuencas —. Cómo prefiere morir, Wilson. ¿Lentamente hasta que deje de respirar o rápido y profundo hasta que su sangre la ahogue?.
—Está bromeando nada más, ¿verdad? — rió nerviosa y negué —. ¿Qué es lo que pretende entonces?.
—Ya se lo dije, acabar con usted.
—¿Qué planea hacerme? Acabé de enviarle un mensaje a mi hermana. Si usted me hace daño ella le hará pagar.
—Yo no dije que le iba a hacer daño, Wilson. Fue usted quien se convenció de ello y sin razón.
—Entonces, por qué dice que quiere deshacerse de mí — sonreí —. Detenga el auto, Sr. Cooper.
—No lo haré, Wilson. No hasta convencerme que no es más que una mala jugada.
—Usted es un ser extraño. Llamaré a la policía si no se detiene. Esto puede llamarse como un secuestro.
—No si le digo a los oficiales que usted es mi secretaria. Lo van a ver como algo normal. No entiendo porque forma tanto alboroto con esta situación.
—Porque usted está actuando muy raro. Por eso le pido que me deje bajar de su auto y me deje ir. Le juro que no me volverá a ver.
Resoplé con fuerza. Quita las ganas con esa boquita suelta que tiene. Su voz solo hace eco en mi cabeza. Frené el auto de golpe y la escuché suspirar tranquila. Me quedé viéndola mientras trata de quitar el cinturón de seguridad.
—¿A dónde piensa irse, Wilson? — tiré del cinturón y la aseguré contra la silla. Jadeó ante mi repentino acto y sonreí conteniendo las ganas de besar esa boquita —. Aun está en horas de trabajo. No puede irse.
—¿Qué hace? Suélteme, déjeme ir — susurró sin despegar sus ojos de mis labios.
—¿Por qué esta temblando? — corrí la silla hacia adelante para que quedáramos mucho más cerca —. ¿Acaso me tiene miedo?.
—Ni se le ocurra hacer lo que hizo ayer — amenazó temblorosa —. Esta vez no responderé con solo una caricia en el cachete. Creí haber sido clara.
—Pues no del todo, Wilson — acaricié su labio y tembló —. Su boquita está llamándome para que me la coma — tragó saliva —. Mírese como está, no puede ni respirar.
—Eso es porque está muy cerca — giró la cabeza y la tomé del mentón —. ¿Qué es lo que quiere de mí? Burlarse, dejarme mal vista ante su familia y ante todos. Que todos me señalen como la rompe relaciones. Respete a esa persona que le ha entregado el corazón... no se lo destruya.
—¿Qué? — sus ojos se aguaron en una fracción de segundos —. Yo no estoy con nadie, Wilson. Usted y yo somos dos adultos que queremos lo mismo.
—Yo no quiero nada. No sé usted que es lo que busque, pero de mí no lo va a encontrar — afirmó con un hilo de voz. Nuestras voces se han disminuido considerablemente —. Déjeme volver al hotel, no hay necesidad que me lleve...
—Estamos en medio de la nada, Wilson — me acerqué hasta que nuestras narices se rozaron. Contuvo el aliento y, sonreí —. No haga eso...
Negó con la cabeza y estampé mi boca en la suya. Su aliento tibio, fresco y con un toque de café me atravesó hasta la garganta ansiando por más de su sabor. Introduje mi lengua en su boca y me adueñé de cada centímetro de ella. Su beso es tan inexperto, pero me tienta y me prende más de lo que pensé. El fuego me está consumiendo por dentro.
—La haré mía ahora mismo, Wilson — bajé la silla y ahogó un grito al subirme en ella. Sus ojos están fijos en los míos mientras su pecho sube y baja pesadamente —. ¿Nota este problema? — presioné mi erección en su vientre y negó rápidamente —. Esto es lo que ha causado desde que vi esos dos senos perfectamente redondos que tiene puestos en el pecho — toqué uno por encima de la blusa y la corriente me atravesó por completo situando el cosquilleo en la punta de mi pene —. De este es el problema que debe hacerse cargo, Wilson. Hasta que este fuego que usted ha encendido en mí, no se apague; no dejaré que se vaya de mis manos, ¿entiende?.
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Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]
RomansJane y Dereck son tan opuestos en cada aspecto de su vida, que el atraerse como imanes será cuestión de tiempo. Dereck no comprende como una chiquilla sin gracia ni belleza, le hará remover el corazón y cada fibra de su ser, poniéndolo en aquella si...