Capítulo 34.

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La voz gruesa de Yoongi llamaba a gritos el nombre de aquel castaño que no paraba de llorar mientras caminaba con rapidez hacia el baño.

Un nudo en su garganta se había formado, la respiración comenzaba a faltarle.. Le costaba respirar, y cada vez veía más lejos la posibilidad de llegar al baño.

Pero, pudo hacerlo.

En cuánto entró, cerró la puerta detrás de el y se apoyó en esta, deslizándose con lentitud sobre esta mientras estiraba sus piernas en el suelo.

Esa madera fría consolaba la espalda y cabeza de Taehyung, dejando que se apoyara en ella y se desahogara.

Había sido muy valiente por lo que hizo, el hecho de haber mantenido la cordura, de no haberlo matado en ese mismo momento en que soltó aquellas palabras. Tuvo el valor de mantenerse con la cabeza en alto y comportarse como si fuera un adulto totalmente maduro.

Pero, por dentro, se estaba despedazando. Era cómo si Yoongi, con sus propias manos, rompiera la piel de Taehyung y poco a poco, estrujara sus órganos para quitárselos con emoción.

Una sensación extraña sentía en su cuerpo, su cabeza no dejaba de atormentarse y las lágrimas salían sin siquiera esforzarse un poco. Se sentía cansado, hasta por un momento pensó en que el era el problema y que era su culpa que su esposo lo engañara.

Y es que, Yoongi lo manipulaba de una manera tan silenciosa y prolija, de una forma que jamás imaginarias que fuera así. Taehyung estaba completamente enamorado de el, siempre soñó con un hombre cómo el y formar una familia.

La familia que nunca tuvo.

Porque el, fue el único que no se fue cuándo el castaño le mostró su verdadera desnudez, mostrándole hasta sus peores cicatrices.

Y sentía que, era el, era la persona indicada para cerrar el libro viejo y gastado, y comenzar uno nuevo por escribir.

Uno feliz, con flores y arcoiris en la portada, con hojas amarillentas que hacían verlo cálido.

Pero, ahora se había vuelto un libro de terror. Uno con tapa negra y con hojas rotas por la mitad, húmedas por las lágrimas de quién lo escribía.

Su mirada puesta en un punto fijo de aquel baño, el cuál la luz estaba apagada y la poca luminosidad que entraba era de una pequeña ventana. Sus manos estaban apretando su pecho, cómo si eso fuera a calmar el dolor que sentía.

Su cabeza golpeaba contra la madera, tratando de detener sus propios pensamientos..

Hasta que escuchó un teléfono, un tono de llamada.

Bajó la mirada hacia el suelo, viendo allí su propio teléfono.

¿Cómo llegó hasta ahí?

Lo tomó con su mano cómo pudo ya que estaba temblando, al darlo vuelta, vio aquel nombre.

Su ángel guardián.

Contestó la llamada y una voz de preocupación estaba del otro lado.

- Tae.. ¿Todo está bien? Es la novena vez que te llamo, ni siquiera me contestaste los mensajes...

- J-Jungkook.

- Hey, ¿Que pasa?

Un silencio estuvo presente por varios segundos, Taehyung no podía ni hablar y la preocupación crecía en Jungkook.

- ¿Estás teniendo un ataque de ansiedad, no?

Siguió sin responder.

- Tae, necesito que trates de respirar.. Recuerda, inhala por tres segundos, debes retener la respiración otros tres y luego exhalarlo, lo haré contigo.

Y sin más, Jungkook fue el primero en hacer el ejercicio mientras Taehyung lo trataba de seguir.

- Cierra los ojos, piensa en algún lugar que te calme... La playa te gusta, recuerda el sonido del mar, las olas acercándose a la orilla, las aves volando sobre ti, la forma en la que la arena se mete entre tus dedos.. Y la brisa fresca.

El castaño trataba de imaginar todo eso mientras su respiración comenzaba a volver a la normalidad, la voz de Jungkook lo relajaba y el hecho de imaginar su lugar favorito también era de ayuda.

- Y-ya.. Me siento un poco mejor. - titubeó.

- Sigue con el ejercicio aunque te sientas mejor... Yo iré para allá.

- No, no vengas.

- Taehyung... A estas alturas no me interesa si está Yoongi o no, iré de todos modos.

Taehyung quería decía algo pero, en ese momento escuchó cómo el contrario subía al auto aún con el teléfono encendido.

Seguía sentado sobre el suelo, escuchando cómo unos pasos iban de allá para acá. Hasta que alguien se paró frente a la puerta y dió un suspiro.

Nadie habló, sólo una hoja se deslizó por debajo de la puerta y aquellos pasos se alejaron hasta no escucharlos más.

Alejó esa hoja sin querer leerla, sólo llorando con más intensidad ya que nadie podía escucharlo.

Excepto Jungkook, desde el teléfono. Quien al escucharlo, aceleró el auto y manejó lo más rápido que pudo queriendo llegar en cuestión de segundos.

Estacionó el auto y bajó de este con rapidez, entrando por la puerta de la casa.. Notando que el ambiente era distinto, una especie de vacío.

Subió por las escaleras y primero fue la habitación de Taehyung pero, sólo vio cajones sin ropa, así que fue a la puerta del baño que se encontraba cerrada.

- Tae.. Soy yo. - dijo agitado mientras se apegaba a la puerta - Ábreme por favor.

Taehyung se levantó cómo puedo del suelo, y abrió la puerta despacio, mirando hacia el suelo.

En cuánto Jungkook lo vió, lo abrazó con fuerza, mientras ambos caían al suelo. El menor, se apoyó contra la bañera y envolvió en sus brazos al castaño, quién se escondió en su pecho volviendo a soltar lágrimas sin parar.

- Ya estoy aquí, llora todo lo que quieras pero en mis brazos.. Voy a protegerte. - susurró Jungkook.

- S-sabes que no es tu obligación, Jungkook. - dijo titubeando mientras sollozaba.

- No lo es pero, yo quiero hacerlo. Porque me gustas y no puedo verte de este modo.



𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐌𝐈𝐒𝐌𝐀 𝐌𝐎𝐍𝐄𝐃𝐀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora